domingo, 26 de octubre de 2008
¿Qué significa la muerte de un ascendiente directo para un genealogista?
El propósito de la presente "entrada", es ofrecer al lector de este Blog una pequeña opinión y reflexión sobre el significado que para un genealogista como yo, tiene la muerte de un ascendiente directo.
El pasado día Martes 21 de Octubre del 2008, me encontraba saliendo de una diligencia judicial (soy abogado) mientras mi celular, pues no uso reloj, indicaba las 09.00 a.m. Sorpresivamente, recibí una llamada procedente de mi casa, indudablemente era mi madre, contesté sin presentir nada extraño o fuera del orden común, pues de vez en cuando mi madre me llama para saber dónde estoy o viceversa. Lo primero que me dijo fue: "Voy a tener que viajar a Pucallpa" (ciudad de la selva peruana de donde ella es natural), ante aquella apreciación que no entendí al momento sólo atiné a responder: "¿Por qué?, a lo que ella replicó: "Se ha muerto tu abuela".
Si bien es cierto y debo ser honesto aquí, la noticia no me cayó como un balde de agua fría a pesar de la muerte repentina de mi abuela, pues por más que hacía un par de días había oído a mi mamá conversando con una de mis tías sobre que mi abuela se sentía un poco mal, a pesar de ello y de sus 90 años de vida, no le había prestado yo la importancia del caso, sino simplemente lo tomé como un achaque mas de la propia vejez. Por ello, pese a que la noticia pudo ser inesperada, mi desconcierto ante la misma no lo fue como sí en otras ocasiones.
Pronto y tras terminar la conversación tan aciaga con mi madre, empecé a reflexionar sobre el significado de la muerte de la única abuela que conocí. Llevó ya mas de 10 años enfrascado en una búsqueda genealógica permanente, a lo largo de una década he indagado por todos lados sobre mis orígenes familiares, tanto en el Perú, como en Italia, Francia, Colombia, etc. Ha sido una búsqueda ardua en archivos registrales, notariales, eclesíasticos, municipales, etc.; no obstante, una de mis fuentes mas directas y vertiginosas de datos genealógicos siempre lo fue mi abuela materna. Felizmente la misma siempre se mantuvo en vida muy lúcida y en sus "cinco sentidos" (como ella misma le comentó a mi madre pocas horas antes de morir), y por ello recordaba con mucha exactitud nombres, apellidos, lugares de procedencia e incluso una que otra fecha, todo un prodigio no sólo por su prolongada edad sino porque usualmente la gente no le presta el mas mínimo interés por el tema. En torno a ello efectué mi primer pensamiento: aquella fuente primaria de conocimiento genealógico familiar se había extinguido; ya no podría coger el teléfono y llamar a mi abuela a preguntar uno que otro dato mas, o para confirmar alguno ya existente, o para simplemente comentar algo referido a mi familia materna. Mi abuela había fallecido, y con ella se habían ido lamentablemente sus recuerdos y toda aquella información de relevancia familiar que me pudiere ella brindar con la inmediatez propia de una conversación coloquial cualquiera.
Luego de este primer pensamiento, vino mi segunda cavilación. Con la súbita muerte de mi abuela se había cerrado un ciclo, el de mis abuelos. Como ya he referido en los párrafos que anteceden, tanto mis abuelos paternos como mi abuelo materno habían fallecido muchas décadas antes que yo naciera (mi abuela paterna en 1947, mi abuelo paterno en 1951 y mi abuelo materno en 1963), por lo que tras la muerte de mi abuela materna en el presente 2008, aquella línea generacional conformada por mis cuatro abuelos se había cerrado y concluído para siempre. Desde aquel día, 21 de Octubre, ya no tenía mas abuelos, y por lo tanto, como también ha fallecido mi padre, mi madre se convirtió automáticamente en mi único ascendiente directo aún en vida. Tras la muerte de mi padre, aquel único hilo conductor que poseía respecto de mis antepasados paternales se había automáticamente anulado; y lo mismo pasaba ahora con el deceso de mi abuela, aquel hilo conductor con mi herencia genealógica materna, también había sido cortado una vez mas por la muerte.
Para una persona que como yo practica la genealogía, este tipo de pérdidas van mas allá del simple pesar propio de la muerte de un familiar cercano. Aquella defunción se torna en un muro inexpugnable, imposible de flanquear o atravesar pues la muerte es así, algo frente a lo cual uno no puede sino sólo resignarse y seguir adelante. Como expresó una de mis tías ante la noticia, esto era algo que tenía que suceder, tanto porque como seres humanos somos perecederos, como por la misma edad de la madre de mi madre.
Finalmente, una tercera idea ocupó mi mente. ¿Debía ser únicamente tristeza lo que debía sentir frente a tal acontecimiento? Pronto me respondí a mi mismo que no, no sólo por el tipo de muerte que mi familiar había tenido, sino porque así como tuve la suerte de conocerla, también quizás ello no hubiere sido posible por los simples azahares del destino, tal como sucedió con mis otros abuelos, por lo que tristeza no debía ser todo lo que sintiera en aquella circunstancia, sino además cierto agradecimiento a la vida, por siquiera a ver tenido la oportunidad de conocer y al menos guardar un recuerdo imperecedero de mi abuela.
Es algo muy complicado de explicar la extraña mezcla se sensaciones, sentimientos e ideas que cruzan por la mente de un genealogista cuando un familiar tan cercano y directo, como lo es un abuelo, deja de existir. Particularmente, aquello se ha configurado como un suceso que me ha incentivado y motivado a proseguir en mi búsqueda, a continuar indagando e intentando desenmarañar este oscuro misterio que es la inextricable selva de los orígenes de mi sangre, selva que se compone de múltiples árboles con incontables ramas que emergen una tras otra, entremezclándose y haciendo que, como comenté en una de las primeras "entradas", aquella búsqueda se vuelva cada vez mas interesante, intensa y pródiga, si es que quien la realiza sabe ser paciente y sobre todo conciente de que toda indagación siempre tiene un final, sea porque se ha hallado la última respuesta, o como en el caso específico de la genealogía, porque lamentablemente no existe mas información o fuentes de la misma disponibles en la que se pueda continuar hurgando. A su vez, es indispensable para todo genealogista, en mi concepto, que no sólo se efectúe una investigación para ir apiñando abuelos y choznos, nombres, apellidos, lugares de bautismos, nacimientos, matrimonios o defunciones, o sus propias fechas; sino entender el cariz social que también guarda la ciencia de la indagación genética histórica, para poder atribuirle a dichos "datos genealógicos", un contexto, una vida, y si se puede un desarrollo histórico atribuible al sujeto. Es importante que las personas que aparezcan en nuestros árboles genealógicos no permanezcan sólo como datos o mera información, sino que a cada uno de ser posible, se le otorgue un desenvolvimiento dentro de una sociedad y tiempo determinado, en fin, no sólo se hable de datos, sino se conjugen hechos, circunstancias, acontecimientos, referencias, testimonios, antecedentes, detalles, etc. que nos permitan en conclusión, determinar mas claramente nuestros orígenes y el devenir de nuestra historia genética a través de nuestros antepasados. Por supuesto, esto antes mencionado no es nada fácil pues requiere de un especial ahínco, tesón, dinero, años de trabajo, perseverancia y sobre todo, mucha fe y gran amor por la historia familiar, lo que devendrá en un seguro amor por uno mismo.
La muerte de todo ser humano resulta algo ineludible, y la muerte de nuestros parientes a su vez nos genera una sensación de vacío y de extrañeza frente a lo desconocido. Como he mencionado, la muerte de mi abuela ha devenido en que un ciclo familiar se cierre, en adelante ya no tendré mas abuelos en vida, sólo el recuerdo y mención que puede hacer todo genealogista.
Hasta pronto abuela.
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1 comentario:
No pertenesco a la familia Pera, pero, la intriga de saber mis origenes, me lleva a leer blogs de personas que se dedican a esto y han tenido éxito encontrando algo para ver que aprendo. Al leer este Blog hay sentimientos encontrados hasta cierto grado, mi abuela murió a los 40 años, mi madre tenía 13, no la conoci, tengo información de ella por lo que me cuenta mi madre, hermanos de mi abuela, que ya murienron todos, asi que he tenido que informarme por otros medios, conocidos de la familia, vecinos, mi padre siempre creyo que era hijo de un fulano y al crecer se dio cuenta que era adoptado, fui a visitar al verdadero padre, pero sus hijas hermanas de padre de mi padre no me quisieron presentar al anciano me dijeron que no estaba, pensaron quizas que yo llegaba a reclamar cierta herencia, el caso es que antes que encontrara la manera de hablar con el anciano murió también, dos fuentes inportantes para mi mi abuela materna y mi abuelo paterno. Mi abuelo materno a muerto hace unos años solo queda mi abuela paterna de quien, disfruto conversando sobre mis antepasados.
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