martes, 23 de diciembre de 2008

23 de Diciembre, una fecha especial por generaciones

(Foto Nº1: don Cesare Umberto PERA Mariátegui, año apróx. 1940; Foto Nº 2: don Mario Enrico PERA Balestra, año apróx. 1988)



Cada 23 de Diciembre mi familia paterna, los PERA, recordamos un aniversario mas de los natalicios de dos de sus miembros, me refiero a mi abuelo: don CESARE UMBERTO PERA MARIÁTEGUI; y mi padre: don MARIO ENRICO PERA BALESTRA. Ambos nacieron en la misma fecha, dos días antes de la Navidad, y siendo esta una fecha sumamente especial para la Familia PERA, que siempre ha guardado una singular predilección por no sólo celebrar el natalicio de Jesús de Nazareth, al ser una familia de marcado acento religioso católico-apostólico-romano, sino porque además se rememora la fecha de nacimiento de mi padre y abuelo, de los cuales puedo decir lo siguiente.

Mi abuelo, don Cesare Umberto PERA Mariátegui nació un 23 de Diciembre de 1886 en medio del eterno compás y vaivén de las olas y las aguas del Océano Pacífico, esto pues mi bisabuelo (don Antonio PERA Piccone) y su familia, habían decidido establecer como su residencia y hogar, el barco velero de cuatro mástiles "San Remo", propiedad del mismo y en el cual navegaba junto a toda su familia nuclear, principalmente entre los diversos puertos de las costas sudamericana, africana y europea, actuando como comerciantes interoceánicos. Es así que en la mencionada fecha, mi abuelo vio por primera vez la luz en este mundo de constantes tribulaciones, siendo el segundo hijo del matrimonio constituido en el año 1883 por el ya referido don Antonio PERA Piccone (natural del puerto ligur de Sanremo, Italia) y doña Francisca Mariátegui Escrusería (natural del puerto de Tumaco, Colombia). Al haber nacido en lo que se conoce en el Derecho como "aguas internacionales", "altamar" (fue a inicios del Siglo XVII, que sustentado en principios del Derecho Romano, Hugo Grocio postuló la llamada "doctrina del mar libre" en su obra Mare Liberum -Mar Libre-. Siglos mas tarde, se establecería la denominada Convención de Derecho del Mar, que indica que el libre mar se constituye por aquellas zonas marítimas que no se encuentran incluidas ya sea en la zona económica exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores de un Estado, ni en las aguas archipelágicas de los conocidos como Estados archipelágicos), por lo referido el altamar es considerado patrimonio común de la humanidad. Según manda el Art. 91º de dicha Convención, "Los buques poseerán la nacionalidad del Estado cuyo pabellón estén autorizados a enarbolar", en ese sentido al siempre haber sido un uso propio del Derecho Consuetudinario, todos aquellos sujetos (como mi abuelo) nacidos en Altamar adoptan, inmediata y automáticamente, la nacionalidad del barco o buque que los transporta. Siendo así, a mi abuelo don Cesare Umberto, nacido en Altamar en el barco velero "San Remo" de nacionalidad italiana perteneciente a mi bisabuelo, y con enarbolada bandera de idéntica procedencia, le correspondía por derecho propio, la nacionalidad italiana. No obstante ello, al haber nacido cerca a las costas colombianas del Mar Pacífico, y siendo su madre natural de San Andrés de Tumaco, el segundo puerto mas importante de Colombia en dicho mar (sólo superado por el Puerto de Buenaventura), conocido también como "la perla del Pacífico", ya que en sus playas se halló la perla mas grande encontrada hasta la actualidad, mis bisabuelos decidieron inscribir a su segundo hijo en dicha ciudad portuaria, tras lo cual mi abuelo obtuvo desde su nacimiento la doble nacionalidad, italiano-colombiana (siéndole refrendado el reconocimiento de la nacionalidad italiana, a través de la suscripción de la partida efectuada por el Cónsul de Francia en dicha localidad, quien en base a las normas del Derecho Internacional hizo las veces de funcionario extranjero acreditado en nombre de la República Italiana).


Tal como he referido en una "entrada" anterior relacionada al aniversario del natalicio de mi bisabuelo don Antonio PERA Piccone, la esposa de éste murió en Agosto de 1899 víctima de una infección puerperal, con lo que dejó huérfano de madre a mi abuelo a la escasa edad de 12 años, con el consiguiente duro golpe que para todo niño constituye el fallecimiento a edad tan temprana de su progenitora. Pese a la trágica pérdida familiar, ya desde aquellos jóvenes años y junto con su hermano mayor don Antonio Francesco PERA Mariátegui (de 14 años), el aprendiz Cesare Umberto se inició en las labores marítimas del comercio, inter regional e intercontinental, bajo la atenta batuta y dirección de su padre y hermano, por lo que pronto aprendió de la rudeza y la persistencia que debía lograr en su accionar para ser útil en el negocio familiar. Los viajes se sucedieron por varios países del mundo, y el hablar fluidamente como lenguas nativas el castellano, tanto como el italiano y genovés, y además defendiéndose muy bien en el francés e inglés, fue un factor que lo ayudó a poder rápidamente comprender la mecánica del comercio de ultramar. Quizás en compensación por la irreparable pérdida temprana de su madre, la vida lo bendijo con un padre que pese a no contar siempre con los mayores recursos económicos, trabajó incansablemente y con eterna dedicación exclusiva a sus hijos, para darles todo lo que podían necesitar básicamente. don Antonio PERA Piccone vivió hasta los 76 años de edad (algo poco frecuente para la época) lo que hizo que viéndose reflejado en su padre, don Cesare U. entendiera cuál era la labor central que le correspondería a futuro como padre de familia.

Los años pasaron, y mi abuelo se retiró junto a su padre del recio e incansable trabajo en altamar, dejándole la posta del barco velero y el negocio familiar, a su hermano don Antonio Francesco, quien desde aquel momento se convirtió en el nuevo Capitán PERA (tomando con ello la posta que le ofrecía su padre, en un acto que se había visto repetido por mas de siete generaciones de marinos mercantes y de guerra en la familia). Siendo Contador de profesión, mi abuelo pronto halló una oportunidad de un negocio bastante lucrativo naciente por aquellas épocas (primeras décadas del Siglo XX), este era el negocio del café. A inicios de la década de 1910, viajó a la ciudad de San Ramón en la Provincia de Chanchamayo, ubicada geográficamente en la zona central del Perú, llamada también "La puerta de oro de la selva central" ya que estando en la ceja de selva, sus tierras son en alto grado pródigas para el cultivo entre muchas especies, y entre ellas el privilegiado siempre fue el café. Es así que su vida empezó a transcurrir en constantes viajes entre Lima, San Ramón y La Merced, y es en este último lugar que se desposó con la inmigrante francesa de origen italiano ligur, Jeane Balestra Pastorelli (nacida en el puerto francés de Niza) con quien se casó en acto canónico celebrado por el Párroco Franciscano don Antonio Battle, un 30 de Abril de 1908 en la Iglesia de La Merced, siendo sus padrinos de boda don Andrés Gabiño (quien actuó en representación y por poder otorgado en Lima por el padre del novio, don Antonio PERA Piccone) y doña Giovanna Pastorelli Alberti, madre de la novia, para aquel momento él contaba con 21 años y ella con 15. Pronto vino el primer embarazo, lamentablemente fueron gemelos que quizás por la escasa edad de la madre, mi abuela, nacieron muertos. No obstante, ello fue superado, y en los próximos años el matrimonio PERA-BALESTRA vería el nacimiento de una profusa estirpe conformada por doce vástagos, entre ellos mi padre, quienes nacerían en diversas ciudades.

Así, don Cesare Umberto PERA Mariátegui ya siendo padre de familia y sustento principal no sólo de la misma, sino en conjunto con su hermano mayor, de su padre y hermanas solteras, fundó a mediados de la década de 1910 en sociedad con el también comerciante de origen italiano Giovanni B. Mazzi Guffanti, una empresa dedicada al comercio exclusivo del mejor café de la zona central del país, denominando a la misma como "Café Chanchamayo". A la par abrieron dos locales, uno en el centro de la ciudad capital Lima, situado en la calle Lechugal, y otro en el puerto del Callao, desde donde se ofrecía un servicio de venta al por mayor y menor de café, así como fiel al estilo de las pulperías italianas asentadas en el Perú, se dispuso dentro del mismo establecimiento un lugar que sirviese como tostaduría de café (y venta del mismo) así como una panadería en la que todos los trabajadores de la zona y público en general, pudiesen degustar de uno de los mejores y mas selectos café's del mundo entero. Estos primeros años fueron de pleno apogeo en el negocio mundial de la venta del café, por lo que prontamente la empresa de don Cesare U. PERA y Giovanni B. Mazzi Guffanti prosperó, convirtiéndose en una de las mejores del rubro a escala nacional. A la par, el otrora negocio familiar que pasó a manos del primogénito don Antonio Francesco PERA Mariátegui, mantenía su rumbo siendo ahora dos los veleros que surcaban los puertos de sudamérica y Europa siendo su negocio principal el traslado de mercaderías (y a veces empresarios o viajeros) que a pedido efectuaban los clientes entre ambos continentes, uno de aquellos veleros era comandado por él mismo, y el otro por su concuñado, el Capitán alemán Guillermo Wriedt Claussen. En 1919 falleció su padre, don Antonio PERA Piccone, lo que le trajo un profundo desconsuelo a toda la familia, debido al carácter en extremo abnegado que siempre mostró éste con sus hijos y nietos, sin duda aquella fue una herida que quedó muy profunda en el corazón de sus hijos y demás familiares.

Lamentablemente, el régimen del Presidente peruano de facto Luis M. Sánchez Cerro, asesinado en funciones en 1933, ante una creciente y cada vez mas opresiva oleada anti-inmigracionista tanto de europeos como de asiáticos (chinos y japoneses), decidió expropiar ambos veleros de nacionalidad italiana y alemana a las familias PERA y Wriedt respectivamente, debido a que eran propiedad de extranjeros afincados en el país. Con ello y en particular, la suerte del velero de propiedad de Don Antonio F. PERA Maríategui estaba echada, pues el ente nacional que expropió la nave la dispuso como embarcación que debía efectuar un servicio de traslado de carbón llevando dicho producto por todos los puertos del litoral peruano, no tardó en llegar el momento en el que debido a que las características de dicha nave no eran las adecuadas para aquella labor, el velero "San Remo" fue absurdamente hundido en uno de los múltiples viajes que realizó debido al sobre exceso de carga. Felizmente, para dicha época, mediados de la década de 1930, el patriarca de la Familia PERA en el Perú, Don Antonio PERA Piccone ya se encontraba fallecido, sino el dolor de ver a su velero (con el que navegó por mas de 50 años todos los mares del mundo, y arribó a las costas mas distantes y fascinantes en Oceanía, África y Asia, y los antiguos puertos europeos y americanos) hundido por la mas ignominiosa estupidez e ignorancia, hubiese sido totalmente devastador.

Ante la pérdida del velero familiar, mi abuelo, Don Cesare Umberto le ofreció a su hermano Don Antonio Francesco ser su socio en el negocio del café, es así que ambos hermanos se unieron y fundaron el conocido y bastante popular entre las décadas de 1930-40 "Café PERA", empresa también dedicada al comercio mayorista y minorista de café traído de Chanchamayo. La nueva empresa, y el "Café PERA", que aglutinaba tanto al negocio del comercio del café en sí, como el establecimiento de un popular local donde se servía el café, tuvieron singular éxito por unos años. Sin embargo, de manera súbita Don Cesare U. sufrió un derrame cerebral producto de una hipertensión que para aquellos años era una enfermedad difícil de controlar, lo que le acarreó el que no pudiere por un tiempo encargarse del nuevo negocio que acababa de emprender, por lo que toda la labor del mismo recayó en su hermano, quien tan sólo logró mantener el mismo a flote por unos escasos años. Ya en la década de 1940, Don Cesare Umberto PERA Mariátegui decidió dar por terminada una etapa, que le había sido gratificante pero a la vez le había acarreado algunas complicaciones respecto a su salud, por lo que ante el imperativo de tener que continuar viajando constantemente a Chanchamayo a comprar el café y con ello, tener que verse expuesto con una hipertensión agresiva al cambio abrupto de altitudes debido al traslado que debía realizar de la costa a la sierra y luego a la ceja de selva, es que decidió retirarse del negocio de dicho negocio y poner con ello, fin a varios años dedicados a hacer empresa de la venta y negociación con el café.

Empezó a trabajar así en su profesión como Contador en el en aquel entonces llamado Banco Italiano, que mas tarde se convertiría en el aún existente Banco de Crédito del Perú. El año 1947 sería completamente infausto para Don Cesare U. ya que el 01 de Enero de dicho año moriría su esposa tras un mortal derrame cerebral, y el 18 de Mayo asimismo, fallecería su hermano mayor Don Antonio Francesco, lo que lo sumió en el mas absoluto y dificultoso trance producto de la pérdida prematura de dos de sus seres mas queridos. Tras la irremediable pérdida su carácter, antes risueño, extrovertido, amiguero y en extremo cariñoso con su familia (muy típico de todo italiano), se tornaría mas tranquilo, nostálgico y taciturno, por lo que quizás ello le acarrearía pocos años mas tarde un nuevo derrame cerebral que lo golpearía tanto física como anímicamente, ya que perdería algunas facultades físicas por lo que quedó al cuidado abnegado de su hija menor Perla Celeste PERA, para fallecer al promediar la 05:45 a.m. del día 14 de Julio de 1951, producto de un nuevo y fulminante derrame cerebral.


Don Cesare Umberto PERA Mariátegui dejaba tras de sí una larga estela dedicada a la labor marítima según manda la tradición paterna familiar, mas tarde una labor dedicada al café, y finalmente desempeñándose dentro de su profesión en el banco mas exitoso del Perú. Dejó siete hijos e hijas (ya que otros siete fallecieron de niños o sin dejar descendencia), de los cuales se forjó el núcleo de la Familia PERA en Lima, Perú. Con ello, nos legó no únicamente un apellido, sino toda una enseñanza de amor por el trabajo y la familia, una vida dispuesta a servir a los demás siempre, siendo alegre y mostrando fe ante la adversidad, y luchando, luchando siempre y a cada instante por los suyos y para lograr para ellos un futuro mejor, como es el anhelo de todo inmigrante.

Ahora llega el turno de hablar de mi padre, Don Mario Enrico PERA Balestra, quien nació a las 4:00 a.m. del 23 de Diciembre de 1924. Desde muy joven mostró esa eterna inquietud y búsqueda que lo llevó, quizás por el designio de su sangre, a enrolarse como aspirante a cadete de la Marina de Guerra del Perú en 1939, contando con apenas catorce años de edad recién cumplidos. Creció teniendo como escuela la férrea disciplina militar, convirtiéndo en su casa a la Marina peruana en la que estuvo en el servicio activo por mas veinticinco años, llegando al grado de Capitán de Fragata y sirviendo en la élite de la fuerza marina, como submarinista especializado de la que por casi un siglo fue la mas potente arma de la milicia peruana (y es que la fuerza peruana de submarinos sólo ha podido ser mejorada en sudamérica por la armada chilena y esto hace pocos años). Con la marina de guerra viajó por los siete mares, conoció los cinco continentes, y en suma visitó 116 países, se casó en primeras nupcias en el año 1947 teniendo sólo una hija, y en segundas nupcias dos (varón y mujer). En 1945, fue enviado por dos años a hacer una pasantía en la base de la Marina Estadouniense llamada Kingspoint, en North Carolina-E.E.U.U., en la que pudo continuar con la rama que mas le atraía, los submarinos. Por lástima, estando allá es que recibió la funesta noticia de la muerte de su madre, siendo el único hijo que no pudo estar presente en dicho álgido momento familiar. En 1951 perdería igualmente a su padre, no obstante, la vida de depararía aún un momento mas aciago que la muerte de un ascendiente, ya que en 1977 tras un accidente automovilístico en Lugano, Suiza y tras un penoso mes internada en una clínica de Milán-Italia, murió su hasta ese momento única hija, hecho que sin lugar a dudas lo despedazó por el imprevisto e impensado final que tendría el viaje a tierras europeas de la misma. Poco tiempo después, nacen los hijos de su segundo matrimonio, hecho que de cierta manera lo ayudó a seguir adelante y a soportar la dura etapa vivida años antes.

Tras dejar la Marina de Guerra del Perú, se embarcó en varios negocios, fue socio de una compañia maderera, del laboratorio Pharvet, incluso fue actor en comerciales de televisión en vivo y comerciales en prensa escrita, hasta que finalmente entró a trabajar como Gerente de Relaciones Públicas de la Empresa Nacional de Comercialización de Insumos -ENCI-, empresa en la que trabajo por un largo periodo de mas de quince años hasta que finalmente se jubiló en 1991. Pese a estar jubilado, aún mantenía el vigor, fortaleza y la alegría de vivir que siempre lo caracterizó, a pesar de los crueles avatares del destino, y se desempeño por algunos años mas como Gerente de Relaciones Públicas de la Beneficencia Pública de Lima, siendo el principal promotor de la organización de la Feria del Señor de los Milagros de Acho, donde pudo conocer a los mejores toreros del momento. En el mes de Octubre del año 2001 sufriría un pequeño derrame cerebral, que le generó una afasia, lo que melló grandemente su salud y sobre todo su espíritu de vivir, pese a ello, continuó dando batalla aunque ya retirado a su casa. Finalmente, debido a complicaciones propias de dos enfermedades que menguaron su salud por mas de veinte años, la hipertensión arterial y la diabetes, su ánimo se resquebrajó ya próximo a cumplir los 80 años de edad, mas no fue así, pues fallecería el 24 de Julio del 2004, pocos meses antes de cumplir efectivamente los ochenta años. Su legado fue sin duda ejemplar, supo ser un padre como los que hay pocos, situación que ahora entiendo es una constante en la familia, al repasar la calidad de persona y ejemplo que fue sin duda en lo moral, familiar y personal. Sin temor a equivocarme, puedo mencionar con plena convicción y fe ciega, que fue el mejor padre que un hijo pueda tener, con sus aciertos (muchísimos mas) y sus defectos, no obstante, siempre se mantuvo íntegro, honesto y probo, cualidades personales que muy pocos pueden afirmar en sus progenitores actualmente.

Hoy, 23 de Diciembre del 2008, mi abuelo Don Cesare Umberto PERA Mariátegui cumpliría 122 años de edad, y mi padre Don Mario Enrico PERA Balestra, 84. Por medio de estas breves pero muy sentidas semblanzas, he querido reseñar de alguna manera, y celebrar a mi modo un aniversario mas del natalicio de mis ascendientes. A pesar de que a mi abuelo por lástima debido a obvias razones temporales no lo conocí, pude saber mucho de él a través de mi padre y diversos familiares, sintiendome muy próximo a ambos, reconociéndome en algún gesto físico, en alguna palabra incluso en algunas letras que escritas por mi padre y por mí lucen, muy similares. Ambos no sólo me heredaron un apellido, PERA, sino además me heredaron cosas de las mas trascendentales, experiencias y ejemplos de vida, recuerdos, historias y características no únicamente físicas -las mas evidentes-, sino también características espirituales, algunas difíciles de reconocer a simple vista, otras no tanto. Sin embargo, el recuerdo de ambos permanece en mí, como huella indeleble marcada con hierro y sangre, fraguada por siempre en lo único que jamás nadie me podrá arrebatar sea donde fuere que esté, en mi mente y corazón.

¡Buon Compleanno Nonno! ¡Buon Compleanno papá! Donde estén, siempre vivirán presentes en mí.

domingo, 26 de octubre de 2008

¿Qué significa la muerte de un ascendiente directo para un genealogista?


El propósito de la presente "entrada", es ofrecer al lector de este Blog una pequeña opinión y reflexión sobre el significado que para un genealogista como yo, tiene la muerte de un ascendiente directo.

El pasado día Martes 21 de Octubre del 2008, me encontraba saliendo de una diligencia judicial (soy abogado) mientras mi celular, pues no uso reloj, indicaba las 09.00 a.m. Sorpresivamente, recibí una llamada procedente de mi casa, indudablemente era mi madre, contesté sin presentir nada extraño o fuera del orden común, pues de vez en cuando mi madre me llama para saber dónde estoy o viceversa. Lo primero que me dijo fue: "Voy a tener que viajar a Pucallpa" (ciudad de la selva peruana de donde ella es natural), ante aquella apreciación que no entendí al momento sólo atiné a responder: "¿Por qué?, a lo que ella replicó: "Se ha muerto tu abuela".

Si bien es cierto y debo ser honesto aquí, la noticia no me cayó como un balde de agua fría a pesar de la muerte repentina de mi abuela, pues por más que hacía un par de días había oído a mi mamá conversando con una de mis tías sobre que mi abuela se sentía un poco mal, a pesar de ello y de sus 90 años de vida, no le había prestado yo la importancia del caso, sino simplemente lo tomé como un achaque mas de la propia vejez. Por ello, pese a que la noticia pudo ser inesperada, mi desconcierto ante la misma no lo fue como sí en otras ocasiones.

Pronto y tras terminar la conversación tan aciaga con mi madre, empecé a reflexionar sobre el significado de la muerte de la única abuela que conocí. Llevó ya mas de 10 años enfrascado en una búsqueda genealógica permanente, a lo largo de una década he indagado por todos lados sobre mis orígenes familiares, tanto en el Perú, como en Italia, Francia, Colombia, etc. Ha sido una búsqueda ardua en archivos registrales, notariales, eclesíasticos, municipales, etc.; no obstante, una de mis fuentes mas directas y vertiginosas de datos genealógicos siempre lo fue mi abuela materna. Felizmente la misma siempre se mantuvo en vida muy lúcida y en sus "cinco sentidos" (como ella misma le comentó a mi madre pocas horas antes de morir), y por ello recordaba con mucha exactitud nombres, apellidos, lugares de procedencia e incluso una que otra fecha, todo un prodigio no sólo por su prolongada edad sino porque usualmente la gente no le presta el mas mínimo interés por el tema. En torno a ello efectué mi primer pensamiento: aquella fuente primaria de conocimiento genealógico familiar se había extinguido; ya no podría coger el teléfono y llamar a mi abuela a preguntar uno que otro dato mas, o para confirmar alguno ya existente, o para simplemente comentar algo referido a mi familia materna. Mi abuela había fallecido, y con ella se habían ido lamentablemente sus recuerdos y toda aquella información de relevancia familiar que me pudiere ella brindar con la inmediatez propia de una conversación coloquial cualquiera.

Luego de este primer pensamiento, vino mi segunda cavilación. Con la súbita muerte de mi abuela se había cerrado un ciclo, el de mis abuelos. Como ya he referido en los párrafos que anteceden, tanto mis abuelos paternos como mi abuelo materno habían fallecido muchas décadas antes que yo naciera (mi abuela paterna en 1947, mi abuelo paterno en 1951 y mi abuelo materno en 1963), por lo que tras la muerte de mi abuela materna en el presente 2008, aquella línea generacional conformada por mis cuatro abuelos se había cerrado y concluído para siempre. Desde aquel día, 21 de Octubre, ya no tenía mas abuelos, y por lo tanto, como también ha fallecido mi padre, mi madre se convirtió automáticamente en mi único ascendiente directo aún en vida. Tras la muerte de mi padre, aquel único hilo conductor que poseía respecto de mis antepasados paternales se había automáticamente anulado; y lo mismo pasaba ahora con el deceso de mi abuela, aquel hilo conductor con mi herencia genealógica materna, también había sido cortado una vez mas por la muerte.

Para una persona que como yo practica la genealogía, este tipo de pérdidas van mas allá del simple pesar propio de la muerte de un familiar cercano. Aquella defunción se torna en un muro inexpugnable, imposible de flanquear o atravesar pues la muerte es así, algo frente a lo cual uno no puede sino sólo resignarse y seguir adelante. Como expresó una de mis tías ante la noticia, esto era algo que tenía que suceder, tanto porque como seres humanos somos perecederos, como por la misma edad de la madre de mi madre.

Finalmente, una tercera idea ocupó mi mente. ¿Debía ser únicamente tristeza lo que debía sentir frente a tal acontecimiento? Pronto me respondí a mi mismo que no, no sólo por el tipo de muerte que mi familiar había tenido, sino porque así como tuve la suerte de conocerla, también quizás ello no hubiere sido posible por los simples azahares del destino, tal como sucedió con mis otros abuelos, por lo que tristeza no debía ser todo lo que sintiera en aquella circunstancia, sino además cierto agradecimiento a la vida, por siquiera a ver tenido la oportunidad de conocer y al menos guardar un recuerdo imperecedero de mi abuela.

Es algo muy complicado de explicar la extraña mezcla se sensaciones, sentimientos e ideas que cruzan por la mente de un genealogista cuando un familiar tan cercano y directo, como lo es un abuelo, deja de existir. Particularmente, aquello se ha configurado como un suceso que me ha incentivado y motivado a proseguir en mi búsqueda, a continuar indagando e intentando desenmarañar este oscuro misterio que es la inextricable selva de los orígenes de mi sangre, selva que se compone de múltiples árboles con incontables ramas que emergen una tras otra, entremezclándose y haciendo que, como comenté en una de las primeras "entradas", aquella búsqueda se vuelva cada vez mas interesante, intensa y pródiga, si es que quien la realiza sabe ser paciente y sobre todo conciente de que toda indagación siempre tiene un final, sea porque se ha hallado la última respuesta, o como en el caso específico de la genealogía, porque lamentablemente no existe mas información o fuentes de la misma disponibles en la que se pueda continuar hurgando. A su vez, es indispensable para todo genealogista, en mi concepto, que no sólo se efectúe una investigación para ir apiñando abuelos y choznos, nombres, apellidos, lugares de bautismos, nacimientos, matrimonios o defunciones, o sus propias fechas; sino entender el cariz social que también guarda la ciencia de la indagación genética histórica, para poder atribuirle a dichos "datos genealógicos", un contexto, una vida, y si se puede un desarrollo histórico atribuible al sujeto. Es importante que las personas que aparezcan en nuestros árboles genealógicos no permanezcan sólo como datos o mera información, sino que a cada uno de ser posible, se le otorgue un desenvolvimiento dentro de una sociedad y tiempo determinado, en fin, no sólo se hable de datos, sino se conjugen hechos, circunstancias, acontecimientos, referencias, testimonios, antecedentes, detalles, etc. que nos permitan en conclusión, determinar mas claramente nuestros orígenes y el devenir de nuestra historia genética a través de nuestros antepasados. Por supuesto, esto antes mencionado no es nada fácil pues requiere de un especial ahínco, tesón, dinero, años de trabajo, perseverancia y sobre todo, mucha fe y gran amor por la historia familiar, lo que devendrá en un seguro amor por uno mismo.
La muerte de todo ser humano resulta algo ineludible, y la muerte de nuestros parientes a su vez nos genera una sensación de vacío y de extrañeza frente a lo desconocido. Como he mencionado, la muerte de mi abuela ha devenido en que un ciclo familiar se cierre, en adelante ya no tendré mas abuelos en vida, sólo el recuerdo y mención que puede hacer todo genealogista.
Hasta pronto abuela.

domingo, 5 de octubre de 2008

La extraña toponimia PERA en Bolivia

(Ubicación geográfica del Pueblo de PERA, en la Provincia de Carrasco-Departamento de Cochabamba-Bolivia; vista tomada de google map)

La presente, será una "entrada" bastante breve y concisa. Se trata de ubicar aquí una toponimia bastante inusual y extraña, tanto por la ubicación de la misma, como por la inexplicable aparición de esta en aquel lugar lingüísticamente hablando.

Hago referencia entonces, a la por demás extraña e inusual toponimia PERA en el altiplánico país de Bolivia. Siendo honesto con el lector, he investigado mucho a través del Internet, intentado con ello poder encontrar alguna información referida a esta toponimia, mas mis esfuerzos no han surtido efecto y han sido debo confesar, enteramente en vano. La única referencia mayor que he podido hallar sobre esta rara toponimia, es que se trata de un pueblo denominado PERA, ubicado dentro de la Departamento de Cochabamba, Provincia de Carrasco en el mero centro de la República de Bolivia, a una altura de 2,285 M.S.N.M. Se trata así, de un pueblo totalmente rural, enclavado en medio de altos cerros que hacen su ingreso bastante tortuoso, con una población aproximada de tan sólo 728 habitantes. Específicamente, se encuentra situado entre las ciudades en el límite derecho del Departamento de Cochabamba, prácticamente a medio camino entre la ciudad capital de Cochabamba y la ciudad de Santa Cruz de la Sierra.

El cómo este pueblo obtuvo la nomenclatura PERA es para mi un tema inescudriñable, puesto que como ya referí no he podido hallar mayores referencias al mismo salvo su existencia y ubicación geográfica, pero es por demás insólito que en una región donde el idioma predominante y nativo es el idioma Quechua (Qichwa o Runa Simi), se halla "bautizado" a un pueblo rural y por ende autóctono, con un nombre en una lengua ajena. Si tenemos en cuenta este tema lingüísticamente hablando, no existe la palabra PERA en el lenguaje Quechua, y la traducción de la palabra castellana PERA a dicho idioma, da como resultado la palabra Pira. Es así que para los quechua parlantes, el fruto del árbol del peral, la PERA, se denomina Pira; término que a su vez extrañamente nos hace ver una similitud meramente "coincidencial" con la traducción al latín, lengua en la que también el fruto del peral se denomina Pira. No obstante esta coincidencia, debo referir que los quechua hablante por un tema propio de su lengua, suelen trocar la vocal E por la vocal I al hablar en castellano (ello porque el lenguaje Quechua solo cuenta con tres vocales: a-i-u), por lo que es usual que por ejemplo, la palabra castellana Donde, sea pronunciada por un nativo quechua parlante como Dondi; o Pero como Piro; o Encontrar como Incontrar. Por lo que resulta extraño que siendo la traducción al Quechua del término castellano PERA, a Pira; y si es que se hace referencia a la propia palabra castellana PERA también los quechua parlante deberían pronunciar dicha palabra castellana como Pira. Sin embargo, desafiando toda lógica lingüística, este pueblo boliviano nativo quechua hablante utiliza la palabra PERA para denominar a su pueblo. Siendo abiertos de mente, esta nomenclatura puede haber devenido a este pueblo pues de muchas vías, de una contracción de una palabra, de una trasmutación de la misma, del nombre de algún elemento recordado por el pueblo, etc, etc, etc.

Intentar resolver este misterio filológico es pues una tarea que a la distancia se hace mas que imposible, puesto que no existen fuentes a las cuales recurrir como si he podido lograr en el caso de las toponimias descritas por mi en "entradas" anteriores. Por ello mismo, esta toponimia queda como una total incógnita, un misterio que quizás algún día pueda desenmarañar. En todo caso, esta toponimia resta tan sólo como algo anecdótico, puesto que es altamente improbable (no digo totalmente puesto que siempre existe cuando menos un 0.01% de probabilidad factible) que el apellido PERA devenge a alguna persona del nombre de este pueblo, muy alejado de la civilización, a gran altura y con una cantidad muy exigua de habitantes, tal que hace que las probabilidades que un nativo de la zona haya tomado como apellido la denominación de este poblado, sean en extremo escasas.

Valga la oportunidad para invitar a los lectores referirme si conocen de la existencia de alguna otra toponimia PERA en alguna otra parte o país, región, ciudad, etc. del mundo. Como siempre, queda en el lector enriquecer este blog.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Toponímia PERA en Constantinopla (actual Estambul, Turquía) - Parte V: historia de la toponímia y filología PERA


(Fotografías varias de PERA, actual Distrito de Beyoğlu, ciudad de Estambul-Turquía)
(Foto N°1: Vista de la Torre de Gálata)
(Foto N°2: Vista de las murallas de la ciudad de Constantinopla desde donde se ve al fondo, cruzando la ensenada del Cuerno de Oro, la ciudad de PERA)
(Foto N°3: Vista de las cadenas que unían las murallas de la ciudad de PERA y de Constantinopla, y que se ubicaban así para impedir el paso de barcos enemigos hacia el Cuerno de Oro)
(Foto N°4: Vista de una moneda acuñada por la colonia genovesa asentada en PERA. Un Ducado de la PERA genovesa que data de los años 1421-1435).
(Foto N°5: Vista del actual Çiçek Pasajı en la Avenida Istiklal, donde se distingue la frase Cité de PERA -en castellano, Ciudad de PERA-)

La presente "entrada", constituye el último alcance y quizás el mas directo sobre la historia de la toponimia y filología de la nomenclatura PERA para la zona sobre la que se asentó la colonia genovesa en la ciudad capital de oriente: Constantinopla.
Aquel territorio donde se ubicaba la colonia genovesa de PERA, es una zona de la cual se tiene evidencia arqueológica que fue habitada desde hace varios milenios por antiguas tribus nómades, las cuales viendo las bondades en cuanto a la calidad de la tierra en aquel lugar, así como su cercanía a la tan necesaria fuente del líquido elemento: el agua, como lo son la ensenada del Cuerno de Oro y el propio Mar Negro, tuvieron a bien dejar sus prácticas nómades, y establecerse en dicho territorio por algún tiempo, configurándose con ello como los primeros colonos de la zona que después sería renombrada como PERA. Dichas mismas evidencias arqueológicas, demuestran que aquel asentamiento primigenio tuvo su mayor punto de focalización en la parte norte del ya citado Cuerno de Oro. Ya dentro del periodo griego (entre los Siglos XI y II a.C.), aquella zona o territorio se constituía básicamente de una ladera o cuesta que se encontraba cubierta casi en su totalidad por huertos, siendo que a aquella totalidad de territorio recubierto por vastos huertos, se le pasó a denominar en lengua griega SYKAI (en castellano, el huerto de higos), no obstante, también fue coloquial la denominación de dicho mismo territorio como PERAN EN SYKAIS o SYKAIS PERAN (en castellano, el campo de higos en el otro lado), siendo que al referirse al "otro lado”, los habitantes de dicha zona hacían referencia al terreno que estaba cruzando o "al otro lado" del estuario del Cuerno de Oro. En ese orden de ideas, la nomenclatura griega PERAN aludía o hacía referencia a la frase "al otro lado", y probablemente sea de aquel término de donde deriva la nomenclatura PERA, que después sería utilizada para designar a aquel territorio ubicado al otro lado del Cuerno de Oro (como puntualizaré mas adelante).

Al florecer el Imperio Bizantino (330 d.C.-1453), su ciudad capital, Constantinopla, vivió una época de crecimiento, auge y expansión territorial. Así, el territorio que en su momento fue llamado por los griegos como SYKAI o PERAN EN SYKAIS o SYKAIS PERAN (es decir, aquel terreno que se encontraba cruzando el Cuerno de Oro), pasó a constituirse como un suburbio de la propia capital de Bizancio, esto allá por los albores del Siglo V d.C., y con ello, a ser parte integrante pero separada geográficamente de la ciudad de Constantinopla en sí. En dicho mismo momento histórico, se dio un cambio de nombre para dicho territorio, pasando a ser denominado por la generalidad de los habitantes bizantinos como GÁLATA (para este momento histórico, Constantinopla ya era una ciudad cosmopolita, y por lo mismo a pesar de la gran influencia que aún era evidente de la cultura griega y romana, se evidenciaban asimismo influencia de otras culturas las que ingresaban a través de la gran cantidad de comerciantes de todas las nacionalidades y territorios del mundo conocido para ese entonces). No obstante el cambio de nomenclatura, el único viso de desarrollo que se pudo observar con el mismo es que alrededor de la que a partir de ese entonces pasó a denominarse Gálata, fue construida una fortaleza bajo el mandato del emperador bizantino Flavio Teodosio (401-450, mas conocido como Teodosio II el calígrafo).

Sobre el origen de la nomenclatura en sí de Gálata se tejen varias hipótesis, historiadores griegos refieren que la lengua griega es el probable origen de dicha palabra, siendo derivada la misma del término griego Galaktos (en castellano, leche), denominación que probablemente fue otorgada a aquella zona debido a que como ya he indicado, la misma le servía como una muy importante tierra de cultivo, fuente de recursos, como diversas frutas, cereales, y básicamente de leche (por medio de la crianza de ganado vacuno) a la capital Constantinopla; aunque otros filólogos e historiadores griegos, refieren que dicha denominación puede derivarse del también término griego Galat que se traduce al castellano como celta (es importante indicar aquí, que los celtas se llamaban así mismos galiain -en castellano, galos-, siendo que el término celta en sí -derivado del griego keltoi- pudo haber sido a su vez tomado por los griegos, de la lengua íbera o ligur), ello porque se piensa que en dicho territorio se asentaron las tribus celtas por un corto periodo en su largo viaje hasta la actual región de Anatolia central en Turquía. Por otra parte, historiadores italianos barajan la posibilidad de que el nombre Gálata derive de un término arcaico italiano-genovés derivado de la palabra Scala, el cual es Calata (en castellano, cuesta abajo), ello relacionado a que la posición territorial de dicha zona como ya he mencionado alude a un terreno que cruzando el estuario del Cuerno de Oro, sube una pendiente hasta llegar a la cima de una colina (conocida como la colina de Gálata), por lo que contrarius sensus si nos situamos en la cima de dicha colina ya in situ, el territorio llamado Gálata se ubica cuesta abajo desde la cima de la colina hasta la ribera que bañan las aguas del Cuerno de Oro. De otro lado, historiadores galos refieren que la nomenclatura Gálata deriva de la lengua celta (el conjunto de las llamadas lenguas celtas fueron las utilizadas por los pueblos celtas, los mismos que fueron una serie de pueblos y tribus de Europa Central y Occidental, que compartían características culturales similares: tales como creencias religiosas, estructura social, estilos artísticos, sistemas de producción, etc., pero en particular es de destacar que estos pueblos utilizaban una serie de dialectos inteligibles entre sí. Los pueblos celtas utilizaban los prefijos gal- o kel- para identificarse así mismos como pertenecientes a una unidad mayor, ello se demuestra en los nombres de sus lenguas y los nombres de sus mismos pueblos: Galli, Galatae, Galaici, Gaelige, Kel(toi), Galatai. Es por ello, que los griegos los llamaron keltoi, y los romanos galli. Básicamente, los geógrafos griegos denominaban a los celtas como keltoi desde inicios del año 1000 a.C.), haciendo alusión a que en la mitología clásica Gálata era el principal y directo ancestro de la nación Gala. Es así, que el haber denominado Gálata a aquella parte de Constantinopla, se dice que remembra un antiguo origen perteneciente a las tribus celtas, tal como por ejemplo lo hace el distrito de Galati en la actual Rumania. Esta suposición de los historiadores galos y griegos (como he mencionado líneas arriba) de pretender unir a las tribus celtas, llamados gálatas, con los que provenían de la región de la Europa occidental Galia, y que se asentaron luego de recorrer un extenso periplo, en una región de Anatolia en Asia Menor, básicamente halla su asidero en que fue en el Siglo III a. C., que hubo una gran migración de galos hacia oriente, recorriendo toda Grecia y llegando hasta Asia Menor donde, después de múltiples enfrentamientos con los reyes de Pérgamo: Eumenes I (?-241 a.C.) y Atalo I Sóter (269-197 a.C.) fueron rechazados por éstos, por lo que tuvieron que dirigirse a la zona central de la ancestral Capadocia, donde se asentaron formando una región que pasó a llamarse Galacia, y por tanto sus habitantes (los galos) pasaron a llamarse gálatas o galateos. Estos mismos son aquellos gálatas a quienes se dirigió el apóstol Saulo de Tarso (6-67 d.C., conocido como San Pablo) en una de sus catorce famosas epístolas, también llamadas Epístolas Paulinas, esta fue la archiconocida: Carta a los Gálatas.
Es por ello, que a pesar que con la expansión y florecimiento de Constantinopla, y consecuentemente de su territorio "anexo" Gálata, de cierta manera a la par que a este territorio se le denominaba Gálata, quizás de manera inconsciente tanto los habitantes de Constantinopla, como los propios de Gálata, la denominaban a su vez PERA, remembrando la antigua denominación griega ya referida. Como ya he mencionado párrafos arriba, dicho mismo territorio antes de pertenecer al Imperio Bizantino, fue parte integrante del territorio griego, por lo que en lengua griega se denominaba a aquella zona SYKAI (es decir, el huerto de higos), o de manera mas exacta y en relación expresa a su ubicación geográfica fue llamada a su vez PERAN EN SYKAIS o SYKAIS PERAN (en castellano, el campo de higos en -o del- el otro lado), donde el término griego PERAN se puede traducir directamente al castellano, como "en el otro lado" o "del otro lado", lo que hace referencia a que dicha zona se encuentra cruzando o al otro lado de la ensenada (entrada de agua circular o redondeada con una boca estrecha, o "bahía refugiada") llamada en griego Khrysokeras o Chrysoceras (en castellano, Cuerno de Oro).

Es así, que Miguel XVIII Paleólogo (1225-1282), no se sabe si por decisión propia, o si por pedido expreso de los cónsules genoveses acreditados ante su imperio, dicho emperador otorgó en el año 1273 el territorio de Gálata o PERA a la República de Génova (en virtud del Tratado de Ninfeo), la cual instauró ahí con todas las formalidades del caso, su principal y mas importante colonia mercante ultramarina del Medio Oriente y Europa Oriental. Aquella zona, fue conocida primero por los colonos griegos como SYKAI o PERAN EN SYKAIS o SYKAIS PERAN, y luego por los colonos bizantinos como GÁLATA o PERA, para pasar a denominarse así de modo constante y formal como PERA, desde el arribo formal de los genoveses. Como ya he mencionado, aquella zona en tiempos bizantinos era indistintamente llamada como Gálata o PERA, mas fue con el asentamiento formal de colonos genoveses en dicha zona o suburbio, que el mismo pasó a llamarse formalmente PERA (término que sin duda deriva de la antigua nomenclatura griega de la zona PERAN).

Tras la toma de posesión formal y el asentamiento de los colonos genoveses en el antiguo suburbio bizantino de Gálata (llamado ya desde aquella antigua época PERA), se impuso la nomenclatura de PERA sobre el nombre que ya ostentaba aquel territorio, Gálata; los motivos de haber escogido un nombre sobre el otro son pues prácticamente imposibles de conocer, ¿capricho?, ¿mayor facilidad en la pronunciación?, ¿intento de, a través del cambio de nombre, hacer de evidente conocimiento público el quienes eran los nuevos gobernantes en el poder de dicho suburbio?... todas éstas son conjeturas mías, y las mismas como ello quedan, pues lamentablemente hasta la fecha no he tenido conocimiento del por qué los genoveses decidieron hacer prevalecer el nombre de PERA y no el de Gálata para referirse a su colonia, mas en lo fáctico así fue. La nomenclatura PERA para dicho territorio se ha mantenido desde ese entonces como un nombre histórico de la zona, y hasta hoy al caminar por las calles de Estambul, se pueden hallar los vestigios de aquella denominación con visos de añoranza idílica tanto entre la población común y corriente, como entre los historiadores y conocedores de la zona, ello quizás se deba a que fue mientras que existió la colonia genovesa asentada allí que aquel territorio experimentó un surgimiento sin parangón, un desarrollo y florecimiento que sólo pudo ser igualado en las últimas décadas del Siglo XX hasta la actualidad.

Una vez caída Constantinopla, el 29 de Mayo de 1453, prontamente la ciudad de PERA, como colonia genovesa cayó a su vez en manos de los turcos otomanos en fecha 03 de Junio de 1453, tal como he referido en la "entrada" anterior. Una vez fundada oficialmente la ciudad de Estambul, el 28 de Marzo de 1930 (debemos recordar que históricamente para la cultura occidental la denominación de Constantinopla continuó usándose para la designación de la ciudad que había sido refundada por los turcos otomanos tras la toma de la misma en 1453, por lo que el nombre Estambul, fue sólo reconocido como tal tras nacer la República de Turquía el 29 de Octubre de 1923), se procedió a otorgarle nombres árabes a las distintas zonas geográficas, distritos y calles de dicha ciudad, sin embargo, fue desde tiempos de la conquista turca de dicha capital, que con el pasar de los años los distintos sultanes renombraron las distintas zonas de la ciudad. Es así que la zona que era llamada PERA, como colonia genovesa, pasó luego de su conquista a denominarse en árabe Beyoğlu. El actual distrito de Beyoğlu, comprende los vecindarios de Karaköy, Cihangir, Şişhane, Tepebaşı, Tarlabaşı, Dolapdere y Kasımpaşa.

Sobre la filología de la zona que actualmente se conoce como Beyoğlu, puedo decir que dicho término se dice que proviene de la forma "turcoizada" del término italiano-veneciano Baylo. El Baylo, como ya expliqué en la "entrada" anterior, era el diplomático veneciano que se encargaba de resolver los asuntos exteriores de la República de Venecia (Siglo IX d.C.- 1797) en sus colonias ultramarinas, y mas concretamente en Constantinopla. Su labor era fundamental y muy demandante, ya que debía de observar todo lo necesario para mantener buenas relaciones con el Sultán de turno, para que con ello los comerciantes venecianos pudieren continuar con sus labores de comercio ultramarino sin mayores problemas o percances de tipo principalmente político. En ese sentido, entre 1453 y 1499, el Baylo veneciano reubicó la embajada veneciana, localizándola por fin en la denominada Vigne di PERA (en castellano, Viña de PERA). Básicamente, dicha embajada era una casa de campo estilo veraniego, donde este importante funcionario de relaciones exteriores de Venecia, podía disiparse y refugiarse de la Peste Negra que por aquellos años ya hacía aciagos los días en gran parte de Europa. Es así, que como he referido, algunos historiadores turcos señalan que la terminología Beyoğlu halla su orígen en una "turcoización" del término veneciano Baylo, porque hace referencia a la unión de dos palabras: Bey - Oğlu (en castellano, el hijo del gobernador), unión de palabras que generaban un término utilizado comúnmente por los otomanos de dicha zona para referirse a Luigi Giritti, hijo del Baylo veneciano Andrea Giritti quien mantuvo dicho cargo mientras estaba en el poder el Sultán Suleiman I (1494-1566, llamado Kanuni, en castellano, el legislador; tambien conocido en occidente como Solimán el Magnifico). La mansión en la que moraba Luigi Giritti se ubicaba en la actual plaza Taksim (en castellano, distribución, porque desde aquella plaza se distribuía el agua a toda la ciudad), localizada en el centro de la ciudad de Estambul, construcción que se distinguía por su belleza, la cual era ampliamente apreciada por los otomanos de la época. Es así que actualmente dicho territorio mantiene desde 1930 el nombre de Beyoğlu, el cual rememora la ubicación del majestuoso y suntuoso palacio del hijo del gobernador veneciano (Baylo veneciano), Luigi Giritti.

El tracto de la denominación desde tiempos arcaicos de este territorio, ha pasado como podemos ver, desde las denominaciones en griego de SYKAI o PERAN EN SYKAIS o SYKAIS PERAN, a la denominación bizantina de GÁLATA, a la denominación italiano-genovés PERA, y finalmente a la denominación turco otomana BEYOGLU. En la actualidad, se utiliza el nombre Beyoğlu para identificar a dicha zona, mas los nombres de Gálata y PERA (555 años después) aún permanecen en la mente histórica del pueblo que actualmente habita en aquella parte de Estambul (incluso mas que el propio nombre de Constantinopla para la mencionada ciudad), así como en la llamada zona antigua de esa antigua capital, personas de los mas diversos orígenes, tienen presente el pasado histórico del distrito en el que viven. PERA aún se mantiene viva entre los habitantes de Beyoğlu, PERA aún vive mas allá de la barrera temporal que nos separa de su época de auge y mayor apogeo.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Toponímia PERA en Constantinopla (actual Estambul, Turquía) - Parte IV: la colonia genovesa de PERA


(Último mapa de la ciudad de Constantinopla y la colonia genovesa de PERA, hecho por el cartógrafo italiano Cristoforo Buondelmonte en 1422, antes de la toma del Imperio Bizantino por las tropas otomanas del Sultán Mehmed II)

Luego de haber ubicado espacial y temporalmente la toponímia PERA en la antigua ciudad capital del Imperio Romano de Oriente, Constantinopla, así como las relaciones político, socioeconómicas y comerciales de los colonos y mercaderes marítimos genoveses con la antigua Bizancio, es que puedo pasar a ubicar geográfica, temporal, social y comercialmente al asentamiento principal de colonos de procedencia genovesa en el tan remembrado e histórico Imperio Bizantino.

Como ya he ido mencionando en breves trazos en las anteriores "entradas", el asentamiento definitivo y socio-económicamente mas consolidado no sólo en Constantinopla, sino en general en todas las costas territoriales bañadas por el Mar Negro y Egeo, de los ciudadanos de la Serenísima República de Génova, fue el de la denominada colonia de PERA.

Como he referido y ahondado en "entradas" anteriores referidas a este mismo tema, la Cuarta Cruzada (1202-1204) degeneró en un ataque despiadado y absoluto pillaje llevado a cabo por los cruzados o francos, quienes contaban con el perenne y absoluto apoyo de los mercaderes venecianos, así como de la propia Serenísima República de Venecia en desmedro del Imperio Bizantino y Constantinopla. Ello generó que en el año 1204, los cruzados arrebataran Constantinopla (y su suburbio anexo, Gálata/PERA, fueron llamadas indistintamente así) de la manos bizantinas, para pasar a instaurar lo que se conoció posteriormente como el Imperio Latino (1204-1261), el cual como he indicado no hubiere podido instaurarse sin el decidido y hasta cierto punto traicionero apoyo de los venecianos, quienes a partir de que asumió el poder como primer emperador latino de Constantinopla Balduino I (1172-1205), obtuvieron para sí las máximas prerrogativas y derechos en el comercio ultramarino en todos los territorios cuyas costas eran bañadas por los Mares Negro y Egeo, y quienes también desde aquella época e incluso desde siglos antes, ya utilizaban a Gálata o PERA como un centro importante de comercio. Esta situación cambió drásticamente cuando en el año 1261 Miguel VIII Paleólogo (1225-1282) arrebató del dominio franco el territorio que por derecho le pertenecía con la ayuda de la República de Génova, con la cual había pactado dicho mismo año el conocido como Tratado de Ninfeo, por medio del cual los genoveses se comprometieron a ayudar a Miguel VIII a reconquistar Bizancio y a utilizar su inmensa flota de galeras luego de la reconquista para: 1. establecer un cerco con navíos genoveses anclados en la capital bizantina, los que impedirían posibles incursiones marítimas principalmente venecianas; y 2. el abastecimiento de todos los productos y mercaderías necesarias para que tras la retoma de Bizancio por parte del insigne Miguel VIII, Constantinopla pudiese rápidamente reconstituirse, y no caer así en un periodo de escasez. Dicho plan se cumplió a la perfección, Miguel VIII Paleólogo pudo recuperar Constantinopla y el Imperio Bizantino en aquel mismo año con el apoyo genovés, tras lo cual los cruzados y buena parte de los mercaderes venecianos (quienes eran vistos por los ciudadanos bizantinos como traidores) fueron expulsados inmediatamente del territorio bizantino; para que luego honrando su palabra y el tratado suscrito, Miguel VIII se aprestara a dar una nueva regulación legal que otorgáse en primer término, todas las prerrogativas y derechos principales en el comercio ultramarino sobre todo el territorio imperial de Bizancio a los comerciantes de procedencia genovesa; y en segundo término, el otorgamiento a la República de Génova de un territorio sobre el cual podrían estos asentar su mas importante colonia, territorio el cual tendría una prácticamente completa autonomía política, económica, administrativa y judicial entregada enteramente a manos genovesas. Así, con el apoyo rotundo e incondicional de los propios emperadores bizantinos, el dominio en el comercio y economía en todo el territorio costero del Mar Negro, Egeo e islas griegas fue totalmente genovés, siendo a tal punto que, como ya he indicado en la "entrada" anterior, al Mar Negro se le conoció en los Siglos XIII, XIV y XV principalmente y de modo irónico como el "lago genovés".

Es así, que Miguel XVIII (no se sabe si por decisión propia, o si por pedido expreso de los cónsules genoveses acreditados ante su imperio) otorgó en el año 1273 el territorio de Gálata o PERA a la República de Génova, la cual instauró ahí con todas las formalidades del caso, su principal y mas importante colonia mercante ultramarina del Medio Oriente y Europa Oriental. Es así que el antiguo barrio e incluso descrito por muchos como simple arrabal de PERA, pasó a ser la colonia legal de los genoveses asentados en Bizancio, quienes prontamente se constituyeron como la ciudadanía dominante en la colonia, desplazando con ello a los antiguos habitantes de aquella tierra (venecianos, griegos, y una pequeña comunidad judía, todos comerciantes menores y hasta cierto punto calificados como "pobres"), para dar paso al florecimiento máximo de la nueva colonia comercial genovesa legítima en la zona con una población constituída predominantemente por italianos de procedencia ligur/genovesa, pero también por rezagos de mercaderes venecianos, toscanos y ragusanos. Al ser PERA una colonia anexa pero independiente de Bizancio, la misma estaba gobernada y administrada por una extructura política de corte genovés. Tal como en la propia capital de la república, ciudad de Génova, como en las demás colonias genovesas, la República de Génova (conocida como la Superba) nombró a un Podestá (término derivado del latín potestas; en castellano, poder) quien sería el funcionario encargado de gobernar y dirigir el funcionamiento político, administrativo, económico y judicial de la colonia. El título de Podestá hacia referencia a un cargo conferido a los altos oficiales de la Edad Media, era un Magistrado Jefe de la Ciudad-Estado, el mismo que era el encargado de regir todos los aspectos de la vida de la colonia, según los parámetros indicados por la autoridad central ubicada en Génova.

Como he referido, los genoveses establecieron su colonia en PERA con el claro objetivo que la misma se convirtiese prontamente en el máximo y mas importante centro del comercio ultramarino de la república, para ello dedicaron todos sus esfuerzos y en poco tiempo lograron transformar el pequeño barrio, suburbio o arrabal, en una próspera y floreciente ciudad imponentemente amurallada donde se registraban las mas importantes transacciones comerciales de los mercaderes, predominantemente genoveses (de aquello felizmente ha quedado constancia en los registros que actualmente se tiene en el archivo general de la ciudad de Génova sobre los diversos actos notariales realizados por Notarios en PERA), así como el lugar donde se tomaban las mas trascedentales decisiones sobre la política y economía que adoptaría e implantaría en adelante la República de Génova, en las demás colonias genovesas esparcidas por las principales ciudades portuarias de las riberas del Mar Negro, Mar Egeo e islas griegas. Aquellas otras colonias genovesas dependían directamente de PERA (incluso la importante colonia genovesa situada en la ciudad de Caffa -actual ciudad de Teodosia en Ucrania-, colonia genovesa desde la cual en el Siglo XIV se exparciría la llamada Peste Negra a prácticamente toda Europa), era al Podestá de la colonia de PERA a la cual los Podestá de las demás colonias genovesas de la zona debían rendirle cuenta de sus actos y haberes producto de los diversos negocios que en las mismas se realizaban, a los magistrados de PERA a los que debían acudir para pedir justicia en caso que en sus propias colonias encontraran alguna decisión que consideraran lesiva para sus derechos, así como a la cual acudían cuando se producía algún enfrentamiento con alguna otra nación para que desde PERA se enviara un cónsul que intermediara por los derechos de los ciudadanos colonos genoveses en tan lejanas tierras, los que siempre mantuvieron como directriz de sus actos y acuerdos el solucionar los problemas dialogando y transando, utilizando la fuerza sólo cuando era el único y último medio a usarse. En PERA es donde se trataban los intereses mas sustanciales de todos los mercaderes ligurianos con posesiones en todo el mediterraneo oriental y en todo el Mar Negro. El dominio genovés del comercio bizantino también significó el control de los puertos de Crimea, bajo la proteccion del Imperio Mongol. Cuando el famoso viajero árabe Shams ad-Din Abu Abd Allah Muhammad ibn Muhammad ibn Ibrahim al-Luwati at-Tanyi (703-1377, mas conocido como Ibn Battuta) visitó los territorios del Cuerno de Oro en los inicios del año 1330, el mismo refirió la amplia prosperidad de las ciudades y colonias italianas de dicha zona, siendo que luego de conocerlas acompañó a una de las esposas de Khan (en castellano, máximo gobernante) mongol que era miembro de la familia real bizantina, en un viaje de regreso a Constantinopla para visitar a su familia. La posición bizantina en el Bosforo era obviamente de importancia para ambas naciones, genoveses y mongoles, quienes querian manetener abiertos los corredores marítimos para sus aliados políticos en Egipto. PERA se constituyó así como el principal asentamiento de colonos genoveses independiente del gobierno central de Constantinopla, asentamiento el cual gradualmente se desligó de la capital bizantina gracias a su constante y rápido desarrollo económico, siendo que con PERA los genoveses lograron así mantener por primera vez de manera estable una colonia propia en Bizancio, así como otras repúblicas italianas (Nápoles, Pisa, Venecia, etc.) las que habían asentado importantes colonias formales en la "capital de oriente", formando suburbios dentro de la misma ciudad -como fue el caso de los italianos de los orígenes antes mencionados-, como fuera de ésta, siendo aquel único caso, el de los genoveses de PERA.

Dada la ya indicada importancia de la colonia de PERA, sus habitantes (en alto porcentaje comerciantes marinos) empezaron a embellecer la nueva colonia con importantes edificios y monumentos religiosos y civiles, allí encontramos quizás como el máximo exponente de la "civilización" que se implantó en PERA con la llegada de los genoveses, la llamada Christea Turris (en castellano, Torre de Cristo), torre que hasta el día de hoy podemos observar en la actual ciudad de Estambul, con sus 66.90 metros de alto, a los que se debe sumar los 35 metros que sobre el nivel del mar tiene el terreno sobre el que fue construida, lo que produce un efecto visual como si aquella torre tuviese 101.90 metros de altura (algo realmente impresionante para aquella época e incluso hasta hoy en día), siendo el diámetro de la misma de 16.45 metros en su base y 8.95 metros dentro de la misma, con muros de 3.75 metros de espesor. Algunas leyendas contemporáneas relatan que el primer vuelo de un ser humano del que se tenga registro sucedió desde esta gran torre, cuando en el año 1638 Hezarfen Ahmet Çelebi, voló convirtiéndose en el primer aviador del mundo usando alas artificiales para cruzar en vuelo desde la parte mas alta de esta torre sobre el Estrecho del Bósforo, arribando a las cuestas de Üsküdar, en la región de Anatolia. Durante los primeros siglos de la era Otomana, la Torre de Gálata (como se empezó a llamar a esta torre luego de la conquista turca de Constantinopla), fue ocupada por un destacamento de Jenízaros, siendo que en el Siglo XVI la torre fue usada como prisión para prisioneros de guerra que luego usualmente eran dispuestos como esclavos que trabajarían en las galeras. Durante el reino de Selim II (1524-1574), esta torre fue utilizada como punto de observación del astrónomo otomano Takiuddin quien poseía así su propio observatorio en PERA. La famosa Torre de Gálata, ha sido reconstruida en múltiples ocasiones a lo largo de los siglos, la mas notable de dichas refacciones se dio luego del gran incendio que devoró prácticamente toda la ciudad de Gálata en el año 1794, el techo en forma de cono ha sido restaurado para darle a la torre una apariencia mucho mas parecida a como era la misma en el periodo de domino genovés en aquel territorio, siendo finalmente abierta al público como lugar turístico en el año 1967. Dicha torre, fue construida por los colonos genoveses de PERA, en reemplazo de la antigua torre construida por los bizantinos en dicha zona (cercana a la Christea Turris) llamada Megalos Pyrgos (en castellano, gran torre). Esta antigua torre, se encontraba situada al norte del Cuerno de Oro, y desde la misma se podía divisar por completo en 360 grados el territorio que la circundaba. La histórica Megalos Pyrgos fue completamente destruida y arrasada por los francos tras la Cuarta Cruzada, mas su recuerdo estaba tan presente en la memoria de la gente que había tenido la fortuna de observarla en su esplendor, que tras la recuperación del Imperio Bizantino por Miguel VIII Paleólogo en el año 1261, y con la entrega formal del dominio y semi autonomía de dicho territorio a sus aliados genoveses en el año 1273, estos últimos construyeron en el año 1348 una nueva torre en el punto mas norteño y alto de la colina de Gálata, similar a la antigua.

Otra construcción a destacar, es la Iglesia Dominica de San Pablo construida en el año 1233 durante el domino latino de Constantinopla, y que durante el anterior dominio bizantino estaba dedicada a Irene Serantapechaina (752-803, conocida como Santa Irene de Atenas), en el año 1299 Fray Guillaume Bernard de Sévérac compró una casa junto a dicha iglesia y estableció un Monasterio dominico con doce frailes, después de la caida de Constantinopla, de acuerdo a la capitulación del Imperio Otomano con la Republica de Génova, la iglesia, permaneció en manos genovesas, pero entre 1475 y 1478 fue transformada aunque con menores modificaciones en una mesquita por el Sultán Mehmed II (1432-1481) y comenzó a ser conocida como Galata Camii (Mezquita Gálata). Los frailes fueron transferidos al monasterio de San Pedro en PERA en 1476, mientras todas las ropas del altar fueron retornadas a Génova y sus archivos a la colonia genovesa de Caffa. Posteriormente sufrió diversos incendios pero fue restaurada entre 1913-19, siendo que durante los reemplazos del piso de madera, fueron descubiertas muchas lápidas genovesas las cuales databan de la primera mitad del Siglo XIV hasta mediados del Siglo XV), hoy es conocida como Arap Camii, debido a que fue entregada por el Sultan Bayecid II (1447-1512) a los árabes expulsados de la España imperial, quienes escaparon de la inquisición española y quienes viajaron para hayar refugio en la actual Estambul. Otra edificación importante, es el Palacio Genovés (Palazzo del Comune; en castellano, Palacio del Municipio), construido en el año 1314 por el Podestá genovés Montano de Marinis, edificio del cual aún hoy se pueden ver sus ruinas detrás de la calle de los Bancos en Karaköy, muchos ornamentos los cuales estaban originalmente en la fachada del Palacio Genovés fueron usados para embellecer los edificios de bancos turcos del Siglo XIX, en los finales del periodo otomano.

El viajero catalán Pero Tafur visitó la ciudad de PERA poco tiempo antes de la caída de Constantinopla, y de la sujección a la que PERA se vio obligada a estar frente al poderío del Imperio Otomano. Tafur nos relata en el libro titulado: "Andanças e viajes de Pero Tafur por diversas partes del mundo avidos (1435-1439)", lo siguiente: "La ciudad de PERA esta compuesta por dos mil vecinos, muy bien amurallada, con buenas zanjas y barreras, buenos monasterios e iglesias, calles bien hechas, con buenas casas, la ciudad tiene altos edificios tal como Génova. Está compuesta en general por griegos, pero la gente que la gobierna y que tienen oficios son genoveses. Se hacen en ella bastantes intercambios comerciales, de lo que traen por el mar mayor, como de lo que traen del poniente y de la Siria y Egipto, y así son todos ricos. Esta PERA antiguamente se llamaba Gálata. Y de esta vuelta que hice del mar mayor, estuve dos meses en Constantinopla y PERA, y de allí partí en una nao a Ancona...". De este brevísimo relato del conocido trotamundos Pero Tafur, podemos advertir que como indica claramente, con el estblecimiento de los genoveses en el gobierno de PERA, el antiguo arrabal de Gálata pasó a ser una imponente ciudad con construcciones similares a las que habían en la propia Génova, así como podemos ver que a pesar que la mayoría de sus habitantes eran de orígen griego, sus mas altas autoridades y sus comerciantes eran genoveses, "todos ricos" en palabras del propio Tafur.

Así pasaron prácticamente dos siglos, siglos de expansión y florecimiento en los negocios de comercio ultramarino genovés, los marinos genoveses encontraron pronta prosperidad y mejoraron rápidamente su estatus de vida, así como lo hizo la propia capital de la república, la ciudad de Génova. No obstante ello, dicha prosperidad, bonanza y años de progreso económico, se vieron interrumpidos paulatinamente desde la caída de la ciudad de Constantinopla, y del Imperio Bizantino, en manos del Imperio turco-otomano. La historia de la caída de Constantinopla en el año 1453 ya ha sido materia de estudio e investigación expuesta por mí en las "entradas" anteriores (Partes I y II), mas me parece importante resaltar algunos puntos de la participación de la colonia genovesa de PERA en aquel momento tan trascendental de la historia de la humanidad.

Con la caída de Constantinopla no sólo caía la capital del Imperio Bizantino, sino a su vez caía el Imperio mas grandioso que la historia ha podido registrar clara y contundentemente, el Imperio Romano. Una nueva etapa se inició en 1453, y los ciudadanos genoveses (para bien o para mal) tuvieron quizás una de las participaciones con sentimientos mas contradictorios de las que se pueda tener conocimiento. El sitio a la ciudad de Constantinopla inició oficialmente el 06 de Abril de 1453, un potente cañonazo de las huestes turco-otomanas dirigido hacia la histórica Puerta de San Romano rompió el silencio, y con ello dio comienzo a uno de los mayores cismas que ha vivido el mundo en épocas medievales. Se dice que aquellos gigantescos cañones utilizados por Mehmed II (1432-1481) fueron construidos en la ciudad de Adrianópolis (actual ciudad turca de Edirna) por un herrero rumano o rumeliano llamado Urbano, quien primero ofreció sus servicios a los bizantinos, mas éstos no accedieron a adquirir los mismos (se dice que quizás por no contar con el dinero suficiente para pagarle al mismo, o que quizás se debió a que dentro de la estructura amurallada de la ciudad no había lugar posible donde ubicar cañones de tan gigantescas proporciones), desde aquella ciudad tuvieron que transportarse los mismos hasta las afueras de Constantinopla, las bolas de piedra que disparaban dichos cañones tenían 07 pies -2.1336 metros- de circunferencia y pesaban cerca de 1,200 libras -544.311 Kg.- (aún se pueden ver dichos cañones en Estambul; el mas grande de estos cañones pesaba cerca de 09 toneladas por lo que su desplazamiento desde la fundición ubicada en Adrianópolis hasta las puertas de Constantinopla demandó el trabajo de halado de 30 bueyes y 100 hombres, esta monstruosidad de la ingenieria de la destrucción tenía 8 metros de largo, el grosor de sus paredes era de 20 centímetros y su diámetro oscilaba entre los 80 centímetros en la culata a 240 centímetros en la boca. Por mas difícil que sea de creer, algunos testigos aseguran que podía lanzar fácilmente proyectiles de 850 kilos a 1,6 kilómetros de distancia, y que el estruendo de sus disparos podían ser oídos a 15 kilómetros a la redonda. Ante la utilización de tales cañones por los turcos, podemos comprender mejor el pavor que deben haber sentido los habitantes de Constantinopla y PERA, con sólo ver las dimensiones de tal arma, y peor aún al sentir el estruendo y la destrucción que con cada nueva explosión causaban). Durante los primeros dias del sitio, Mehmed II asignó a sus comandantes sus posiciones, la región de PERA y el este del Cuerno de Oro fue asignada a Zağanos Pasha. El Emperador Bizantino Constantino XI Paleólogo (1405-1453, quien se había casado dos veces: la primera el 01 de Julio de 1428 con Maddalena Tocco -nacida como Teodora Tocco- quien era sobrina del gobernante italiano del Despotado de Epiro, Carlo I Tocco; y en segundas nupcias con Catterina Gattilusio, hija del Señor genovés gobernante de Lesbos Francesco I Gattilusio, ambas murieron dejando viudo y sin hijos al último emperador real de Constantinopla) realizó un censo en la ciudad para poder ver la cantidad de hombres con los que efectivamente contaba para poder hacer frente al enemigo otomano, el resultado de dicho censo fue mas que desalentador, en la ciudad no habían sino a lo sumo entre 6000 a 7000 soldados dispuestos a pelear; no obstante pasaba algo muy resaltable, entre aquella soldadesca se confundían en una sola armada guerreros de múltiples las nacionalidades, griegos, latinos, italianos, catalanes, incluso un pequeño constingente de otomanos renegados dirigidos por el Príncipe turco Orján, exiliado en Constantinopla, todos los cuales pelearon con heroismo y entereza felices de morir por lo que consideraban un honor, salvar a Constantinopla.

El 02 de Abril de 1453, ante la inminencia de un nuevo asalto y asedio turco a la capital bizantina, el Emperador Constantino XI Paleólogo dispuso que se extendiera una larga cadena sobre la entrada de la ensenada del Cuerno de Oro, la misma que unía las murallas costeras de PERA y Constantinopla, lo que impedía que cualquier tipo de embarcación pudiese penetrar desde el estrecho del Bósforo hacia las débiles defensas costeras de Constantinopla en las riberas del Cuerno de Oro. Para ello, el veneciano Niccoló Barbaro dispuso entre nueve a diez de sus mas grandes barcos en la bahía, a efectos que resguardasen la cadena que había sido colocada; de aquellos barcos, cinco eran galeras genovesas, tres eran de la isla de Creta, una de Ancona y una de la propia Constantinopla.

De acuerdo al diario del veneciano Niccoló Barbaro, testigo presencial de los hechos, el 22 de Abril Mehmed II decidió utilizar el recurso naval para intentar dar un giro en su destino luego de casi 20 días de asedio sin resultados, haciendo que sus aproximadas 145 embarcaciones, las cuales estaban a la espera de su orden de ataque, se movilizaran. Para aquel momento, es presumible que Mehmed II ya había concebido la factibilidad de una idea que a primera vista podría haber sido considerada una real locura. Mehmed II con gran agudeza, tenía muy presente la historia de los sitios anteriores de Constantinopla, y había caído en la cuenta que si todos estos habían fracasado a pesar de muchas veces contar con gigantescas ejércitos, era el factor marítimo. Todos los sitios con los que se había pretendido tomar Constantinopla no tuvieron en cuenta que si dicha ciudad resistía los mismos, era porque los emperadores bizantinos siempre se habían preocupado de mantener libre la entrada marítima de barcos cargados de provisiones, la que permitía a dicha ciudad mantenerse abastecida por todo el tiempo que se requiriese. Mehmed II había estudiado inteligentemente dicho factor, y por ello consideró imperioso que sus embarcaciones cruzaran a como dé lugar la gran cadena dispuesta por los bizantinos y que cerraba el paso marino en la entrada del estuario del Cuerno de Oro desde la muralla de PERA mas cercana a la ribera, hasta la muralla mas cercana a la ribera de Constantinopla. Teniendo en cuenta todo ello, el Sultán propuso a sus comandantes una idea tan delirante como ingeniosa (algunos historiadores no obstante, señalan que dicha idea ya había intentado ser puesta en práctica por un emperador serbio siglos antes, mas éste no pudo concretar la misma por lo que aquella supuesta excentricidad se dejó de lado), Mehmed II propuso que si sus embarcaciones no podían cruzar por vía marítima el estrecho del Bósforo y penetrar por el Cuerno de Oro por el irrevasable obstáculo de la citada cadena naútica, una parte -aproximadamente la mitad- de su flota cruzaría por tierra desde las riberas del Bósforo hasta posicionarse nuevamente en aguas de las riberas del Cuerno de Oro. La idea era construir un "camino" hecho de troncos de madera por el que se deslizarían casi 70 barcos otomanos, a través de un sendero que los llevaría a rodear las murallas del ala norte de la ciudad de PERA; así, una vez rebasado dicho camino, las embarcaciones turcas quedarían en perfecta posición dentro del mismo Cuerno de Oro desde donde podrían bombardear a su antojo las murallas de la ciudad de Constantinopla en su lado mas débil. El 22 de Abril fue el día indicado, y el Sultán aprovechó la neutralidad que había declarado el Podestá genovés de la ciudad de PERA, Angelo Giovanni Lomellino, frente al nuevo intento otomano por hacerse de la capital de Bizancio, para contando con esta iniciar la construcción del camino que llevaría a los turcos a la victoria final. El Sultán tenía que ser sincero consigo mismo, y por tal, sabía también que le sería imposible atacar "el corazón de la bestia" desde su posición en tierra, sin verse forzado a atacar directamente a las escasas pero poderosas naves bizantinas y a la fortificación, en extremo "dura de roer". Todo ello, hizo que Mehmed II dispusiera de inmediato la ejecución de su extraordinario plan, y en poco tiempo ya contaba con un camino hecho de troncos de árboles engrasados, listo para ser utilizado; pero sabiendo el Sultán del gran estrépito y bullicio que generaría dicho paso, mandó que el mismo se diese durante la noche y madrugada, y que para aplacar de algún modo el ruido producido, toda aquella noche tuviesen actividad los cañones turcos para que el estruendo de los mismos opacara y "silenciara" el de las embarcaciones cruzando por el camino de rodadura dispuesto alrededor de la ciudad de PERA. Las órdenes de Mehmed II se cumplieron al pie de la letra, a pesar que quizás muchos de sus generales y soldados pensaran que aquello era prácticamente una locura, el sólo hecho de pensar en cómo transportar dichos 70 barcos por un territorio sumamente ondulante, con pequeños desniveles y una gran colina la cual debían sortear, hacían de aquella idea algo delirante. Pero la convicción del Sultán era tan o mas grande que su poder, por lo que sus generales no tuvieron mas que dar inicio a tamaña empresa. Básicamente, primero se utilizó a miles de soldados para afirmar el terreno por donde se colocarían los troncos engrasados, luego se dispusieron los mismos uno junto al otro, para finalmente utilizarse la fuerza de halado de unos 200 bueyes y varios miles de marineros turcos, los mismos que al unísono tiraban de cada embarcación que pretendía cruzar. Mientras la oscuridad de la noche cubría como un manto ténue pero invulnerable los mástiles y las velas otomanas, los rodillos de madera engrasados previamente se pusieron en marcha, lo que facilitó la labor de halado de los bueyes y marineros musulmanes. Todo funcionó como un engranaje perfecto, y uno a uno fueron cruzando los barcos otomanos por el territorio de PERA y bordeando la colina del mismo, con lo que lograron hacer cruzar sus embarcaciones desde las aguas del estrecho del Bósforo hasta las aguas que bañaban el puerto de Constantinopla en la ensenada del Cuerno de Oro, en total unos 12 kms. La operación se llevó acabo, como ya he mencionado, durante toda la madrugada; algunos historiadores argumentan que el sigilo con el que actuaron las huestes de Mehmed II unido al estruendo incesante de sus cañones hicieron que ninguno de los habitantes de PERA, siquiera sintiese en lo mas mínimo que una flota de tamaña envergadura estaba cruzando de costa a costa y en sus narices la localidad, mas otros historiadores suspicaces arguyen que el Podestá genovés Lomellino sabía perfectamente del plan turco ante el cual "se hizo de la vista gorda", dada la neutralidad declarada de PERA como colonia genovesa, pues era prácticamente inverosímil e increible desde todo punto de vista, que cerca de 70 barcos de gran calaje hayan pasado literalmente "por las narices" y frente a las murallas de PERA sin que ningún vigía lo haya notado (algunos historiadores arguyen en favor de Lomellino y de la República de Génova que el hecho que al terminar de cruzar los barcos otomanos y una vez instalados en aguas del Cuerno de Oro, se indique por algunos historiadores que la flota turca realizó un pequeño ataque a modo de escaramuza contra la fortificación de la ciudad de PERA, lleva a pensar que los mismos no conocían del ataque); a pesar de ser cierto que el sólo hecho de pensar que eran barcos los que cruzaban por tierra de una ribera a otra, era algo descabellado y por ende, imposible. Finalmente los navíos turcos pudieron traspasar su largo "peregrinaje" de costa a costa, y fueron devueltos a su elemento, siendo transportados de un mar a otro atravesando montes, valles, viñedos, campos y bosques, sin olvidarnos de que tuvieron que rodear la colina de PERA, con lo que el magnífico ardid de Mehmed II llegó a su término con éxito cuando sus galeras ingresaron al Cuerno de Oro por una pequeña bahía llamada "Primavera fría".

Aquella noche del 22 de abril de 1453, setenta barcos con su General al mando, capitanes y huestes, cruzaron bordeando el territorio de la asimisma declarada neutral colonia de PERA, a partir de ese momento, la suerte de Constantinopla estaba echada. A la mañana siguiente, los habitantes de Constantinopla y entre ellos mas aún los genoveses de PERA (si es que tomamos como verdadera la hipótesis que los genoveses de PERA no conocieron de tal movimiento), despertaron sin poder salir de su asombro, pues les parecía todavía seguir soñando. La mitad de la flota enemiga parecía haber sido transportada por espíritus a través de los aires, los barcos turcos desplegaban por entero sus velas, con evidente suntuosidad, dentro del mismísimo corazón de la inaccesible ensenada del Cuerno de Oro, y apuntaban sus cañones a las cercanas murallas de Constantinopla. Los bizantinos no alcanzaban a comprender cómo había podido ocurrir semejante milagro, cómo cerca de setenta barcos de gran tamaño habían podido cruzar la por completo el territorio (y mas aún la colina) de PERA, que los separaba y guarecía del supuesto imposible ataque, sin siquiera ser vistos ni oídos por nadie. Las trompetas y tambores otomanos empezaron a repicar al iniciar la mañana augurando así su victoria frente a las murallas bizantinas que hasta entonces quedaban resguardas por el puerto; la totalidad del Cuerno de Oro, a excepción de aquella lengua de tierra llamada PERA, donde aún se encontraba inmovilizada la pequeña flota italiano-bizantina, estaban en poder del sultán y de su ejército marino, todo gracias a aquel genial e inaudito golpe de audacia. El Sultán Mehmed II podía ahora conducir ahora sus tropas desde sus naves contra la débil muralla de la capital oriental, quedando casi plenamente en sus manos el ala más endeble de la muralla de protección de Constantinopla. El puño otomano a partir de aquel momento iba apretando cada vez de modo mas enérgico el cogote de su víctima cristiana.

Debo mencionar aquí, que por todos es repudiable la actitud tanto de la República de Venecia, como la de la República genovesa, las que históricamente habían obtenido provecho de su comercio con Bizancio, y habían alcanzado el desarrollo económico y social, en base a la riqueza lograda con ayuda del Imperio Bizantino. Siendo así, el que ambas repúblicas decidiesen no apoyar a la defensa de Bizancio, fue y aún es tomado como una "traición" por parte de estos dos socios comerciales de Constantinopla. Pese a ello, debo aclarar que no obstante dicha actitud de aquellas repúblicas, aquel trago amargo se ve sublimado cuando pensamos en aquellos pocos colonos genoveses de PERA quienes si honraron a la ciudad que les había otorgado una manera de subsistencia, y decidieron traspasar los muros de su colonia para acudir a su encuentro con la muerte segura, con la inmortalidad. Angelo G. Lomellino hizo caso omiso a aquel heroico esfuerzo de sus compatriotas, y en uso de sus facultades legales como Podestá, máximo cargo de la dirección genovesa en la colonia, declaró -como ya mencioné- la neutralidad absoluta de la colonia genovesa instalada en la ciudad de PERA. Si aquellos pocos que ofrendaron sus vidas por Constantinopla bastan para redimir a los muchos que por egoísmo absurdo se negaron a participar en la defensa de la ciudad capital bizantina, lo dejo enteramente a juicio del lector, mas en mi concepto aquel esfuerzo sí redimió a los que por miedo o ingratitud se negaron.

Asimismo, de cierta manera la ayuda brindada en al inicio de la batalla por el notable genovés, Giovanni Giustiniani Longo (?-1453) y sus 700 soldados, también forjan en nuestras mentes cierta sensación que si no obstante la República de Génova le dio la espalda por completo a Bizancio en resguardo de sus propios intereses; fueron los propios ciudadanos genoveses, los que lucharon por Bizancio y murieron en la inmortalidad desobedenciendo el mandato del Podestá y de la Superba, para acudir por su cuenta y riesgo al resguardo de "la mas bella de las ciudades". Al día siguiente, el 23 de Abril, se dio un consejo de guerra según indica el veneciano Niccoló Barbaro, en el que probablemente incluso se encontraba Giustiniani, el cual evaluaría el mejor modo de repeler a la flota turca ya instalada plenamente en la ribera norteña del estuario del Cuerno de Oro. Se discutieron en aquel momento varios planes, pero finalmente se decidió que Giacomo Coco -comandante de las galeras venecianas de Trebisonda- intentaría incendiar las galeras otomanas por medio de un ataque nocturno a las mismas. Coco se ofreció para realizar dicho ataque de manera voluntaria, pero no quería hacerlo inmediatamente sino con la ayuda de los genoveses de PERA, por lo que su pedido fue aceptado, lo que demoró el ataque del 24 al 28 de Abril, día en el que finalmente Coco decidió atacar. Algunos historiadores consideran extraño que los genoveses de PERA tuviesen que decidir su participación en el ataque, aunque ello se puede explicar en una probable actitud dubitativa al encontrarse entre la espada y la pared: ayudar a sus compatriotas afincados en Constantinopla y con ello arriesgar sus vidas y la seguridad de su colonia, o respetar el mandato de su Podestá y permanecer neutrales con los consiguientes beneficios que aquella actitud les traería si es que el Sultán otomano ganáse finalmente la batalla y tomáse Bizancio. Según relata Niccoló Barbaro, testigo presencial veneciano, los genoveses de PERA se decidieron por la segunda opción, e incluso Barbaro (quien odiaba a los genoveses) señaló que fue el propio Podestá Angelo Lomellino quien le reveló el inminente ataque a Mehmed II, quien conociendo del mismo preparó en el acto una "cálida" recepción para los temerarios hombres de Giacomo Coco. Es así que en la madrugada del día 28 de Abril, aún durante la penumbra, dos grandes barcos cargados con bolas de algodón y lana (las cuales se incendiarían) sirvieron como la punta de lanza del ataque cristiano, para que posteriormente seguidos por algunos bergantines atacaran. Debido a sus ansias de gloria, Coco adelantó sus líneas pero el silencio pronto se rompió por los cañonazos de los barcos turcos. El barco del veneciano Giacomo Coco se partió al instante, mientras que el también veneciano Capitán Gabriele Trevisano sin poder ver por la bruma, la oscuridad y el humo fue prontamente presa del fuego turco. Aquel ataque por lástima no surtió ningún efecto positivo para los bizantinos, ya que los cristianos perdieron dos barcos, mientras que los otomanos sólo uno, asimismo, los turcos capturaron un número considerable de italianos y griegos que habían intentado escapar a PERA, quienes pertenecían a las huestes de Giacomo Coco. Al llegar las primeras luces de aquel mismo día, Mehmed II puso a cuarenta de los capturados ante la mirada de sus parientes y compañeros en sitio, quienes los observaban desde las murallas de la ciudad capital, con la clara intención de asesinarlos en frente de los mismos como amenaza, a lo que el emperador Constantino XI ordenó que 260 prisioneros turcos fuesen colgados de los torreones defensivos en las murallas de la ciudad. Las fuentes normalmente indican que los genoveses de PERA en algún sentido advirtieron a los turcos, aunque quien asevera ello principalmente es Niccoló Barbaro, lo que es en extremo sospechoso ya que siendo veneciano no sería extraño que intentara inculpar a sus enemigos acérrimos con dicha supuesta "traición". Los genoveses en contraparte, indicaron que el plan falló desde el inicio ya que los venecianos adelantaron sus líneas de ataque demasiado pronto. Sea como fuere, está perfectamente claro que tanto la República veneciana como la genovesa no tuvieron una actuación tal como los bizantinos esperaban, ello en relación a los largos siglos en los que ambas repúblicas se habían beneficiado económicamente, tornándose en potencias navales en lo concerniente al comercio ultramarino (con posesiones territoriales y colonias a lo largo de todas las costas de los mares Mediterráneo, Negro y Egeo), y al tema bélico en general.

Pese a aquella actitud tan deplorable de la República de Génova, expresada claramente en la decisión del Podestá de PERA, Angelo G. Lomellino, a finales del mes de Enero de 1453, llegó a Constantinopla un noble genovés, el mismo que se decía era todo un experto en defender ciudades en sitiadas, aquel hombre era Giovanni Giustiani Longo -a quien ya me he referido en esta "entrada" y en las entradas I y II referentes a este tema-. Giustiniani arribó a la capital bizantina con dos galeras procedentes de su natal Génova en la cual transportaba un pequeño contingente que había reclutado él mismo, en el que se hallaba su propia tripulación y muchos otros marineros genoveses quienes sumaban unos 400 hombres, mas unos 300 que se enrolaron a su servicio procedentes de las islas de Quíos y Rodas (colonia genovesas), haciendo un total de 700 soldados. Algunos indican que fue el propio Constantino XI quien invitó a Giustiniani prometiéndole que de salvarse la ciudad con la ayuda de los cristianos romanos, le entregaría a estos ya no en concesión temporal sino de manera perpétua, la isla griega de Lemnos. El hecho es que al arrivar Giustiniani a Constantinopla, éste dada su investidura y siendo casi una leyenda viva, fue puesto inmediatamente en el cargo de defensor máximo de la ciudad en el rango de Protostrator. Ya iniciada la batalla, y en plena defensa de la puerta de San Romano, Giustiniani Longo fue herido por una culebrina, y a pesar de la petición del propio Emperador Constantino XI para que este permaneciera aunque sin luchar con el mero afán de servir como presencia que alentara a la tropa a seguir dando fiera batalla contra la inmensamente superior en cantidad tropa otomana, Giustiniani decidió retirarse del campo de batalla y embarcarse en una galera genovesa con dirección a la colonia italiana instalada PERA para después enrumbar a la isla de Quíos. Ello no sólo trajo una demoralización generalizada a las tropas que luchaban por preservar Constantinopla, sino que quizás el peor efecto fue que los 700 soldados profesionales que había llevado Giustiniani Longo decidieron ir tras su máximo jefe, acto que hasta nuestros días es visto por historiadores y conocedores del tema como una cobardía de dicha soldadesca, la cual tuvo como excusa perfecta para no seguir combatiendo al embravecido ejército enemigo, el supuestamente ir "resguardando" el regreso de su Capitán. Sin embargo, ello como he dicho sólo acarreó que la caída de la ciudad capital bizantina fuera mas pronta, pues evidentemente 700 soldados así fuesen profesionales no iban a poder resguardar a dicha ciudad ante un enemigo que en proporciones eran casi de 11 a 1. Con todo, Giovanni Giustiniani Longo murió unos pocos días después en Quíos, tras no poder ser curadas sus heridas por los mejores médicos de dicha isla. El genovés Leonardo de Quíos (testigo presencial en la batalla por Constantinopla) cuenta que Constantino XI le expresó en aquella oportunidad al herido Capitán Giustiniani: "Mi hermano, ¿por qué haces esto? Retorna a tu posición. Esta herida no es sino algo fútil. Regresa, ahora es cuando mas se necesita de ti. ¡La ciudad depende de ti para su salvación!", y ante aquella declaración del emperador se abren dos versiones, la del propio Leonardo de Quíos, según la cual tras las palabras de Constantino XI, Giustiniani respondió al emperador diciendole: "Dale a mis hombres la llave de la puerta" (haciendo referencia a la puerta de San Romano), y una vez abierta la misma el Capitán genovés y sus hombres siguieron su camino hacia las galeras que los conduciría a PERA; pero como he señalado también existen otras versiones que no indican una salida tan "poco valerosa" para el capitán Giustiniani. Asimismo, el Cardenal Isidro de Kiev (1385-1463, conocido también como Isidro de Tesalónica), enviado personal del Papa Nicolás V (1397-1455, nacido como Tommaso Parentucelli) con 200 arqueros napolitanos quienes ayudarían en la defensa de la ciudad, resolvió salvar su vida ante la inminente muerte, tras cambiarle de vestimenta con un indigente quien fue rápidamente apresado y ejecutado por las huestes otomanas (algunas fuentes señalan que el Cardenal cambió su ropa con un ciudadano muerto), tras lo cual fue tomado prisionero escondiendo su real identidad y fue enviado en barco como un esclavo mas con rumbo a Asia Menor.

Una vez consumada la toma de Constantinopla por los turcos-otomanos, el Podestá genovés en PERA, Angelo Lomellino, dispuso inmediatamente que fueran cerradas las puertas de la ciudad amurallada las cuales se ubicaban en la parte de la bahía. Lomellino tenía por qué estar asustado, pues una vez tomada la ciudada capital por los turcos, Mehmed II ordenó la inmediata muerte de todos aquellos que habían participado en la defensa de la ciudad, y entre ellos, principalmente los "extranjeros" (tales como los Hnos. Contarini, Girolamo Minotto, Peré Juliá, etc.). Ante tal situación, Lomellino envió mensajeros para que conversaran con el Sultán y le ofrecieran las llaves de la ciudad de PERA, intentando con ello salvar la integridad de su vida y de la de los demás habitantes de PERA. Mehmed II aceptó y tomó a los habitantes de PERA como sus súbditos, imponiendo un gobernador turco que confiscaría la propiedad de todos aquellos que huyeron de dicha colonia, y ordenó la demolición de las torres y murallas de la ciudad. A los habitantes de PERA no les restó mas que aceptar su nueva condición frente a el Sultán, pues de ello dependía su propia vida. La ocupación turca de PERA ha sido elocuentemente descrita en una carta enviada por el Podestá Angelo Lomellino a su hermano el 23 de Junio de 1453, casi un mes luego de la caída de Constantinopla. En aquella carta, Lomellino le refirió a su hermano lo siguiente:"Mi noble y mas querido hermano: si no he escrito antes esto, y no he respondido las cartas que he recibido de ti, perdóname, porque he estado y estoy incesantemente en un tipo de melancolía y tan preocupado que prefiero morir que vivir. Estoy seguro que has sabido antes de esta carta de la inesperada caída de Constantinopla, tomada por el Señor (turco) el veintinueve del pasado mes, un día que estuvimos esperando con anticipación, porque parecía contener una victoria para nosotros. El Señor (turco) dio batalla toda la noche en todos los frentes, y batalló con coraje en todos los puntos. Para decirlo en corto, como sea, en la mañana Giovanni Giustiniani dejó su pórtico, retirándose hacia el mar, y los tucros entraron por esa puerta donde no se ofrecía resistencia. Quiero creer que esto viene de nuestros pecados. Considerando mi naturaleza, sólo imagina cómo estoy ahora. Dios me de paciencia. Los turcos dieron la ciudad a tres días de saqueo. Tú nunca has visto un sufrimiento igual. Ellos tomaron un botín inestimable. Yo envié en defensa de la ciudad todos los mercenarios de Quíos y todos aquellos enviados de Génova así como a buenos ciudadanos y burgeses de aquí (PERA) y, en lo que nos concierne, a nuestro Imperiale (sobrino de ambos Hnos. Lomellino) y a los criados de nuestra familia. Por mi propia parte he hecho tanto como he podido, Dios sabe, yo siempre reconocí eso, si Constantinopla era perdida, nosotros perderíamos este lugar también...". Lomellino apuntó además, que algunos genoveses se salvaron asimismos huyendo, otros fueron capturados en las palizadas, el resto fueron obligados a permanecer en la ciudad de PERA, porque los capitanes de los barcos no esperaron por la gente que quería escapar, refiere Lomellino a su hermano: "Yo prefiero perder mi propia vida a dejar esta tierra. Si yo me fuese, este lugar, de este modo abandonado, sería saqueado". Así, el Podestá envió embajadores a hablar con Mehmed II a quien le entregarían algunos regalos y las llaves de PERA, junto a un pedido referido a que la paz que fue obtenida entre los turcos y los genoveses debería ser observada. No hubo una respuesta inmediata del Sultán, en lo que demoraba la misma, el frenético Podestá trató de mantener la calma en la aterrorizada colonia, cuyos habitantes temían un saqueo y ultraje tal como habían visto que sucedió en Constantinopla, por lo que suplicaban a los capitanes de los barcos que permanecieran unos días mas antes de zarpar para sus destinos, porque estaban seguros que si el Sultán no era provocado, el mismo podía mantener su palabra de paz. No obstante el pedido ciudadano, los capitanes de los barcos no perdieron la oportunidad de escapar y zarparon a la medianoche. Lomellino refiere sobre ello: "Cuando en la mañana el Señor (Mehmed II) recibió noticias de la salida de los barcos, el informó a mis embajadores que el quería un rendimiento incondicional -terra libera (en castellano, tierra libre)- nosotros pudimos apenas salvarnos a nosotros mismos y nuestras propiedades personales, porque él dijo que nosotros hicimos todo lo posible para salvar Constantinopla, y esa era la razón del por qué los turcos no tomaron el lugar el primer día. Ciertamente ellos hablaron la verdad. Estabamos en el mas grave peligro". Pese a la extrema dificultad, la paz con los turcos fue hecha por los genoveses en el nombre de los burgueses de PERA. El Podestá Lomellino ahora se mantenía detrás de escena, posiblemente ello se debió a alguna orden de no aparecer según los términos impuestos por Mehmed II. Lomellino, no obstante ello, hizo un pago para visitar al Sultán, quien ingresó a PERA dos veces; en las cuales ordenó que las defensas, incluyendo la Torre de Santa Cruz, fueran demolidas; así como tomó todos los cañones e intentó tomar todas las municiones y armas de los burgueses de la ciudad; también hizo un inventario de todos los bienes y propiedades de los habitantes que habían huido, pues si estos retonaban sus posesiones serían restauradas, si no lo hacían serían confiscadas. Los fujitivos, congregados en la colonia genovesa instalada en la isla de Quíos, fueron notificados de esta decisión. Mehmed II partió después hacia Adrianópolis, pero dejó a uno de sus hombres (llamado por Lomellino como "esclavo") al mando de PERA, y dejó a un Subashi y un Kadi con 1,500 jenízaros en Constantinopla. El Sultán dotó a inicios de Junio de 1453, para la comunidad genovesa de PERA de un funcionario que los ayudaría a desocupar la ciudad, y permitiría a los habitantes que así lo desearan, mantener sus casas, tiendas, viñedos, fábricas, almacenes, mercadería y barcos. Sus esposas y niños no serían tomados por el sultán, así como sus hijos estarían exceptuados del devshirme (servicio que los jóvenes debían prestar al Sultán). Los habitantes de PERA podían también mantener sus iglesias, pero estaban prohibidos de construir nuevas, y como rareza estaban prohibos de hacer repicar las campanas de las mismas. Ningún turco podía vivir, fuese del modo que fuese en PERA, a excepción de los oficiales de las puertas. Los residentes tenían libertades de comercio y los genoveses tenían acceso a sus otras colonias de la zona, pero tenían que pagar el tributo, Kharaj, asimismo podían elegir una suerte de Presidente (llamado Protogeros) para dirigir sus asuntos de comercio. Con el paso del tiempo, PERA se volvió poco a poco una ciudad turca, y la Serenísima República de Génova perdió con el paso del tiempo, la posibilidad de recuperar su dominio sobre la misma.

Actualmente, se puede apreciar en el British Museum Library, un texto griego del funcionario turco a cargo de PERA fechado del 01 de Junio de 1453, en este documento se puede apreciar la firma oficial del propio Sultán (llamada Tughra) en la parte superior, con la firma de Zaganos Pasha al final. Este se constituye como el primer tratado suscrito por un sultán con un estado italiano después de la conquista de Constantinopla, por el cual se concede una serie de privilegios a los genoveses de PERA. De hecho, estaba para constituir por mas de cuatro siglos la fundación jurídica sobre la cual se constituirían los derechos de los que disfrutarían los católicos romanos en el Imperio Otomano, formando el mayor precedente para los tratados que se suscribirían posteriormente entre los sultanes y los poderes cristianos, especialmente de Francia, estado que desde 1536 se convirtió en el jefe protector de los cristianos romanos católicos que vivían en el territorio otomano. Sobre este tema, se puede consultar la bibliografía del ex primer ministro, historiador, crítico literario, poeta y político rumano Nicolás Iorga (1871-1940), en un escrito publicado en Bucarest en 1914 en el Boletín histórico de la academia rumana, titulado "El privilegio de Mohammed II para la villa de PERA (1ero de Junio 1453)"; y la de E. Dalleggio D'Alessio "Lista de Podestats de la colonia genovesa de PERA (Gálata)" publicada en la Revista de los estudios bizantinos N° XXVII del año 1969. Es de advertirse, que la comunidad genovesa no sólo estaba localizada en PERA, sino después del año 1475, también se ubicaron en el área conocida como Salma Tomruk, llamada "Kaffa Mahalessi", cuando Mehmed II asentó a los habitantes de Caffa cerca a las puertas de Adrianópolis (llamada Edirne Kapi) en la parte noroccidental de la actual Estambul. La comunidad genovesa se desarrolló así como la "nación latina de Constantinopla", bajo la autoridad religiosa de la Delegación Apostólica. Para mediados del Siglo XIX, contaba con cerca de 14, 000 personas, pero para el año 1927 la población de la misma decayó a sólo 3,400 personas. Con el correr de los años, fueron enviados constantemente cónsules florentinos, venecianos y genoveses, para transigir con los sultanes de turno, y poder obtener mayoires beneficios y libertades para los colonos de sus repúblicas que aún permanecían en la colonia de PERA, y otras colonias, bajo dominio otomano.

Luego del sitio turco de Constantinopla en 1453, el sultan otomano Mehmed II permitió a los genoveses retornar a la ciudad, pero PERA no fue nunca mas regida por un Podestá genovés. Ante tal situación, y viendo los venecianos una nueva oportunidad para recuperar algo del poder que siglos antes habían tenido en Bizancio, la República de Venecia, archirival de los genoveses, no perdio la oportunidad de recuperar el control estrategico de la ciudadela de PERA, de la cual fueron forzados a dejarla en el año 1261 cuando los bizantinos retomaron Constantinopla y finalizó el dominio del Imperio Latino (1204-1261). Prontamente, la República de Venecia estableció lazos políticos y comerciales con el Imperio Otomano, y el Baylo veneciano (diplomático veneciano encargado de ver los asuntos de Venecia en Constantinopla), fue enviado a PERA como un embajador político-comercial ante Mehmed II, los venecianos confiaron dicho trabajo al pintor veneciano Gentile Bellini (1429 –1507). Poco tiempo después, los venecianos enviaron a Leonardo da Vinci (1452-1519), esto cuando se enteraron que el Sultán había mencionado su intención de construir un puente sobre la ensenada del Cuerno de Oro, a lo que Da Vinci diseñó su denominado "Puente de Gálata" en 1502, los dibujos y bosquejos del mismo se encuentran ahora en el Museo Nacional de la Ciencia y de la Tecnología de Milán.

Siguiendo las conquistas de Constantinopla y PERA en 1453, las demás colonias costeras de las repúblicas italianas (Génova y Venecia) fueron conquistadas poco a poco por los otomanos, pese a ello, la presencia europea en aquellos territorios no acabó. Durante el Siglo XIX, la antigua ciudad de PERA fue nuevamente hogar de muchos comerciantes europeos y de muchas embajadas, especialmente ubicadas alrededor de la Grande Rue de PERA (actual Avenida İstiklal; en castellano, Avenida de la Independencia) una de las mas famosas avenidas de Estambul, visitada por cerca de tres millones de personas al día los fines de semana. La Grande Rue de PERA, es una calle elegante con una longitud aproximada de tres kilómetros, y cuenta con exclusivas boticas, tiendas de música, librerías, galerías de arte, cines, teatros, cafés, pubs, clubes nocturnos, chocolaterías y restaurantes. Esta avenida se encuentra rodeada por una única y muy particular arquitectura otomana que data del Siglo XIX, comenzando en el barrio medieval genovés, alrededor de la Torre de Gálata, y finaliza en la plaza Taksim. Durante el periodo otomano, esta misma avenida era llamada Cadde-i Kebir (en castellano, gran avenida), y era un sitio muy popular de reunión para los intelectuales otomanos, por lo que también se convirtió en un centro para los extranjeros europeos y los levantinos franceses e italianos quienes como europeos se referían a la misma como Grande Rue de PERA, fue con la declaración de la República el día 29 de Octubre de 1923, que el nombre de la avenida fue cambiado -como ya he referido líneas arriba- a İstiklal para conmemorar el triunfo de la guerra de independencia turca. La gran presencia de una cantidad considerable de población de orígen europeo –comúnmente constituida por aquellos a quienes los turcos llamaban "levantinos"- la hizo la parte mas occidental de Estambul, especialmente si se la compara con la vieja ciudad al otro lado del Cuerno de Oro, por lo mismo era la única zona en la que se permitía la llegada de la moderna tecnología, moda y artes. Pronto, aquella parte de Estambul fue la primera zona turca en tener líneas telefónicas, tranvías, un gobierno municipal y trenes, así como el “metro subterráneo” inaugurado en 1875 como el segundo metro del mundo (después del de Lóndres) el mismo que transportaba gente de PERA, hacia el puerto de Gálata y al cercano distrito banquero y de negocios de Karaköy, donde estaba ubicada la Bankalar Caddesi (en castellano, calle de los bancos) centro financiero del Imperio Otomano. La cultura del teatro, cine, patisserie y café aún permanece fuerte en la zona de la ex ciudad de PERA. Las comunidades extranjeras también construyeron sus propios colegios, a muchos de los cuales fueron enviados la élite de las futuras generaciones de turcos y que aún sobreviven como los mejores colegios de Estambul (es de destacar que actualmente existe el colegio llamado “PERA Güzel Sanatlar Lisesi"; en castellano, "Liceo PERA Güzel Sanatlar"). La rápida modernización la cual tuvo lugar en Europa y que dejó a la Turquía 0tomana en la antiguedad, fue simbolizada por las diferencias evidentes entre los estilos de vida de los habitantes de la ex ciudad de PERA, y el tipo de vida llevada por los habitantes de los barrios históricamente turcos como Eminönü y Fatih, que se ubican cruzando el Cuerno de Oro en la parte vieja de la ciudad. Cuando los sultanes otomanos finalmente iniciaron un programa de modernización con el Edicto de Tanzimat (en castellano, reorganización) en 1839, comenzaron la construcción de numerosos edificios en la ex PERA que mezclaban el estilo tradicional otomano, con el nuevo europeo. Mas con el tiempo, la ex ciudad de PERA vio declinar el nivel de vida de sus habitantes, siendo que muchas comunidades extranjeras dejaron la ciudad, y comunidades locales de etnias minoritarias como griegos, judíos, levantinos y armenios formaron la mayor cantidad de residentes en la ex PERA. La creciente violencia política entre los grupos derechistas e izquierdistas que generó problemas para Turquía en los finales de la década de 1970, afectó severamente el estilo de vida del distrito y aceleró su caída con la huida de los ciudadanos de clase media a nuevas áreas suburbanas como Levent y Yeşilköy. Para los finales de la década de 1980, muchas de las grandiosas cuadras de departamentos de estilo neoclásico y art nouveau que fueron una vez residencia para la última élite otomana, se convirtió en casa de inmigrantes pobres de la rural Anatolia. Así, en unas pocas décadas, la ex ciudad de PERA que aún mantenía una reputación con una atmósfera sofisticada y cosmopolita hasta las décadas de 1940 y 50, para la década de 1980 el área se había degenerado económica y socialmente. Mas la República turca inició en la década de 1990, un conciente programa de renovación urbana que llevó a jóvenes profesionales a dicha área y revitalizó el comercio de la zona. Debido a ancestral tradición de residentes foráneos, aún se aprecia una atmósfera cosmopolita en el corazón de la ex PERA, hoy llamada Beyoglu, donde gente de los confines del mundo, pertenecientes a las mas variadas etnias, religiones y trasfondos raciales, viven en barrios como Cihangir y Gümüşsuyu. Muchos de los consulados de repúblicas europeas (que después se convirtieron en embajadas en 1923 cuando Ankara se convirtió en la capital turca) están aún en esta área, como la embajada británica, alemana, rusa, holandesa y sueca, que se ubican en los más impresionantes edificios que todavía se aprecian en dicha zona, lo que rememora incesantemente, la naturaleza extranjera que siempre mantuvo aquel territorio, la antigua PERA.

En la presente "entrada", tal como en las anteriores, he intentado acercar al lector con la participación de la colonia genovesa de PERA, actual Beyoğlu, en la toma final de Constantinopla por las huestes turco otomanas. Para algunos dicha participación debe ser motivo de vergüenza para los genoveses, debido a que se arguyen muchas suspicacias sobre el grado de conocimiento y "ayuda" que los mismos, en la persona del Podestá Giovanni Angelo Lomellino, supuestamente le dieron al Sultán Mehmed II, "ayuda" sin la cual el sultán quizás no hubiera podido tomar la capital de oriente, aunque siendo honesto, pienso que sin dicha "ayuda" la ciudad de Constantinopla igual hubiera sido tomada por los turcos, sólo que les habría tomado mas tiempo, finalmente ese era el tema, el tiempo. Asimismo, los historiadores occidentales hacen hincapié en la nula actuación que las demás naciones de la Europa occidental habían mostrado; la República de Venecia, pese a que había sido socio comercial de Bizancio por varios siglos y pese a haber perdido una embarcación de su flota ante el fuego de los cañones turcos, ni se inmutaban ante el pedido de ayuda de Contantino XI, puesto que se encontraban mas interesados en continuar haciendo negocios altamente rentables en los diversos nuevos puertos otomanos, por lo que no deseaba verse involucrados en una guerra onerosa, de fin incierto y contra los que se avizoraban como sus posibles futuros socios comerciales. A su vez, su histórica competidora, la República de Génova, contaba como ya he mencionado, con una colonia propia en PERA asi como con importantes factorías en Crimea, por lo que asumió dicha misma postura que su eterna rival. Francia e Inglaterra estaban exhaustas tras las extensas batallas de la "Guerra de los cien años" (1337-1453), por lo que no querían así como no tenían las fuerzas de recuperación necesarias para actuar en un nuevo frente de combate. Hungría (que había luchado con el apoyo de Francia contra los otomanos en la conocida como Batalla de Nicópolis -el 25 de Setiembre de 1396-) había probado el tesón y poderío turco en la lucha perdiendo la ciudad de Nicópolis tras el asedio, luego Polonia (apoyada por Hungría) tendría igual suerte tras ser derrotada por los turcos en la Batalla de Varna, el 10 de Noviembre de 1444, España se encontraba en los últimos años de la ansiada Reconquista (720-1492), los Principados de Alemania de encontraban en luchas internas, mientras que las restantes monarquías europeas a consecuencia de la fuerte división religiosa entre ortodoxos y romano-católicos, egoístamente se mantenían al margen del conflicto por decisión propia, todo lo cual dejaba al Imperio Bizantino completamente sólo en la lucha por mantener su autonomía.
Ha sido mi deseo, el haber podido sembrar en la mente del lector una mejor y mas completa idea sobre la áctuación de la colonia genovesa de PERA en la toma de Constantinopla, y en la caída final del Imperio Romano. Ahora, que se cumplen 555 años de la caída del Imperio Bizantino, y de la colonia de PERA, en manos turco-otomanas, es la historia y somos los lectores, los que juzgamos la actuación de cada uno de los implicados en dicho suceso histórico.

 

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