miércoles, 9 de septiembre de 2009

El centenario del natalicio del primogénito PERA

(Foto de Don César Antonio PERA Balestra, ciudad de Lima, aprox. 1955)

Resulta que hoy es una fecha especial en mi familia, aunque quizás seamos pocos los que lo recordemos, aunque lo importante es que al menos alguien lo haga, como todo en la vida. Como reza el título de esta “entrada”, hoy 09 de Setiembre de 2009, mi tío (hermano de mi padre) Don César Antonio PERA Balestra (César PERA II) cumpliría de estar en vida nada menos que 100 años, un siglo de nacido; y siendo costumbre en mí, encuentro esta como la mejor forma para rendirle un pequeño homenaje aprovechando su centésimo aniversario de nacimiento.

César Antonio nació a las seis de la tarde del jueves 09 de Setiembre de 1909, siendo el primogénito de la familia formada apenas un año antes, en 1908, por Don Cesare Umberto PERA (César PERA I) y Doña Jeane Balestra. Al ser el primer hijo de la pareja, y mas aún siendo varón en épocas en las que este hecho pesaba mucho mas de lo que actualmente, es innegable que desde su nacimiento fue cubierto por el amor de toda la familia, ya que además no solo era el primer hijo en nacer de esta unión, sino también el primer nieto de Don Antonio PERA Piccone, y primer sobrino de los hermanos tanto por la rama PERA, como por la rama Balestra. Es indudable entonces, que desde su alumbramiento César Antonio pudo disfrutar del pleno amor y algarabía familiar por la venida de un nuevo miembro. Desde muy joven, mi tío César demostró ser en extremo aplicado en los estudios, y mas que eso, con singulares dotes intelectuales tanto para los números como para las letras. A decir de muchos que lo conocieron, tenía una gran capacidad analítica, conjugado ello con una vocación temprana por el estudio de diversas ciencias, las cuales en su mayoría investigaba de modo autodidácta.

Terminó el colegio a los dieciseis años y tiempo después se enroló en la Marina Mercante del Perú, en la que serviría por algunos años. Su vocación, como he mencionado, siempre fue el estudio de las diversas ciencias; no obstante, dado el imperativo de la añeja costumbre familiar PERA de desarrollar una vida en relación directa con el trabajo de mar (ello ya que por mas de siete generaciones los varones PERA se ganaron la vida como mercaderes marinos), César A. tomó la decisión de continuar con dicha costumbre, y con ello hacer honor a sus antepasados, siguiendo la instrucción marina, con la que luego de graduaría como Tercer Oficial de la Marina Mercante. Aquellos eran años difíciles en el mundo, el periodo de la entreguerra o interbellum había generado una depresión en los países occidentales tanto en lo económico como en lo social, el mundo acababa de ser testigo de los horrores de la Primera Gran Guerra, y los efectos tras la misma se empezaban a sentir con el Crack y depresión de la economía estadounidense, el colapso de la economía europea, y el surgimiento de nuevos sistemas políticos los mas instaurados con sangre y lágrimas, tales como la Revolución Rusa, el auge del Comunismo y Fascismo, la Guerra Civil Española, etc., hechos que sin duda marcaron toda una época en la generación que vio ante sus ojos esta seguidilla de eventos trascedentales en la historia de la humanidad.

Sin lugar a dudas, César A. fue parte de una generación que vivió y pudo conocer de cerca lo que es vivir en un mundo convulsionado, cambiante y en constante trasgresión de los parámetros que en todo orden se estaban rompiendo para formar nuevos, los de la llamada Posmodernidad. Por todo ello, no es difícil imaginarse la situación de incertidumbre socio-económica con la que tuvo que lidiar César A. en sus primeros años de vida adulta. Una vez finalizado su paso por la Marina Mercante, cursó estudios universitarios de ingeniería en la reconocida Universidad Nacional de Ingeniería del Perú, con lo que al poco tiempo se convertiría en ingeniero, el primero de la familia. Años mas tarde, se casaría en primeras nupcias el 13 de Mayo de 1931 en la Parroquia de San Marcelo de Lima - Perú, con la Srta. Blanca Luisa Dillon, naciendo de esta primera unión sus hijas: Mildred, Doris y Lilian. Por aquella época continuó mostrando el carácter reservado y analítico que siempre lo caracterizó, en contraposición a algunos de sus hermanos, quienes mostraban mas bien un carácter mas abierto y expresivo (típico de los italianos). Así, de modo autodidácta, inició una investigación personal en áreas tan disímiles como la medicina humana y los idiomas, aprendió a hablar y escribir en ruso tan solo con la ayuda de un diccionario, ello con la intención de poder leer bibliografía especializada e intercambiar correspondencia con un médico ruso pionero en ciertos estudios de cardiología en los que estaba interesado.

Años mas tarde, y luego de una separación con su primera esposa, César A. PERA Balestra se desposaría en segundas nupcias a fines de la década de 1950 con la Srta. María Nelly Cáceres Gamino, y fruto de esta segunda relación nacerían sus dos últimos hijos: María Roxana, y César Federico (César PERA III), con quienes viviría hasta su prematuro fallecimiento. Otra muestra de esta singular actitud de constante exploración por las diversas ramas del saber científico, nos refiere que en el año 1967 un grupo de ingenieros peruanos se mostraban entusiasmados por establecer la sección peruana del reconocido Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE - Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos) que fuere fundado en los Estados Unidos de América por nada menos que los archifamosos inventores Thomas Alva Edison, Alexander Graham Bell y Franklin Leonard Pope, y que celebra este año sus 125 años de creación. Para ese año, en todo el Perú no existían mas de veinte ingenieros miembros de la citada IEEE, por lo que la tarea de cumplir con todos los requerimientos que solicitaba la matriz cuya sede se ubicaba en la ciudad de Nueva York, era un tanto una tarea dificultuosa; y en ello se hallaban abocados cinco ingenieros cuando recibieron la visita de otro ingeniero miembro de la IEEE que en solitario había estado comunicándose con la central del mencionado Instituto, para formalizar la creación de una sede peruana para dicho importante organismo, encargado de desarrollar las nuevas tecnologías que habrían de imperar en el mundo del Siglo XX en adelante, y gracias a las cuales podemos gozar de lo que hoy llamamos "modernidad", desde la energía eléctrica y el teléfono, hasta las computadoras, televisores, cine, satélites, naves espaciales, teléfonos celulares y diversas máquinas utilizadas en la medicina humana. Dicho ingeniero que venía recabando dicha información, era César Antonio PERA Balestra, uno de los primeros miembros en el Perú del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos estadounidense; y fue justamente César A. quien ya había recibido de la misma sede central del IEEE los formatos y la información de los requerimientos para conformar y establecer una sucursal de dicha Institución en el Perú, por lo que el trabajo que venía realizando dicha pequeña comitiva se aligeró y dio el gran salto para la creación final de la sede peruana.

En nuestro país el número de socios IEEE no alcanzaba el número mínimo (cuarenta, siendo tan solo veinte), por lo que la dirección regional de dicho organismo decidió revisar su reglamento y aprobar la postulación de países en regiones geográficas con escasa cantidad de miembros. Así finalmente, con el brillante apoyo entre otros de César A. PERA, se pudo establecer la sección peruana del Instituto de Ingenieros Eléctricos y Electrónicos estadounidense, el 03 de Noviembre de 1967, de la cual él se convertiría en Vocal de la primera Junta Directiva elegida en Febrero de 1968 por sufragio de sus miembros. Dicha noticia se tomó con suma alegría por parte de este grupo de pioneros en la tecnología del Perú, quienes se reuniero en el Restaurante Gianino, sembrando así las bases para el mayor desarrollo de la ingeniería en el país en sus diversas áreas de estudio, así como de la tecnología, avances de los cuales podemos disfrutar en la actualidad. Dicha información se puede revisar en los links siguientes:

A lo largo de su vida, César Antonio PERA Balestra mostró siempre una especial vocación por hallar una explicación analítica a las diversas cosas que presenciaba, no era extraño según me contaba mi padre (su hermano, con quien pese a la gran diferencia de edad que los separaba -dieciseis años- siempre mantuvo una relación bastante cercana no solo de familiaridad sino sobretodo de amistad) encontrarlo inmerso, abstraído, en una ruma de libros realizando algún estudio pormenorizado respecto de un tema que había llamado su atención, desde una novedad tecnológica hasta un descubrimiento científico, pasando por la lectura de lo mas selecto de creatividad literaria mundial, podía pasarse horas releyendo, profundizando, analizando, para luego obtener una conclusión al respecto.

Quizás una de las mayores preocupaciones que tuvo, y que lo motivó a involucrarse de lleno en el tema, fue la hipertensión arterial que se había llevado tanto a su madre en 1947, como a su padre en 1951. Según me refirió una vez su hijo, habían días en la que se podía pasar un par de horas sentado en soledad, en la sala de su casa, muy pensativo y observando la palma de su mano como tratando de hallar una explicación a algún problema que lo afectaba. Dicho tema que lo preocupaba, era la hipertensión arterial y la cardiopatía hipertensiva que padecía. Según le indicó en una oportunidad a su hijo, César A. pensaba por aquellos años que dicha enfermedad cardíaca y la consecuencia lógica de la misma, el ataque cardíaco, se podía manifestar físicamente tiempo antes de suceder, con un dolor intenso en el brazo e incluso con un cambio en el color de las palmas de las manos debido al transtorno sanguíneo generado por el desbalance hipertensivo. Décadas mas tarde, se descubriría que uno de los síntomas mas comunes, entre otros, antes de que se produzca un ataque cardíaco es el dolor comúnmente sentido en el brazo izquierdo.

Por lástima, pese a haber tenido esta idea por aquel tiempo innovadora (a mediados de la década de 1960), ello no lo pudo salvar de sufrir un ataque al corazón fulminante, que lo haría fallecer el día 22 de Marzo de 1973, a los 63 años de edad, cuando aún gozaba de una gran vitalidad intelectual y física, y con un futuro de al menos quince años mas en los que pudo haber continuado desarrollándose en el ámbito de la investigación científico - ténica que tanto lo apasionaba. Actualmente, en mi familia de la rama PERA existen ya cuatro generaciones de que mantienen como un lazo firme con nuestro pasado, uno de los mas apreciables legados que nos pueden dejar nuestros ancestros, un nombre digno, íntegro, que debemos encargarnos las nuevas generaciones de mantenerlo así, para ofrecerlo posteriormente, a quienes les demos la posta. Cuatro generaciones que ostentan el nombre de César PERA, y que espero sea algo que se pueda prolongar por muchas generaciones mas, ya que en el consta uno de nuestros mas importantes lazos con el pasado familiar, y es de alguna manera, un modo de rendir un pequeño tributo a la memoria de nuestros antepasados.

El día de hoy, 09 de Setiembre de 2009, mi tío, Don César Antonio PERA Balestra, cumpliría un siglo de nacido, por lástima dada su prematura muerte yo no lo pude conocer; no obstante, a través de sus hijos (mis primos) y su hermano (mi padre), pude llegar a formar de algún modo una "relación" de admiración y respeto por él, tanto en su vida privada (honesta, leal, dedicada siempre al trabajo y a su familia), como por su vida profesional e intelectual, plagada del "germen" de la investigación y constante búsqueda de respuestas respecto al mundo en el que vivimos y la manera en la que podemos hacer del mismo un lugar mejor y mas cómodo para los seres humanos.

¡Buon compleanno cento zio!

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