martes, 23 de diciembre de 2008

23 de Diciembre, una fecha especial por generaciones

(Foto Nº1: don Cesare Umberto PERA Mariátegui, año apróx. 1940; Foto Nº 2: don Mario Enrico PERA Balestra, año apróx. 1988)



Cada 23 de Diciembre mi familia paterna, los PERA, recordamos un aniversario mas de los natalicios de dos de sus miembros, me refiero a mi abuelo: don CESARE UMBERTO PERA MARIÁTEGUI; y mi padre: don MARIO ENRICO PERA BALESTRA. Ambos nacieron en la misma fecha, dos días antes de la Navidad, y siendo esta una fecha sumamente especial para la Familia PERA, que siempre ha guardado una singular predilección por no sólo celebrar el natalicio de Jesús de Nazareth, al ser una familia de marcado acento religioso católico-apostólico-romano, sino porque además se rememora la fecha de nacimiento de mi padre y abuelo, de los cuales puedo decir lo siguiente.

Mi abuelo, don Cesare Umberto PERA Mariátegui nació un 23 de Diciembre de 1886 en medio del eterno compás y vaivén de las olas y las aguas del Océano Pacífico, esto pues mi bisabuelo (don Antonio PERA Piccone) y su familia, habían decidido establecer como su residencia y hogar, el barco velero de cuatro mástiles "San Remo", propiedad del mismo y en el cual navegaba junto a toda su familia nuclear, principalmente entre los diversos puertos de las costas sudamericana, africana y europea, actuando como comerciantes interoceánicos. Es así que en la mencionada fecha, mi abuelo vio por primera vez la luz en este mundo de constantes tribulaciones, siendo el segundo hijo del matrimonio constituido en el año 1883 por el ya referido don Antonio PERA Piccone (natural del puerto ligur de Sanremo, Italia) y doña Francisca Mariátegui Escrusería (natural del puerto de Tumaco, Colombia). Al haber nacido en lo que se conoce en el Derecho como "aguas internacionales", "altamar" (fue a inicios del Siglo XVII, que sustentado en principios del Derecho Romano, Hugo Grocio postuló la llamada "doctrina del mar libre" en su obra Mare Liberum -Mar Libre-. Siglos mas tarde, se establecería la denominada Convención de Derecho del Mar, que indica que el libre mar se constituye por aquellas zonas marítimas que no se encuentran incluidas ya sea en la zona económica exclusiva, en el mar territorial o en las aguas interiores de un Estado, ni en las aguas archipelágicas de los conocidos como Estados archipelágicos), por lo referido el altamar es considerado patrimonio común de la humanidad. Según manda el Art. 91º de dicha Convención, "Los buques poseerán la nacionalidad del Estado cuyo pabellón estén autorizados a enarbolar", en ese sentido al siempre haber sido un uso propio del Derecho Consuetudinario, todos aquellos sujetos (como mi abuelo) nacidos en Altamar adoptan, inmediata y automáticamente, la nacionalidad del barco o buque que los transporta. Siendo así, a mi abuelo don Cesare Umberto, nacido en Altamar en el barco velero "San Remo" de nacionalidad italiana perteneciente a mi bisabuelo, y con enarbolada bandera de idéntica procedencia, le correspondía por derecho propio, la nacionalidad italiana. No obstante ello, al haber nacido cerca a las costas colombianas del Mar Pacífico, y siendo su madre natural de San Andrés de Tumaco, el segundo puerto mas importante de Colombia en dicho mar (sólo superado por el Puerto de Buenaventura), conocido también como "la perla del Pacífico", ya que en sus playas se halló la perla mas grande encontrada hasta la actualidad, mis bisabuelos decidieron inscribir a su segundo hijo en dicha ciudad portuaria, tras lo cual mi abuelo obtuvo desde su nacimiento la doble nacionalidad, italiano-colombiana (siéndole refrendado el reconocimiento de la nacionalidad italiana, a través de la suscripción de la partida efectuada por el Cónsul de Francia en dicha localidad, quien en base a las normas del Derecho Internacional hizo las veces de funcionario extranjero acreditado en nombre de la República Italiana).


Tal como he referido en una "entrada" anterior relacionada al aniversario del natalicio de mi bisabuelo don Antonio PERA Piccone, la esposa de éste murió en Agosto de 1899 víctima de una infección puerperal, con lo que dejó huérfano de madre a mi abuelo a la escasa edad de 12 años, con el consiguiente duro golpe que para todo niño constituye el fallecimiento a edad tan temprana de su progenitora. Pese a la trágica pérdida familiar, ya desde aquellos jóvenes años y junto con su hermano mayor don Antonio Francesco PERA Mariátegui (de 14 años), el aprendiz Cesare Umberto se inició en las labores marítimas del comercio, inter regional e intercontinental, bajo la atenta batuta y dirección de su padre y hermano, por lo que pronto aprendió de la rudeza y la persistencia que debía lograr en su accionar para ser útil en el negocio familiar. Los viajes se sucedieron por varios países del mundo, y el hablar fluidamente como lenguas nativas el castellano, tanto como el italiano y genovés, y además defendiéndose muy bien en el francés e inglés, fue un factor que lo ayudó a poder rápidamente comprender la mecánica del comercio de ultramar. Quizás en compensación por la irreparable pérdida temprana de su madre, la vida lo bendijo con un padre que pese a no contar siempre con los mayores recursos económicos, trabajó incansablemente y con eterna dedicación exclusiva a sus hijos, para darles todo lo que podían necesitar básicamente. don Antonio PERA Piccone vivió hasta los 76 años de edad (algo poco frecuente para la época) lo que hizo que viéndose reflejado en su padre, don Cesare U. entendiera cuál era la labor central que le correspondería a futuro como padre de familia.

Los años pasaron, y mi abuelo se retiró junto a su padre del recio e incansable trabajo en altamar, dejándole la posta del barco velero y el negocio familiar, a su hermano don Antonio Francesco, quien desde aquel momento se convirtió en el nuevo Capitán PERA (tomando con ello la posta que le ofrecía su padre, en un acto que se había visto repetido por mas de siete generaciones de marinos mercantes y de guerra en la familia). Siendo Contador de profesión, mi abuelo pronto halló una oportunidad de un negocio bastante lucrativo naciente por aquellas épocas (primeras décadas del Siglo XX), este era el negocio del café. A inicios de la década de 1910, viajó a la ciudad de San Ramón en la Provincia de Chanchamayo, ubicada geográficamente en la zona central del Perú, llamada también "La puerta de oro de la selva central" ya que estando en la ceja de selva, sus tierras son en alto grado pródigas para el cultivo entre muchas especies, y entre ellas el privilegiado siempre fue el café. Es así que su vida empezó a transcurrir en constantes viajes entre Lima, San Ramón y La Merced, y es en este último lugar que se desposó con la inmigrante francesa de origen italiano ligur, Jeane Balestra Pastorelli (nacida en el puerto francés de Niza) con quien se casó en acto canónico celebrado por el Párroco Franciscano don Antonio Battle, un 30 de Abril de 1908 en la Iglesia de La Merced, siendo sus padrinos de boda don Andrés Gabiño (quien actuó en representación y por poder otorgado en Lima por el padre del novio, don Antonio PERA Piccone) y doña Giovanna Pastorelli Alberti, madre de la novia, para aquel momento él contaba con 21 años y ella con 15. Pronto vino el primer embarazo, lamentablemente fueron gemelos que quizás por la escasa edad de la madre, mi abuela, nacieron muertos. No obstante, ello fue superado, y en los próximos años el matrimonio PERA-BALESTRA vería el nacimiento de una profusa estirpe conformada por doce vástagos, entre ellos mi padre, quienes nacerían en diversas ciudades.

Así, don Cesare Umberto PERA Mariátegui ya siendo padre de familia y sustento principal no sólo de la misma, sino en conjunto con su hermano mayor, de su padre y hermanas solteras, fundó a mediados de la década de 1910 en sociedad con el también comerciante de origen italiano Giovanni B. Mazzi Guffanti, una empresa dedicada al comercio exclusivo del mejor café de la zona central del país, denominando a la misma como "Café Chanchamayo". A la par abrieron dos locales, uno en el centro de la ciudad capital Lima, situado en la calle Lechugal, y otro en el puerto del Callao, desde donde se ofrecía un servicio de venta al por mayor y menor de café, así como fiel al estilo de las pulperías italianas asentadas en el Perú, se dispuso dentro del mismo establecimiento un lugar que sirviese como tostaduría de café (y venta del mismo) así como una panadería en la que todos los trabajadores de la zona y público en general, pudiesen degustar de uno de los mejores y mas selectos café's del mundo entero. Estos primeros años fueron de pleno apogeo en el negocio mundial de la venta del café, por lo que prontamente la empresa de don Cesare U. PERA y Giovanni B. Mazzi Guffanti prosperó, convirtiéndose en una de las mejores del rubro a escala nacional. A la par, el otrora negocio familiar que pasó a manos del primogénito don Antonio Francesco PERA Mariátegui, mantenía su rumbo siendo ahora dos los veleros que surcaban los puertos de sudamérica y Europa siendo su negocio principal el traslado de mercaderías (y a veces empresarios o viajeros) que a pedido efectuaban los clientes entre ambos continentes, uno de aquellos veleros era comandado por él mismo, y el otro por su concuñado, el Capitán alemán Guillermo Wriedt Claussen. En 1919 falleció su padre, don Antonio PERA Piccone, lo que le trajo un profundo desconsuelo a toda la familia, debido al carácter en extremo abnegado que siempre mostró éste con sus hijos y nietos, sin duda aquella fue una herida que quedó muy profunda en el corazón de sus hijos y demás familiares.

Lamentablemente, el régimen del Presidente peruano de facto Luis M. Sánchez Cerro, asesinado en funciones en 1933, ante una creciente y cada vez mas opresiva oleada anti-inmigracionista tanto de europeos como de asiáticos (chinos y japoneses), decidió expropiar ambos veleros de nacionalidad italiana y alemana a las familias PERA y Wriedt respectivamente, debido a que eran propiedad de extranjeros afincados en el país. Con ello y en particular, la suerte del velero de propiedad de Don Antonio F. PERA Maríategui estaba echada, pues el ente nacional que expropió la nave la dispuso como embarcación que debía efectuar un servicio de traslado de carbón llevando dicho producto por todos los puertos del litoral peruano, no tardó en llegar el momento en el que debido a que las características de dicha nave no eran las adecuadas para aquella labor, el velero "San Remo" fue absurdamente hundido en uno de los múltiples viajes que realizó debido al sobre exceso de carga. Felizmente, para dicha época, mediados de la década de 1930, el patriarca de la Familia PERA en el Perú, Don Antonio PERA Piccone ya se encontraba fallecido, sino el dolor de ver a su velero (con el que navegó por mas de 50 años todos los mares del mundo, y arribó a las costas mas distantes y fascinantes en Oceanía, África y Asia, y los antiguos puertos europeos y americanos) hundido por la mas ignominiosa estupidez e ignorancia, hubiese sido totalmente devastador.

Ante la pérdida del velero familiar, mi abuelo, Don Cesare Umberto le ofreció a su hermano Don Antonio Francesco ser su socio en el negocio del café, es así que ambos hermanos se unieron y fundaron el conocido y bastante popular entre las décadas de 1930-40 "Café PERA", empresa también dedicada al comercio mayorista y minorista de café traído de Chanchamayo. La nueva empresa, y el "Café PERA", que aglutinaba tanto al negocio del comercio del café en sí, como el establecimiento de un popular local donde se servía el café, tuvieron singular éxito por unos años. Sin embargo, de manera súbita Don Cesare U. sufrió un derrame cerebral producto de una hipertensión que para aquellos años era una enfermedad difícil de controlar, lo que le acarreó el que no pudiere por un tiempo encargarse del nuevo negocio que acababa de emprender, por lo que toda la labor del mismo recayó en su hermano, quien tan sólo logró mantener el mismo a flote por unos escasos años. Ya en la década de 1940, Don Cesare Umberto PERA Mariátegui decidió dar por terminada una etapa, que le había sido gratificante pero a la vez le había acarreado algunas complicaciones respecto a su salud, por lo que ante el imperativo de tener que continuar viajando constantemente a Chanchamayo a comprar el café y con ello, tener que verse expuesto con una hipertensión agresiva al cambio abrupto de altitudes debido al traslado que debía realizar de la costa a la sierra y luego a la ceja de selva, es que decidió retirarse del negocio de dicho negocio y poner con ello, fin a varios años dedicados a hacer empresa de la venta y negociación con el café.

Empezó a trabajar así en su profesión como Contador en el en aquel entonces llamado Banco Italiano, que mas tarde se convertiría en el aún existente Banco de Crédito del Perú. El año 1947 sería completamente infausto para Don Cesare U. ya que el 01 de Enero de dicho año moriría su esposa tras un mortal derrame cerebral, y el 18 de Mayo asimismo, fallecería su hermano mayor Don Antonio Francesco, lo que lo sumió en el mas absoluto y dificultoso trance producto de la pérdida prematura de dos de sus seres mas queridos. Tras la irremediable pérdida su carácter, antes risueño, extrovertido, amiguero y en extremo cariñoso con su familia (muy típico de todo italiano), se tornaría mas tranquilo, nostálgico y taciturno, por lo que quizás ello le acarrearía pocos años mas tarde un nuevo derrame cerebral que lo golpearía tanto física como anímicamente, ya que perdería algunas facultades físicas por lo que quedó al cuidado abnegado de su hija menor Perla Celeste PERA, para fallecer al promediar la 05:45 a.m. del día 14 de Julio de 1951, producto de un nuevo y fulminante derrame cerebral.


Don Cesare Umberto PERA Mariátegui dejaba tras de sí una larga estela dedicada a la labor marítima según manda la tradición paterna familiar, mas tarde una labor dedicada al café, y finalmente desempeñándose dentro de su profesión en el banco mas exitoso del Perú. Dejó siete hijos e hijas (ya que otros siete fallecieron de niños o sin dejar descendencia), de los cuales se forjó el núcleo de la Familia PERA en Lima, Perú. Con ello, nos legó no únicamente un apellido, sino toda una enseñanza de amor por el trabajo y la familia, una vida dispuesta a servir a los demás siempre, siendo alegre y mostrando fe ante la adversidad, y luchando, luchando siempre y a cada instante por los suyos y para lograr para ellos un futuro mejor, como es el anhelo de todo inmigrante.

Ahora llega el turno de hablar de mi padre, Don Mario Enrico PERA Balestra, quien nació a las 4:00 a.m. del 23 de Diciembre de 1924. Desde muy joven mostró esa eterna inquietud y búsqueda que lo llevó, quizás por el designio de su sangre, a enrolarse como aspirante a cadete de la Marina de Guerra del Perú en 1939, contando con apenas catorce años de edad recién cumplidos. Creció teniendo como escuela la férrea disciplina militar, convirtiéndo en su casa a la Marina peruana en la que estuvo en el servicio activo por mas veinticinco años, llegando al grado de Capitán de Fragata y sirviendo en la élite de la fuerza marina, como submarinista especializado de la que por casi un siglo fue la mas potente arma de la milicia peruana (y es que la fuerza peruana de submarinos sólo ha podido ser mejorada en sudamérica por la armada chilena y esto hace pocos años). Con la marina de guerra viajó por los siete mares, conoció los cinco continentes, y en suma visitó 116 países, se casó en primeras nupcias en el año 1947 teniendo sólo una hija, y en segundas nupcias dos (varón y mujer). En 1945, fue enviado por dos años a hacer una pasantía en la base de la Marina Estadouniense llamada Kingspoint, en North Carolina-E.E.U.U., en la que pudo continuar con la rama que mas le atraía, los submarinos. Por lástima, estando allá es que recibió la funesta noticia de la muerte de su madre, siendo el único hijo que no pudo estar presente en dicho álgido momento familiar. En 1951 perdería igualmente a su padre, no obstante, la vida de depararía aún un momento mas aciago que la muerte de un ascendiente, ya que en 1977 tras un accidente automovilístico en Lugano, Suiza y tras un penoso mes internada en una clínica de Milán-Italia, murió su hasta ese momento única hija, hecho que sin lugar a dudas lo despedazó por el imprevisto e impensado final que tendría el viaje a tierras europeas de la misma. Poco tiempo después, nacen los hijos de su segundo matrimonio, hecho que de cierta manera lo ayudó a seguir adelante y a soportar la dura etapa vivida años antes.

Tras dejar la Marina de Guerra del Perú, se embarcó en varios negocios, fue socio de una compañia maderera, del laboratorio Pharvet, incluso fue actor en comerciales de televisión en vivo y comerciales en prensa escrita, hasta que finalmente entró a trabajar como Gerente de Relaciones Públicas de la Empresa Nacional de Comercialización de Insumos -ENCI-, empresa en la que trabajo por un largo periodo de mas de quince años hasta que finalmente se jubiló en 1991. Pese a estar jubilado, aún mantenía el vigor, fortaleza y la alegría de vivir que siempre lo caracterizó, a pesar de los crueles avatares del destino, y se desempeño por algunos años mas como Gerente de Relaciones Públicas de la Beneficencia Pública de Lima, siendo el principal promotor de la organización de la Feria del Señor de los Milagros de Acho, donde pudo conocer a los mejores toreros del momento. En el mes de Octubre del año 2001 sufriría un pequeño derrame cerebral, que le generó una afasia, lo que melló grandemente su salud y sobre todo su espíritu de vivir, pese a ello, continuó dando batalla aunque ya retirado a su casa. Finalmente, debido a complicaciones propias de dos enfermedades que menguaron su salud por mas de veinte años, la hipertensión arterial y la diabetes, su ánimo se resquebrajó ya próximo a cumplir los 80 años de edad, mas no fue así, pues fallecería el 24 de Julio del 2004, pocos meses antes de cumplir efectivamente los ochenta años. Su legado fue sin duda ejemplar, supo ser un padre como los que hay pocos, situación que ahora entiendo es una constante en la familia, al repasar la calidad de persona y ejemplo que fue sin duda en lo moral, familiar y personal. Sin temor a equivocarme, puedo mencionar con plena convicción y fe ciega, que fue el mejor padre que un hijo pueda tener, con sus aciertos (muchísimos mas) y sus defectos, no obstante, siempre se mantuvo íntegro, honesto y probo, cualidades personales que muy pocos pueden afirmar en sus progenitores actualmente.

Hoy, 23 de Diciembre del 2008, mi abuelo Don Cesare Umberto PERA Mariátegui cumpliría 122 años de edad, y mi padre Don Mario Enrico PERA Balestra, 84. Por medio de estas breves pero muy sentidas semblanzas, he querido reseñar de alguna manera, y celebrar a mi modo un aniversario mas del natalicio de mis ascendientes. A pesar de que a mi abuelo por lástima debido a obvias razones temporales no lo conocí, pude saber mucho de él a través de mi padre y diversos familiares, sintiendome muy próximo a ambos, reconociéndome en algún gesto físico, en alguna palabra incluso en algunas letras que escritas por mi padre y por mí lucen, muy similares. Ambos no sólo me heredaron un apellido, PERA, sino además me heredaron cosas de las mas trascendentales, experiencias y ejemplos de vida, recuerdos, historias y características no únicamente físicas -las mas evidentes-, sino también características espirituales, algunas difíciles de reconocer a simple vista, otras no tanto. Sin embargo, el recuerdo de ambos permanece en mí, como huella indeleble marcada con hierro y sangre, fraguada por siempre en lo único que jamás nadie me podrá arrebatar sea donde fuere que esté, en mi mente y corazón.

¡Buon Compleanno Nonno! ¡Buon Compleanno papá! Donde estén, siempre vivirán presentes en mí.

5 comentarios:

Anabel dijo...

Ummm super interesante el ariculo! :):):):):):)

Anónimo dijo...

La hna. de mi papa fue casada con Antonio Pera y vive su hija Zucel
El Capitan Wried se caso con otra hna. de mi papa y viven sus 2 hijas Helene y Liesbeth y viven siete de sus nietos y 11 bisnietos

Mario Pera dijo...

Hola supongo que usted es hijo (a) de quien fuera el Dr. Miguel Duran Joffré con la Sr. María Riglos Mac Lean, es cierto como comento en el post mi tío abuelo el Capitán Antonio Francesco Pera Mariátegui se casó con Saba Elvira Durán Joffré con quien tuvo 4 hijas (una de ellas es Zucel a quien conocí hace poco más de 10 años) y su hermana Orfilia Duran Joffré se casó con el Capitán Guillermo Wriedt Claussen. Me gustaría comunicarme con usted para poder tener contacto con mi tía Zucel Pera Duran (que es prima de mi padre) ¿puede enviarme su email?, ojalá lea este mensaje... Gracias por su comentario Sr. o Sra. Duran Riglos...

Anónimo dijo...

Con profundo dolor comunico la muerte de mi querida madre Rosa Bertha Pera, a la edad de 68 años,por complicaciones debidas a la diabetes e hipertensión arterial que padeció al igual que su padre. Gracias a las hijas de Perla Pera que estuvieron acompañándonos en estos momentos tan dolorosos como los que ustedes pasaron cuando falleció Mario Pera.
Dios la tenga en bien. Gracias por permitirme dirigirme a Ud.
Javier Díaz Pera

Mario Pera dijo...

Sr. Díaz, comprendo su dolor por su pérdida, lo que no comprendo es por qué refiere que mi padre, Mario Pera, era el padre de su mamá si usted bien sabe que mi padré jamás la reconoció como hija, nunca firmó ninguna partida de nacimiento y que, fraudulentamente, empezaron a utilizar su apellido (soy abogado y le digo que eso es ilegal). Mi padre, hasta sus últimos días, dijo que su madre no era su hija, lamento los problemas de identidad que ello le causó a su madre, y quizá a usted, pero ni yo ni mi hermana tenemos por qué reconocer como pariente a quien mi padre jamás lo hizo. Si usted mantiene una buena relación con las hijas de Perla, es tema entre ustedes, lo respeto, pero no me involucra ni a mí ni a mi hermana en lo más mínimo. No entiendo que pretende usted informando esta noticia, la verdad de mi padre siempre fue que su madre no era su hija y yo me mantengo en esos mismo términos. Su madre no era hija de mi padre, usted no es su nieto y, por tal, no existe lazo de parentesco entre nosotros, por más que las sras. aspiazu, cruelmente a mi parecer, alimenten sus expectativas de lograr un reconocimiento y una identidad que nadie de la familia aparte de ellas, les dará y, menos aún, mi hermana y yo. Hay que aprender a superar este tipo de cosas y tener un poco más de dignidad, si a uno no lo quieren reconocer, pues no hay que estar rogando el reconocimiento.
No lo conozco a uted, no quiero herir su susceptibilidad, no quiero ser malcriado, ni grosero pero yo hablo las cosas de modo claro y directo. Ni su madre, ni usted, ni sus hermanos (as) si tiene, etc etc etc son nuestros parientes. Superen la mentira en la que por lástima, tuvo que vivir su madre, y vivan de lo que son ustedes como personas, no de hechos del pasado, de un pasado de hace más de medio siglo. Espero usted lea y entienda este mensaje. No tengo nada más que decir sobre este tema.
Atte.

Mario Pera

 

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