Aquella noche del 22 de abril de 1453, setenta barcos con su General al mando, capitanes y huestes, cruzaron bordeando el territorio de la asimisma declarada neutral colonia de PERA, a partir de ese momento, la suerte de Constantinopla estaba echada. A la mañana siguiente, los habitantes de Constantinopla y entre ellos mas aún los genoveses de PERA (si es que tomamos como verdadera la hipótesis que los genoveses de PERA no conocieron de tal movimiento), despertaron sin poder salir de su asombro, pues les parecía todavía seguir soñando. La mitad de la flota enemiga parecía haber sido transportada por espíritus a través de los aires, los barcos turcos desplegaban por entero sus velas, con evidente suntuosidad, dentro del mismísimo corazón de la inaccesible ensenada del Cuerno de Oro, y apuntaban sus cañones a las cercanas murallas de Constantinopla. Los bizantinos no alcanzaban a comprender cómo había podido ocurrir semejante milagro, cómo cerca de setenta barcos de gran tamaño habían podido cruzar la por completo el territorio (y mas aún la colina) de PERA, que los separaba y guarecía del supuesto imposible ataque, sin siquiera ser vistos ni oídos por nadie. Las trompetas y tambores otomanos empezaron a repicar al iniciar la mañana augurando así su victoria frente a las murallas bizantinas que hasta entonces quedaban resguardas por el puerto; la totalidad del Cuerno de Oro, a excepción de aquella lengua de tierra llamada PERA, donde aún se encontraba inmovilizada la pequeña flota italiano-bizantina, estaban en poder del sultán y de su ejército marino, todo gracias a aquel genial e inaudito golpe de audacia. El Sultán Mehmed II podía ahora conducir ahora sus tropas desde sus naves contra la débil muralla de la capital oriental, quedando casi plenamente en sus manos el ala más endeble de la muralla de protección de Constantinopla. El puño otomano a partir de aquel momento iba apretando cada vez de modo mas enérgico el cogote de su víctima cristiana.
sábado, 6 de septiembre de 2008
Toponímia PERA en Constantinopla (actual Estambul, Turquía) - Parte IV: la colonia genovesa de PERA
(Último mapa de la ciudad de Constantinopla y la colonia genovesa de PERA, hecho por el cartógrafo italiano Cristoforo Buondelmonte en 1422, antes de la toma del Imperio Bizantino por las tropas otomanas del Sultán Mehmed II)
Luego de haber ubicado espacial y temporalmente la toponímia PERA en la antigua ciudad capital del Imperio Romano de Oriente, Constantinopla, así como las relaciones político, socioeconómicas y comerciales de los colonos y mercaderes marítimos genoveses con la antigua Bizancio, es que puedo pasar a ubicar geográfica, temporal, social y comercialmente al asentamiento principal de colonos de procedencia genovesa en el tan remembrado e histórico Imperio Bizantino.
Como ya he ido mencionando en breves trazos en las anteriores "entradas", el asentamiento definitivo y socio-económicamente mas consolidado no sólo en Constantinopla, sino en general en todas las costas territoriales bañadas por el Mar Negro y Egeo, de los ciudadanos de la Serenísima República de Génova, fue el de la denominada colonia de PERA.
Como he referido y ahondado en "entradas" anteriores referidas a este mismo tema, la Cuarta Cruzada (1202-1204) degeneró en un ataque despiadado y absoluto pillaje llevado a cabo por los cruzados o francos, quienes contaban con el perenne y absoluto apoyo de los mercaderes venecianos, así como de la propia Serenísima República de Venecia en desmedro del Imperio Bizantino y Constantinopla. Ello generó que en el año 1204, los cruzados arrebataran Constantinopla (y su suburbio anexo, Gálata/PERA, fueron llamadas indistintamente así) de la manos bizantinas, para pasar a instaurar lo que se conoció posteriormente como el Imperio Latino (1204-1261), el cual como he indicado no hubiere podido instaurarse sin el decidido y hasta cierto punto traicionero apoyo de los venecianos, quienes a partir de que asumió el poder como primer emperador latino de Constantinopla Balduino I (1172-1205), obtuvieron para sí las máximas prerrogativas y derechos en el comercio ultramarino en todos los territorios cuyas costas eran bañadas por los Mares Negro y Egeo, y quienes también desde aquella época e incluso desde siglos antes, ya utilizaban a Gálata o PERA como un centro importante de comercio. Esta situación cambió drásticamente cuando en el año 1261 Miguel VIII Paleólogo (1225-1282) arrebató del dominio franco el territorio que por derecho le pertenecía con la ayuda de la República de Génova, con la cual había pactado dicho mismo año el conocido como Tratado de Ninfeo, por medio del cual los genoveses se comprometieron a ayudar a Miguel VIII a reconquistar Bizancio y a utilizar su inmensa flota de galeras luego de la reconquista para: 1. establecer un cerco con navíos genoveses anclados en la capital bizantina, los que impedirían posibles incursiones marítimas principalmente venecianas; y 2. el abastecimiento de todos los productos y mercaderías necesarias para que tras la retoma de Bizancio por parte del insigne Miguel VIII, Constantinopla pudiese rápidamente reconstituirse, y no caer así en un periodo de escasez. Dicho plan se cumplió a la perfección, Miguel VIII Paleólogo pudo recuperar Constantinopla y el Imperio Bizantino en aquel mismo año con el apoyo genovés, tras lo cual los cruzados y buena parte de los mercaderes venecianos (quienes eran vistos por los ciudadanos bizantinos como traidores) fueron expulsados inmediatamente del territorio bizantino; para que luego honrando su palabra y el tratado suscrito, Miguel VIII se aprestara a dar una nueva regulación legal que otorgáse en primer término, todas las prerrogativas y derechos principales en el comercio ultramarino sobre todo el territorio imperial de Bizancio a los comerciantes de procedencia genovesa; y en segundo término, el otorgamiento a la República de Génova de un territorio sobre el cual podrían estos asentar su mas importante colonia, territorio el cual tendría una prácticamente completa autonomía política, económica, administrativa y judicial entregada enteramente a manos genovesas. Así, con el apoyo rotundo e incondicional de los propios emperadores bizantinos, el dominio en el comercio y economía en todo el territorio costero del Mar Negro, Egeo e islas griegas fue totalmente genovés, siendo a tal punto que, como ya he indicado en la "entrada" anterior, al Mar Negro se le conoció en los Siglos XIII, XIV y XV principalmente y de modo irónico como el "lago genovés".
Es así, que Miguel XVIII (no se sabe si por decisión propia, o si por pedido expreso de los cónsules genoveses acreditados ante su imperio) otorgó en el año 1273 el territorio de Gálata o PERA a la República de Génova, la cual instauró ahí con todas las formalidades del caso, su principal y mas importante colonia mercante ultramarina del Medio Oriente y Europa Oriental. Es así que el antiguo barrio e incluso descrito por muchos como simple arrabal de PERA, pasó a ser la colonia legal de los genoveses asentados en Bizancio, quienes prontamente se constituyeron como la ciudadanía dominante en la colonia, desplazando con ello a los antiguos habitantes de aquella tierra (venecianos, griegos, y una pequeña comunidad judía, todos comerciantes menores y hasta cierto punto calificados como "pobres"), para dar paso al florecimiento máximo de la nueva colonia comercial genovesa legítima en la zona con una población constituída predominantemente por italianos de procedencia ligur/genovesa, pero también por rezagos de mercaderes venecianos, toscanos y ragusanos. Al ser PERA una colonia anexa pero independiente de Bizancio, la misma estaba gobernada y administrada por una extructura política de corte genovés. Tal como en la propia capital de la república, ciudad de Génova, como en las demás colonias genovesas, la República de Génova (conocida como la Superba) nombró a un Podestá (término derivado del latín potestas; en castellano, poder) quien sería el funcionario encargado de gobernar y dirigir el funcionamiento político, administrativo, económico y judicial de la colonia. El título de Podestá hacia referencia a un cargo conferido a los altos oficiales de la Edad Media, era un Magistrado Jefe de la Ciudad-Estado, el mismo que era el encargado de regir todos los aspectos de la vida de la colonia, según los parámetros indicados por la autoridad central ubicada en Génova.
Como he referido, los genoveses establecieron su colonia en PERA con el claro objetivo que la misma se convirtiese prontamente en el máximo y mas importante centro del comercio ultramarino de la república, para ello dedicaron todos sus esfuerzos y en poco tiempo lograron transformar el pequeño barrio, suburbio o arrabal, en una próspera y floreciente ciudad imponentemente amurallada donde se registraban las mas importantes transacciones comerciales de los mercaderes, predominantemente genoveses (de aquello felizmente ha quedado constancia en los registros que actualmente se tiene en el archivo general de la ciudad de Génova sobre los diversos actos notariales realizados por Notarios en PERA), así como el lugar donde se tomaban las mas trascedentales decisiones sobre la política y economía que adoptaría e implantaría en adelante la República de Génova, en las demás colonias genovesas esparcidas por las principales ciudades portuarias de las riberas del Mar Negro, Mar Egeo e islas griegas. Aquellas otras colonias genovesas dependían directamente de PERA (incluso la importante colonia genovesa situada en la ciudad de Caffa -actual ciudad de Teodosia en Ucrania-, colonia genovesa desde la cual en el Siglo XIV se exparciría la llamada Peste Negra a prácticamente toda Europa), era al Podestá de la colonia de PERA a la cual los Podestá de las demás colonias genovesas de la zona debían rendirle cuenta de sus actos y haberes producto de los diversos negocios que en las mismas se realizaban, a los magistrados de PERA a los que debían acudir para pedir justicia en caso que en sus propias colonias encontraran alguna decisión que consideraran lesiva para sus derechos, así como a la cual acudían cuando se producía algún enfrentamiento con alguna otra nación para que desde PERA se enviara un cónsul que intermediara por los derechos de los ciudadanos colonos genoveses en tan lejanas tierras, los que siempre mantuvieron como directriz de sus actos y acuerdos el solucionar los problemas dialogando y transando, utilizando la fuerza sólo cuando era el único y último medio a usarse. En PERA es donde se trataban los intereses mas sustanciales de todos los mercaderes ligurianos con posesiones en todo el mediterraneo oriental y en todo el Mar Negro. El dominio genovés del comercio bizantino también significó el control de los puertos de Crimea, bajo la proteccion del Imperio Mongol. Cuando el famoso viajero árabe Shams ad-Din Abu Abd Allah Muhammad ibn Muhammad ibn Ibrahim al-Luwati at-Tanyi (703-1377, mas conocido como Ibn Battuta) visitó los territorios del Cuerno de Oro en los inicios del año 1330, el mismo refirió la amplia prosperidad de las ciudades y colonias italianas de dicha zona, siendo que luego de conocerlas acompañó a una de las esposas de Khan (en castellano, máximo gobernante) mongol que era miembro de la familia real bizantina, en un viaje de regreso a Constantinopla para visitar a su familia. La posición bizantina en el Bosforo era obviamente de importancia para ambas naciones, genoveses y mongoles, quienes querian manetener abiertos los corredores marítimos para sus aliados políticos en Egipto. PERA se constituyó así como el principal asentamiento de colonos genoveses independiente del gobierno central de Constantinopla, asentamiento el cual gradualmente se desligó de la capital bizantina gracias a su constante y rápido desarrollo económico, siendo que con PERA los genoveses lograron así mantener por primera vez de manera estable una colonia propia en Bizancio, así como otras repúblicas italianas (Nápoles, Pisa, Venecia, etc.) las que habían asentado importantes colonias formales en la "capital de oriente", formando suburbios dentro de la misma ciudad -como fue el caso de los italianos de los orígenes antes mencionados-, como fuera de ésta, siendo aquel único caso, el de los genoveses de PERA.
Dada la ya indicada importancia de la colonia de PERA, sus habitantes (en alto porcentaje comerciantes marinos) empezaron a embellecer la nueva colonia con importantes edificios y monumentos religiosos y civiles, allí encontramos quizás como el máximo exponente de la "civilización" que se implantó en PERA con la llegada de los genoveses, la llamada Christea Turris (en castellano, Torre de Cristo), torre que hasta el día de hoy podemos observar en la actual ciudad de Estambul, con sus 66.90 metros de alto, a los que se debe sumar los 35 metros que sobre el nivel del mar tiene el terreno sobre el que fue construida, lo que produce un efecto visual como si aquella torre tuviese 101.90 metros de altura (algo realmente impresionante para aquella época e incluso hasta hoy en día), siendo el diámetro de la misma de 16.45 metros en su base y 8.95 metros dentro de la misma, con muros de 3.75 metros de espesor. Algunas leyendas contemporáneas relatan que el primer vuelo de un ser humano del que se tenga registro sucedió desde esta gran torre, cuando en el año 1638 Hezarfen Ahmet Çelebi, voló convirtiéndose en el primer aviador del mundo usando alas artificiales para cruzar en vuelo desde la parte mas alta de esta torre sobre el Estrecho del Bósforo, arribando a las cuestas de Üsküdar, en la región de Anatolia. Durante los primeros siglos de la era Otomana, la Torre de Gálata (como se empezó a llamar a esta torre luego de la conquista turca de Constantinopla), fue ocupada por un destacamento de Jenízaros, siendo que en el Siglo XVI la torre fue usada como prisión para prisioneros de guerra que luego usualmente eran dispuestos como esclavos que trabajarían en las galeras. Durante el reino de Selim II (1524-1574), esta torre fue utilizada como punto de observación del astrónomo otomano Takiuddin quien poseía así su propio observatorio en PERA. La famosa Torre de Gálata, ha sido reconstruida en múltiples ocasiones a lo largo de los siglos, la mas notable de dichas refacciones se dio luego del gran incendio que devoró prácticamente toda la ciudad de Gálata en el año 1794, el techo en forma de cono ha sido restaurado para darle a la torre una apariencia mucho mas parecida a como era la misma en el periodo de domino genovés en aquel territorio, siendo finalmente abierta al público como lugar turístico en el año 1967. Dicha torre, fue construida por los colonos genoveses de PERA, en reemplazo de la antigua torre construida por los bizantinos en dicha zona (cercana a la Christea Turris) llamada Megalos Pyrgos (en castellano, gran torre). Esta antigua torre, se encontraba situada al norte del Cuerno de Oro, y desde la misma se podía divisar por completo en 360 grados el territorio que la circundaba. La histórica Megalos Pyrgos fue completamente destruida y arrasada por los francos tras la Cuarta Cruzada, mas su recuerdo estaba tan presente en la memoria de la gente que había tenido la fortuna de observarla en su esplendor, que tras la recuperación del Imperio Bizantino por Miguel VIII Paleólogo en el año 1261, y con la entrega formal del dominio y semi autonomía de dicho territorio a sus aliados genoveses en el año 1273, estos últimos construyeron en el año 1348 una nueva torre en el punto mas norteño y alto de la colina de Gálata, similar a la antigua.
Otra construcción a destacar, es la Iglesia Dominica de San Pablo construida en el año 1233 durante el domino latino de Constantinopla, y que durante el anterior dominio bizantino estaba dedicada a Irene Serantapechaina (752-803, conocida como Santa Irene de Atenas), en el año 1299 Fray Guillaume Bernard de Sévérac compró una casa junto a dicha iglesia y estableció un Monasterio dominico con doce frailes, después de la caida de Constantinopla, de acuerdo a la capitulación del Imperio Otomano con la Republica de Génova, la iglesia, permaneció en manos genovesas, pero entre 1475 y 1478 fue transformada aunque con menores modificaciones en una mesquita por el Sultán Mehmed II (1432-1481) y comenzó a ser conocida como Galata Camii (Mezquita Gálata). Los frailes fueron transferidos al monasterio de San Pedro en PERA en 1476, mientras todas las ropas del altar fueron retornadas a Génova y sus archivos a la colonia genovesa de Caffa. Posteriormente sufrió diversos incendios pero fue restaurada entre 1913-19, siendo que durante los reemplazos del piso de madera, fueron descubiertas muchas lápidas genovesas las cuales databan de la primera mitad del Siglo XIV hasta mediados del Siglo XV), hoy es conocida como Arap Camii, debido a que fue entregada por el Sultan Bayecid II (1447-1512) a los árabes expulsados de la España imperial, quienes escaparon de la inquisición española y quienes viajaron para hayar refugio en la actual Estambul. Otra edificación importante, es el Palacio Genovés (Palazzo del Comune; en castellano, Palacio del Municipio), construido en el año 1314 por el Podestá genovés Montano de Marinis, edificio del cual aún hoy se pueden ver sus ruinas detrás de la calle de los Bancos en Karaköy, muchos ornamentos los cuales estaban originalmente en la fachada del Palacio Genovés fueron usados para embellecer los edificios de bancos turcos del Siglo XIX, en los finales del periodo otomano.
El viajero catalán Pero Tafur visitó la ciudad de PERA poco tiempo antes de la caída de Constantinopla, y de la sujección a la que PERA se vio obligada a estar frente al poderío del Imperio Otomano. Tafur nos relata en el libro titulado: "Andanças e viajes de Pero Tafur por diversas partes del mundo avidos (1435-1439)", lo siguiente: "La ciudad de PERA esta compuesta por dos mil vecinos, muy bien amurallada, con buenas zanjas y barreras, buenos monasterios e iglesias, calles bien hechas, con buenas casas, la ciudad tiene altos edificios tal como Génova. Está compuesta en general por griegos, pero la gente que la gobierna y que tienen oficios son genoveses. Se hacen en ella bastantes intercambios comerciales, de lo que traen por el mar mayor, como de lo que traen del poniente y de la Siria y Egipto, y así son todos ricos. Esta PERA antiguamente se llamaba Gálata. Y de esta vuelta que hice del mar mayor, estuve dos meses en Constantinopla y PERA, y de allí partí en una nao a Ancona...". De este brevísimo relato del conocido trotamundos Pero Tafur, podemos advertir que como indica claramente, con el estblecimiento de los genoveses en el gobierno de PERA, el antiguo arrabal de Gálata pasó a ser una imponente ciudad con construcciones similares a las que habían en la propia Génova, así como podemos ver que a pesar que la mayoría de sus habitantes eran de orígen griego, sus mas altas autoridades y sus comerciantes eran genoveses, "todos ricos" en palabras del propio Tafur.
Así pasaron prácticamente dos siglos, siglos de expansión y florecimiento en los negocios de comercio ultramarino genovés, los marinos genoveses encontraron pronta prosperidad y mejoraron rápidamente su estatus de vida, así como lo hizo la propia capital de la república, la ciudad de Génova. No obstante ello, dicha prosperidad, bonanza y años de progreso económico, se vieron interrumpidos paulatinamente desde la caída de la ciudad de Constantinopla, y del Imperio Bizantino, en manos del Imperio turco-otomano. La historia de la caída de Constantinopla en el año 1453 ya ha sido materia de estudio e investigación expuesta por mí en las "entradas" anteriores (Partes I y II), mas me parece importante resaltar algunos puntos de la participación de la colonia genovesa de PERA en aquel momento tan trascendental de la historia de la humanidad.
Con la caída de Constantinopla no sólo caía la capital del Imperio Bizantino, sino a su vez caía el Imperio mas grandioso que la historia ha podido registrar clara y contundentemente, el Imperio Romano. Una nueva etapa se inició en 1453, y los ciudadanos genoveses (para bien o para mal) tuvieron quizás una de las participaciones con sentimientos mas contradictorios de las que se pueda tener conocimiento. El sitio a la ciudad de Constantinopla inició oficialmente el 06 de Abril de 1453, un potente cañonazo de las huestes turco-otomanas dirigido hacia la histórica Puerta de San Romano rompió el silencio, y con ello dio comienzo a uno de los mayores cismas que ha vivido el mundo en épocas medievales. Se dice que aquellos gigantescos cañones utilizados por Mehmed II (1432-1481) fueron construidos en la ciudad de Adrianópolis (actual ciudad turca de Edirna) por un herrero rumano o rumeliano llamado Urbano, quien primero ofreció sus servicios a los bizantinos, mas éstos no accedieron a adquirir los mismos (se dice que quizás por no contar con el dinero suficiente para pagarle al mismo, o que quizás se debió a que dentro de la estructura amurallada de la ciudad no había lugar posible donde ubicar cañones de tan gigantescas proporciones), desde aquella ciudad tuvieron que transportarse los mismos hasta las afueras de Constantinopla, las bolas de piedra que disparaban dichos cañones tenían 07 pies -2.1336 metros- de circunferencia y pesaban cerca de 1,200 libras -544.311 Kg.- (aún se pueden ver dichos cañones en Estambul; el mas grande de estos cañones pesaba cerca de 09 toneladas por lo que su desplazamiento desde la fundición ubicada en Adrianópolis hasta las puertas de Constantinopla demandó el trabajo de halado de 30 bueyes y 100 hombres, esta monstruosidad de la ingenieria de la destrucción tenía 8 metros de largo, el grosor de sus paredes era de 20 centímetros y su diámetro oscilaba entre los 80 centímetros en la culata a 240 centímetros en la boca. Por mas difícil que sea de creer, algunos testigos aseguran que podía lanzar fácilmente proyectiles de 850 kilos a 1,6 kilómetros de distancia, y que el estruendo de sus disparos podían ser oídos a 15 kilómetros a la redonda. Ante la utilización de tales cañones por los turcos, podemos comprender mejor el pavor que deben haber sentido los habitantes de Constantinopla y PERA, con sólo ver las dimensiones de tal arma, y peor aún al sentir el estruendo y la destrucción que con cada nueva explosión causaban). Durante los primeros dias del sitio, Mehmed II asignó a sus comandantes sus posiciones, la región de PERA y el este del Cuerno de Oro fue asignada a Zağanos Pasha. El Emperador Bizantino Constantino XI Paleólogo (1405-1453, quien se había casado dos veces: la primera el 01 de Julio de 1428 con Maddalena Tocco -nacida como Teodora Tocco- quien era sobrina del gobernante italiano del Despotado de Epiro, Carlo I Tocco; y en segundas nupcias con Catterina Gattilusio, hija del Señor genovés gobernante de Lesbos Francesco I Gattilusio, ambas murieron dejando viudo y sin hijos al último emperador real de Constantinopla) realizó un censo en la ciudad para poder ver la cantidad de hombres con los que efectivamente contaba para poder hacer frente al enemigo otomano, el resultado de dicho censo fue mas que desalentador, en la ciudad no habían sino a lo sumo entre 6000 a 7000 soldados dispuestos a pelear; no obstante pasaba algo muy resaltable, entre aquella soldadesca se confundían en una sola armada guerreros de múltiples las nacionalidades, griegos, latinos, italianos, catalanes, incluso un pequeño constingente de otomanos renegados dirigidos por el Príncipe turco Orján, exiliado en Constantinopla, todos los cuales pelearon con heroismo y entereza felices de morir por lo que consideraban un honor, salvar a Constantinopla.
El 02 de Abril de 1453, ante la inminencia de un nuevo asalto y asedio turco a la capital bizantina, el Emperador Constantino XI Paleólogo dispuso que se extendiera una larga cadena sobre la entrada de la ensenada del Cuerno de Oro, la misma que unía las murallas costeras de PERA y Constantinopla, lo que impedía que cualquier tipo de embarcación pudiese penetrar desde el estrecho del Bósforo hacia las débiles defensas costeras de Constantinopla en las riberas del Cuerno de Oro. Para ello, el veneciano Niccoló Barbaro dispuso entre nueve a diez de sus mas grandes barcos en la bahía, a efectos que resguardasen la cadena que había sido colocada; de aquellos barcos, cinco eran galeras genovesas, tres eran de la isla de Creta, una de Ancona y una de la propia Constantinopla.
De acuerdo al diario del veneciano Niccoló Barbaro, testigo presencial de los hechos, el 22 de Abril Mehmed II decidió utilizar el recurso naval para intentar dar un giro en su destino luego de casi 20 días de asedio sin resultados, haciendo que sus aproximadas 145 embarcaciones, las cuales estaban a la espera de su orden de ataque, se movilizaran. Para aquel momento, es presumible que Mehmed II ya había concebido la factibilidad de una idea que a primera vista podría haber sido considerada una real locura. Mehmed II con gran agudeza, tenía muy presente la historia de los sitios anteriores de Constantinopla, y había caído en la cuenta que si todos estos habían fracasado a pesar de muchas veces contar con gigantescas ejércitos, era el factor marítimo. Todos los sitios con los que se había pretendido tomar Constantinopla no tuvieron en cuenta que si dicha ciudad resistía los mismos, era porque los emperadores bizantinos siempre se habían preocupado de mantener libre la entrada marítima de barcos cargados de provisiones, la que permitía a dicha ciudad mantenerse abastecida por todo el tiempo que se requiriese. Mehmed II había estudiado inteligentemente dicho factor, y por ello consideró imperioso que sus embarcaciones cruzaran a como dé lugar la gran cadena dispuesta por los bizantinos y que cerraba el paso marino en la entrada del estuario del Cuerno de Oro desde la muralla de PERA mas cercana a la ribera, hasta la muralla mas cercana a la ribera de Constantinopla. Teniendo en cuenta todo ello, el Sultán propuso a sus comandantes una idea tan delirante como ingeniosa (algunos historiadores no obstante, señalan que dicha idea ya había intentado ser puesta en práctica por un emperador serbio siglos antes, mas éste no pudo concretar la misma por lo que aquella supuesta excentricidad se dejó de lado), Mehmed II propuso que si sus embarcaciones no podían cruzar por vía marítima el estrecho del Bósforo y penetrar por el Cuerno de Oro por el irrevasable obstáculo de la citada cadena naútica, una parte -aproximadamente la mitad- de su flota cruzaría por tierra desde las riberas del Bósforo hasta posicionarse nuevamente en aguas de las riberas del Cuerno de Oro. La idea era construir un "camino" hecho de troncos de madera por el que se deslizarían casi 70 barcos otomanos, a través de un sendero que los llevaría a rodear las murallas del ala norte de la ciudad de PERA; así, una vez rebasado dicho camino, las embarcaciones turcas quedarían en perfecta posición dentro del mismo Cuerno de Oro desde donde podrían bombardear a su antojo las murallas de la ciudad de Constantinopla en su lado mas débil. El 22 de Abril fue el día indicado, y el Sultán aprovechó la neutralidad que había declarado el Podestá genovés de la ciudad de PERA, Angelo Giovanni Lomellino, frente al nuevo intento otomano por hacerse de la capital de Bizancio, para contando con esta iniciar la construcción del camino que llevaría a los turcos a la victoria final. El Sultán tenía que ser sincero consigo mismo, y por tal, sabía también que le sería imposible atacar "el corazón de la bestia" desde su posición en tierra, sin verse forzado a atacar directamente a las escasas pero poderosas naves bizantinas y a la fortificación, en extremo "dura de roer". Todo ello, hizo que Mehmed II dispusiera de inmediato la ejecución de su extraordinario plan, y en poco tiempo ya contaba con un camino hecho de troncos de árboles engrasados, listo para ser utilizado; pero sabiendo el Sultán del gran estrépito y bullicio que generaría dicho paso, mandó que el mismo se diese durante la noche y madrugada, y que para aplacar de algún modo el ruido producido, toda aquella noche tuviesen actividad los cañones turcos para que el estruendo de los mismos opacara y "silenciara" el de las embarcaciones cruzando por el camino de rodadura dispuesto alrededor de la ciudad de PERA. Las órdenes de Mehmed II se cumplieron al pie de la letra, a pesar que quizás muchos de sus generales y soldados pensaran que aquello era prácticamente una locura, el sólo hecho de pensar en cómo transportar dichos 70 barcos por un territorio sumamente ondulante, con pequeños desniveles y una gran colina la cual debían sortear, hacían de aquella idea algo delirante. Pero la convicción del Sultán era tan o mas grande que su poder, por lo que sus generales no tuvieron mas que dar inicio a tamaña empresa. Básicamente, primero se utilizó a miles de soldados para afirmar el terreno por donde se colocarían los troncos engrasados, luego se dispusieron los mismos uno junto al otro, para finalmente utilizarse la fuerza de halado de unos 200 bueyes y varios miles de marineros turcos, los mismos que al unísono tiraban de cada embarcación que pretendía cruzar. Mientras la oscuridad de la noche cubría como un manto ténue pero invulnerable los mástiles y las velas otomanas, los rodillos de madera engrasados previamente se pusieron en marcha, lo que facilitó la labor de halado de los bueyes y marineros musulmanes. Todo funcionó como un engranaje perfecto, y uno a uno fueron cruzando los barcos otomanos por el territorio de PERA y bordeando la colina del mismo, con lo que lograron hacer cruzar sus embarcaciones desde las aguas del estrecho del Bósforo hasta las aguas que bañaban el puerto de Constantinopla en la ensenada del Cuerno de Oro, en total unos 12 kms. La operación se llevó acabo, como ya he mencionado, durante toda la madrugada; algunos historiadores argumentan que el sigilo con el que actuaron las huestes de Mehmed II unido al estruendo incesante de sus cañones hicieron que ninguno de los habitantes de PERA, siquiera sintiese en lo mas mínimo que una flota de tamaña envergadura estaba cruzando de costa a costa y en sus narices la localidad, mas otros historiadores suspicaces arguyen que el Podestá genovés Lomellino sabía perfectamente del plan turco ante el cual "se hizo de la vista gorda", dada la neutralidad declarada de PERA como colonia genovesa, pues era prácticamente inverosímil e increible desde todo punto de vista, que cerca de 70 barcos de gran calaje hayan pasado literalmente "por las narices" y frente a las murallas de PERA sin que ningún vigía lo haya notado (algunos historiadores arguyen en favor de Lomellino y de la República de Génova que el hecho que al terminar de cruzar los barcos otomanos y una vez instalados en aguas del Cuerno de Oro, se indique por algunos historiadores que la flota turca realizó un pequeño ataque a modo de escaramuza contra la fortificación de la ciudad de PERA, lleva a pensar que los mismos no conocían del ataque); a pesar de ser cierto que el sólo hecho de pensar que eran barcos los que cruzaban por tierra de una ribera a otra, era algo descabellado y por ende, imposible. Finalmente los navíos turcos pudieron traspasar su largo "peregrinaje" de costa a costa, y fueron devueltos a su elemento, siendo transportados de un mar a otro atravesando montes, valles, viñedos, campos y bosques, sin olvidarnos de que tuvieron que rodear la colina de PERA, con lo que el magnífico ardid de Mehmed II llegó a su término con éxito cuando sus galeras ingresaron al Cuerno de Oro por una pequeña bahía llamada "Primavera fría".
Aquella noche del 22 de abril de 1453, setenta barcos con su General al mando, capitanes y huestes, cruzaron bordeando el territorio de la asimisma declarada neutral colonia de PERA, a partir de ese momento, la suerte de Constantinopla estaba echada. A la mañana siguiente, los habitantes de Constantinopla y entre ellos mas aún los genoveses de PERA (si es que tomamos como verdadera la hipótesis que los genoveses de PERA no conocieron de tal movimiento), despertaron sin poder salir de su asombro, pues les parecía todavía seguir soñando. La mitad de la flota enemiga parecía haber sido transportada por espíritus a través de los aires, los barcos turcos desplegaban por entero sus velas, con evidente suntuosidad, dentro del mismísimo corazón de la inaccesible ensenada del Cuerno de Oro, y apuntaban sus cañones a las cercanas murallas de Constantinopla. Los bizantinos no alcanzaban a comprender cómo había podido ocurrir semejante milagro, cómo cerca de setenta barcos de gran tamaño habían podido cruzar la por completo el territorio (y mas aún la colina) de PERA, que los separaba y guarecía del supuesto imposible ataque, sin siquiera ser vistos ni oídos por nadie. Las trompetas y tambores otomanos empezaron a repicar al iniciar la mañana augurando así su victoria frente a las murallas bizantinas que hasta entonces quedaban resguardas por el puerto; la totalidad del Cuerno de Oro, a excepción de aquella lengua de tierra llamada PERA, donde aún se encontraba inmovilizada la pequeña flota italiano-bizantina, estaban en poder del sultán y de su ejército marino, todo gracias a aquel genial e inaudito golpe de audacia. El Sultán Mehmed II podía ahora conducir ahora sus tropas desde sus naves contra la débil muralla de la capital oriental, quedando casi plenamente en sus manos el ala más endeble de la muralla de protección de Constantinopla. El puño otomano a partir de aquel momento iba apretando cada vez de modo mas enérgico el cogote de su víctima cristiana.
Aquella noche del 22 de abril de 1453, setenta barcos con su General al mando, capitanes y huestes, cruzaron bordeando el territorio de la asimisma declarada neutral colonia de PERA, a partir de ese momento, la suerte de Constantinopla estaba echada. A la mañana siguiente, los habitantes de Constantinopla y entre ellos mas aún los genoveses de PERA (si es que tomamos como verdadera la hipótesis que los genoveses de PERA no conocieron de tal movimiento), despertaron sin poder salir de su asombro, pues les parecía todavía seguir soñando. La mitad de la flota enemiga parecía haber sido transportada por espíritus a través de los aires, los barcos turcos desplegaban por entero sus velas, con evidente suntuosidad, dentro del mismísimo corazón de la inaccesible ensenada del Cuerno de Oro, y apuntaban sus cañones a las cercanas murallas de Constantinopla. Los bizantinos no alcanzaban a comprender cómo había podido ocurrir semejante milagro, cómo cerca de setenta barcos de gran tamaño habían podido cruzar la por completo el territorio (y mas aún la colina) de PERA, que los separaba y guarecía del supuesto imposible ataque, sin siquiera ser vistos ni oídos por nadie. Las trompetas y tambores otomanos empezaron a repicar al iniciar la mañana augurando así su victoria frente a las murallas bizantinas que hasta entonces quedaban resguardas por el puerto; la totalidad del Cuerno de Oro, a excepción de aquella lengua de tierra llamada PERA, donde aún se encontraba inmovilizada la pequeña flota italiano-bizantina, estaban en poder del sultán y de su ejército marino, todo gracias a aquel genial e inaudito golpe de audacia. El Sultán Mehmed II podía ahora conducir ahora sus tropas desde sus naves contra la débil muralla de la capital oriental, quedando casi plenamente en sus manos el ala más endeble de la muralla de protección de Constantinopla. El puño otomano a partir de aquel momento iba apretando cada vez de modo mas enérgico el cogote de su víctima cristiana.
Debo mencionar aquí, que por todos es repudiable la actitud tanto de la República de Venecia, como la de la República genovesa, las que históricamente habían obtenido provecho de su comercio con Bizancio, y habían alcanzado el desarrollo económico y social, en base a la riqueza lograda con ayuda del Imperio Bizantino. Siendo así, el que ambas repúblicas decidiesen no apoyar a la defensa de Bizancio, fue y aún es tomado como una "traición" por parte de estos dos socios comerciales de Constantinopla. Pese a ello, debo aclarar que no obstante dicha actitud de aquellas repúblicas, aquel trago amargo se ve sublimado cuando pensamos en aquellos pocos colonos genoveses de PERA quienes si honraron a la ciudad que les había otorgado una manera de subsistencia, y decidieron traspasar los muros de su colonia para acudir a su encuentro con la muerte segura, con la inmortalidad. Angelo G. Lomellino hizo caso omiso a aquel heroico esfuerzo de sus compatriotas, y en uso de sus facultades legales como Podestá, máximo cargo de la dirección genovesa en la colonia, declaró -como ya mencioné- la neutralidad absoluta de la colonia genovesa instalada en la ciudad de PERA. Si aquellos pocos que ofrendaron sus vidas por Constantinopla bastan para redimir a los muchos que por egoísmo absurdo se negaron a participar en la defensa de la ciudad capital bizantina, lo dejo enteramente a juicio del lector, mas en mi concepto aquel esfuerzo sí redimió a los que por miedo o ingratitud se negaron.
Asimismo, de cierta manera la ayuda brindada en al inicio de la batalla por el notable genovés, Giovanni Giustiniani Longo (?-1453) y sus 700 soldados, también forjan en nuestras mentes cierta sensación que si no obstante la República de Génova le dio la espalda por completo a Bizancio en resguardo de sus propios intereses; fueron los propios ciudadanos genoveses, los que lucharon por Bizancio y murieron en la inmortalidad desobedenciendo el mandato del Podestá y de la Superba, para acudir por su cuenta y riesgo al resguardo de "la mas bella de las ciudades". Al día siguiente, el 23 de Abril, se dio un consejo de guerra según indica el veneciano Niccoló Barbaro, en el que probablemente incluso se encontraba Giustiniani, el cual evaluaría el mejor modo de repeler a la flota turca ya instalada plenamente en la ribera norteña del estuario del Cuerno de Oro. Se discutieron en aquel momento varios planes, pero finalmente se decidió que Giacomo Coco -comandante de las galeras venecianas de Trebisonda- intentaría incendiar las galeras otomanas por medio de un ataque nocturno a las mismas. Coco se ofreció para realizar dicho ataque de manera voluntaria, pero no quería hacerlo inmediatamente sino con la ayuda de los genoveses de PERA, por lo que su pedido fue aceptado, lo que demoró el ataque del 24 al 28 de Abril, día en el que finalmente Coco decidió atacar. Algunos historiadores consideran extraño que los genoveses de PERA tuviesen que decidir su participación en el ataque, aunque ello se puede explicar en una probable actitud dubitativa al encontrarse entre la espada y la pared: ayudar a sus compatriotas afincados en Constantinopla y con ello arriesgar sus vidas y la seguridad de su colonia, o respetar el mandato de su Podestá y permanecer neutrales con los consiguientes beneficios que aquella actitud les traería si es que el Sultán otomano ganáse finalmente la batalla y tomáse Bizancio. Según relata Niccoló Barbaro, testigo presencial veneciano, los genoveses de PERA se decidieron por la segunda opción, e incluso Barbaro (quien odiaba a los genoveses) señaló que fue el propio Podestá Angelo Lomellino quien le reveló el inminente ataque a Mehmed II, quien conociendo del mismo preparó en el acto una "cálida" recepción para los temerarios hombres de Giacomo Coco. Es así que en la madrugada del día 28 de Abril, aún durante la penumbra, dos grandes barcos cargados con bolas de algodón y lana (las cuales se incendiarían) sirvieron como la punta de lanza del ataque cristiano, para que posteriormente seguidos por algunos bergantines atacaran. Debido a sus ansias de gloria, Coco adelantó sus líneas pero el silencio pronto se rompió por los cañonazos de los barcos turcos. El barco del veneciano Giacomo Coco se partió al instante, mientras que el también veneciano Capitán Gabriele Trevisano sin poder ver por la bruma, la oscuridad y el humo fue prontamente presa del fuego turco. Aquel ataque por lástima no surtió ningún efecto positivo para los bizantinos, ya que los cristianos perdieron dos barcos, mientras que los otomanos sólo uno, asimismo, los turcos capturaron un número considerable de italianos y griegos que habían intentado escapar a PERA, quienes pertenecían a las huestes de Giacomo Coco. Al llegar las primeras luces de aquel mismo día, Mehmed II puso a cuarenta de los capturados ante la mirada de sus parientes y compañeros en sitio, quienes los observaban desde las murallas de la ciudad capital, con la clara intención de asesinarlos en frente de los mismos como amenaza, a lo que el emperador Constantino XI ordenó que 260 prisioneros turcos fuesen colgados de los torreones defensivos en las murallas de la ciudad. Las fuentes normalmente indican que los genoveses de PERA en algún sentido advirtieron a los turcos, aunque quien asevera ello principalmente es Niccoló Barbaro, lo que es en extremo sospechoso ya que siendo veneciano no sería extraño que intentara inculpar a sus enemigos acérrimos con dicha supuesta "traición". Los genoveses en contraparte, indicaron que el plan falló desde el inicio ya que los venecianos adelantaron sus líneas de ataque demasiado pronto. Sea como fuere, está perfectamente claro que tanto la República veneciana como la genovesa no tuvieron una actuación tal como los bizantinos esperaban, ello en relación a los largos siglos en los que ambas repúblicas se habían beneficiado económicamente, tornándose en potencias navales en lo concerniente al comercio ultramarino (con posesiones territoriales y colonias a lo largo de todas las costas de los mares Mediterráneo, Negro y Egeo), y al tema bélico en general.
Pese a aquella actitud tan deplorable de la República de Génova, expresada claramente en la decisión del Podestá de PERA, Angelo G. Lomellino, a finales del mes de Enero de 1453, llegó a Constantinopla un noble genovés, el mismo que se decía era todo un experto en defender ciudades en sitiadas, aquel hombre era Giovanni Giustiani Longo -a quien ya me he referido en esta "entrada" y en las entradas I y II referentes a este tema-. Giustiniani arribó a la capital bizantina con dos galeras procedentes de su natal Génova en la cual transportaba un pequeño contingente que había reclutado él mismo, en el que se hallaba su propia tripulación y muchos otros marineros genoveses quienes sumaban unos 400 hombres, mas unos 300 que se enrolaron a su servicio procedentes de las islas de Quíos y Rodas (colonia genovesas), haciendo un total de 700 soldados. Algunos indican que fue el propio Constantino XI quien invitó a Giustiniani prometiéndole que de salvarse la ciudad con la ayuda de los cristianos romanos, le entregaría a estos ya no en concesión temporal sino de manera perpétua, la isla griega de Lemnos. El hecho es que al arrivar Giustiniani a Constantinopla, éste dada su investidura y siendo casi una leyenda viva, fue puesto inmediatamente en el cargo de defensor máximo de la ciudad en el rango de Protostrator. Ya iniciada la batalla, y en plena defensa de la puerta de San Romano, Giustiniani Longo fue herido por una culebrina, y a pesar de la petición del propio Emperador Constantino XI para que este permaneciera aunque sin luchar con el mero afán de servir como presencia que alentara a la tropa a seguir dando fiera batalla contra la inmensamente superior en cantidad tropa otomana, Giustiniani decidió retirarse del campo de batalla y embarcarse en una galera genovesa con dirección a la colonia italiana instalada PERA para después enrumbar a la isla de Quíos. Ello no sólo trajo una demoralización generalizada a las tropas que luchaban por preservar Constantinopla, sino que quizás el peor efecto fue que los 700 soldados profesionales que había llevado Giustiniani Longo decidieron ir tras su máximo jefe, acto que hasta nuestros días es visto por historiadores y conocedores del tema como una cobardía de dicha soldadesca, la cual tuvo como excusa perfecta para no seguir combatiendo al embravecido ejército enemigo, el supuestamente ir "resguardando" el regreso de su Capitán. Sin embargo, ello como he dicho sólo acarreó que la caída de la ciudad capital bizantina fuera mas pronta, pues evidentemente 700 soldados así fuesen profesionales no iban a poder resguardar a dicha ciudad ante un enemigo que en proporciones eran casi de 11 a 1. Con todo, Giovanni Giustiniani Longo murió unos pocos días después en Quíos, tras no poder ser curadas sus heridas por los mejores médicos de dicha isla. El genovés Leonardo de Quíos (testigo presencial en la batalla por Constantinopla) cuenta que Constantino XI le expresó en aquella oportunidad al herido Capitán Giustiniani: "Mi hermano, ¿por qué haces esto? Retorna a tu posición. Esta herida no es sino algo fútil. Regresa, ahora es cuando mas se necesita de ti. ¡La ciudad depende de ti para su salvación!", y ante aquella declaración del emperador se abren dos versiones, la del propio Leonardo de Quíos, según la cual tras las palabras de Constantino XI, Giustiniani respondió al emperador diciendole: "Dale a mis hombres la llave de la puerta" (haciendo referencia a la puerta de San Romano), y una vez abierta la misma el Capitán genovés y sus hombres siguieron su camino hacia las galeras que los conduciría a PERA; pero como he señalado también existen otras versiones que no indican una salida tan "poco valerosa" para el capitán Giustiniani. Asimismo, el Cardenal Isidro de Kiev (1385-1463, conocido también como Isidro de Tesalónica), enviado personal del Papa Nicolás V (1397-1455, nacido como Tommaso Parentucelli) con 200 arqueros napolitanos quienes ayudarían en la defensa de la ciudad, resolvió salvar su vida ante la inminente muerte, tras cambiarle de vestimenta con un indigente quien fue rápidamente apresado y ejecutado por las huestes otomanas (algunas fuentes señalan que el Cardenal cambió su ropa con un ciudadano muerto), tras lo cual fue tomado prisionero escondiendo su real identidad y fue enviado en barco como un esclavo mas con rumbo a Asia Menor.
Una vez consumada la toma de Constantinopla por los turcos-otomanos, el Podestá genovés en PERA, Angelo Lomellino, dispuso inmediatamente que fueran cerradas las puertas de la ciudad amurallada las cuales se ubicaban en la parte de la bahía. Lomellino tenía por qué estar asustado, pues una vez tomada la ciudada capital por los turcos, Mehmed II ordenó la inmediata muerte de todos aquellos que habían participado en la defensa de la ciudad, y entre ellos, principalmente los "extranjeros" (tales como los Hnos. Contarini, Girolamo Minotto, Peré Juliá, etc.). Ante tal situación, Lomellino envió mensajeros para que conversaran con el Sultán y le ofrecieran las llaves de la ciudad de PERA, intentando con ello salvar la integridad de su vida y de la de los demás habitantes de PERA. Mehmed II aceptó y tomó a los habitantes de PERA como sus súbditos, imponiendo un gobernador turco que confiscaría la propiedad de todos aquellos que huyeron de dicha colonia, y ordenó la demolición de las torres y murallas de la ciudad. A los habitantes de PERA no les restó mas que aceptar su nueva condición frente a el Sultán, pues de ello dependía su propia vida. La ocupación turca de PERA ha sido elocuentemente descrita en una carta enviada por el Podestá Angelo Lomellino a su hermano el 23 de Junio de 1453, casi un mes luego de la caída de Constantinopla. En aquella carta, Lomellino le refirió a su hermano lo siguiente:"Mi noble y mas querido hermano: si no he escrito antes esto, y no he respondido las cartas que he recibido de ti, perdóname, porque he estado y estoy incesantemente en un tipo de melancolía y tan preocupado que prefiero morir que vivir. Estoy seguro que has sabido antes de esta carta de la inesperada caída de Constantinopla, tomada por el Señor (turco) el veintinueve del pasado mes, un día que estuvimos esperando con anticipación, porque parecía contener una victoria para nosotros. El Señor (turco) dio batalla toda la noche en todos los frentes, y batalló con coraje en todos los puntos. Para decirlo en corto, como sea, en la mañana Giovanni Giustiniani dejó su pórtico, retirándose hacia el mar, y los tucros entraron por esa puerta donde no se ofrecía resistencia. Quiero creer que esto viene de nuestros pecados. Considerando mi naturaleza, sólo imagina cómo estoy ahora. Dios me de paciencia. Los turcos dieron la ciudad a tres días de saqueo. Tú nunca has visto un sufrimiento igual. Ellos tomaron un botín inestimable. Yo envié en defensa de la ciudad todos los mercenarios de Quíos y todos aquellos enviados de Génova así como a buenos ciudadanos y burgeses de aquí (PERA) y, en lo que nos concierne, a nuestro Imperiale (sobrino de ambos Hnos. Lomellino) y a los criados de nuestra familia. Por mi propia parte he hecho tanto como he podido, Dios sabe, yo siempre reconocí eso, si Constantinopla era perdida, nosotros perderíamos este lugar también...". Lomellino apuntó además, que algunos genoveses se salvaron asimismos huyendo, otros fueron capturados en las palizadas, el resto fueron obligados a permanecer en la ciudad de PERA, porque los capitanes de los barcos no esperaron por la gente que quería escapar, refiere Lomellino a su hermano: "Yo prefiero perder mi propia vida a dejar esta tierra. Si yo me fuese, este lugar, de este modo abandonado, sería saqueado". Así, el Podestá envió embajadores a hablar con Mehmed II a quien le entregarían algunos regalos y las llaves de PERA, junto a un pedido referido a que la paz que fue obtenida entre los turcos y los genoveses debería ser observada. No hubo una respuesta inmediata del Sultán, en lo que demoraba la misma, el frenético Podestá trató de mantener la calma en la aterrorizada colonia, cuyos habitantes temían un saqueo y ultraje tal como habían visto que sucedió en Constantinopla, por lo que suplicaban a los capitanes de los barcos que permanecieran unos días mas antes de zarpar para sus destinos, porque estaban seguros que si el Sultán no era provocado, el mismo podía mantener su palabra de paz. No obstante el pedido ciudadano, los capitanes de los barcos no perdieron la oportunidad de escapar y zarparon a la medianoche. Lomellino refiere sobre ello: "Cuando en la mañana el Señor (Mehmed II) recibió noticias de la salida de los barcos, el informó a mis embajadores que el quería un rendimiento incondicional -terra libera (en castellano, tierra libre)- nosotros pudimos apenas salvarnos a nosotros mismos y nuestras propiedades personales, porque él dijo que nosotros hicimos todo lo posible para salvar Constantinopla, y esa era la razón del por qué los turcos no tomaron el lugar el primer día. Ciertamente ellos hablaron la verdad. Estabamos en el mas grave peligro". Pese a la extrema dificultad, la paz con los turcos fue hecha por los genoveses en el nombre de los burgueses de PERA. El Podestá Lomellino ahora se mantenía detrás de escena, posiblemente ello se debió a alguna orden de no aparecer según los términos impuestos por Mehmed II. Lomellino, no obstante ello, hizo un pago para visitar al Sultán, quien ingresó a PERA dos veces; en las cuales ordenó que las defensas, incluyendo la Torre de Santa Cruz, fueran demolidas; así como tomó todos los cañones e intentó tomar todas las municiones y armas de los burgueses de la ciudad; también hizo un inventario de todos los bienes y propiedades de los habitantes que habían huido, pues si estos retonaban sus posesiones serían restauradas, si no lo hacían serían confiscadas. Los fujitivos, congregados en la colonia genovesa instalada en la isla de Quíos, fueron notificados de esta decisión. Mehmed II partió después hacia Adrianópolis, pero dejó a uno de sus hombres (llamado por Lomellino como "esclavo") al mando de PERA, y dejó a un Subashi y un Kadi con 1,500 jenízaros en Constantinopla. El Sultán dotó a inicios de Junio de 1453, para la comunidad genovesa de PERA de un funcionario que los ayudaría a desocupar la ciudad, y permitiría a los habitantes que así lo desearan, mantener sus casas, tiendas, viñedos, fábricas, almacenes, mercadería y barcos. Sus esposas y niños no serían tomados por el sultán, así como sus hijos estarían exceptuados del devshirme (servicio que los jóvenes debían prestar al Sultán). Los habitantes de PERA podían también mantener sus iglesias, pero estaban prohibidos de construir nuevas, y como rareza estaban prohibos de hacer repicar las campanas de las mismas. Ningún turco podía vivir, fuese del modo que fuese en PERA, a excepción de los oficiales de las puertas. Los residentes tenían libertades de comercio y los genoveses tenían acceso a sus otras colonias de la zona, pero tenían que pagar el tributo, Kharaj, asimismo podían elegir una suerte de Presidente (llamado Protogeros) para dirigir sus asuntos de comercio. Con el paso del tiempo, PERA se volvió poco a poco una ciudad turca, y la Serenísima República de Génova perdió con el paso del tiempo, la posibilidad de recuperar su dominio sobre la misma.
Actualmente, se puede apreciar en el British Museum Library, un texto griego del funcionario turco a cargo de PERA fechado del 01 de Junio de 1453, en este documento se puede apreciar la firma oficial del propio Sultán (llamada Tughra) en la parte superior, con la firma de Zaganos Pasha al final. Este se constituye como el primer tratado suscrito por un sultán con un estado italiano después de la conquista de Constantinopla, por el cual se concede una serie de privilegios a los genoveses de PERA. De hecho, estaba para constituir por mas de cuatro siglos la fundación jurídica sobre la cual se constituirían los derechos de los que disfrutarían los católicos romanos en el Imperio Otomano, formando el mayor precedente para los tratados que se suscribirían posteriormente entre los sultanes y los poderes cristianos, especialmente de Francia, estado que desde 1536 se convirtió en el jefe protector de los cristianos romanos católicos que vivían en el territorio otomano. Sobre este tema, se puede consultar la bibliografía del ex primer ministro, historiador, crítico literario, poeta y político rumano Nicolás Iorga (1871-1940), en un escrito publicado en Bucarest en 1914 en el Boletín histórico de la academia rumana, titulado "El privilegio de Mohammed II para la villa de PERA (1ero de Junio 1453)"; y la de E. Dalleggio D'Alessio "Lista de Podestats de la colonia genovesa de PERA (Gálata)" publicada en la Revista de los estudios bizantinos N° XXVII del año 1969. Es de advertirse, que la comunidad genovesa no sólo estaba localizada en PERA, sino después del año 1475, también se ubicaron en el área conocida como Salma Tomruk, llamada "Kaffa Mahalessi", cuando Mehmed II asentó a los habitantes de Caffa cerca a las puertas de Adrianópolis (llamada Edirne Kapi) en la parte noroccidental de la actual Estambul. La comunidad genovesa se desarrolló así como la "nación latina de Constantinopla", bajo la autoridad religiosa de la Delegación Apostólica. Para mediados del Siglo XIX, contaba con cerca de 14, 000 personas, pero para el año 1927 la población de la misma decayó a sólo 3,400 personas. Con el correr de los años, fueron enviados constantemente cónsules florentinos, venecianos y genoveses, para transigir con los sultanes de turno, y poder obtener mayoires beneficios y libertades para los colonos de sus repúblicas que aún permanecían en la colonia de PERA, y otras colonias, bajo dominio otomano.
Luego del sitio turco de Constantinopla en 1453, el sultan otomano Mehmed II permitió a los genoveses retornar a la ciudad, pero PERA no fue nunca mas regida por un Podestá genovés. Ante tal situación, y viendo los venecianos una nueva oportunidad para recuperar algo del poder que siglos antes habían tenido en Bizancio, la República de Venecia, archirival de los genoveses, no perdio la oportunidad de recuperar el control estrategico de la ciudadela de PERA, de la cual fueron forzados a dejarla en el año 1261 cuando los bizantinos retomaron Constantinopla y finalizó el dominio del Imperio Latino (1204-1261). Prontamente, la República de Venecia estableció lazos políticos y comerciales con el Imperio Otomano, y el Baylo veneciano (diplomático veneciano encargado de ver los asuntos de Venecia en Constantinopla), fue enviado a PERA como un embajador político-comercial ante Mehmed II, los venecianos confiaron dicho trabajo al pintor veneciano Gentile Bellini (1429 –1507). Poco tiempo después, los venecianos enviaron a Leonardo da Vinci (1452-1519), esto cuando se enteraron que el Sultán había mencionado su intención de construir un puente sobre la ensenada del Cuerno de Oro, a lo que Da Vinci diseñó su denominado "Puente de Gálata" en 1502, los dibujos y bosquejos del mismo se encuentran ahora en el Museo Nacional de la Ciencia y de la Tecnología de Milán.
Siguiendo las conquistas de Constantinopla y PERA en 1453, las demás colonias costeras de las repúblicas italianas (Génova y Venecia) fueron conquistadas poco a poco por los otomanos, pese a ello, la presencia europea en aquellos territorios no acabó. Durante el Siglo XIX, la antigua ciudad de PERA fue nuevamente hogar de muchos comerciantes europeos y de muchas embajadas, especialmente ubicadas alrededor de la Grande Rue de PERA (actual Avenida İstiklal; en castellano, Avenida de la Independencia) una de las mas famosas avenidas de Estambul, visitada por cerca de tres millones de personas al día los fines de semana. La Grande Rue de PERA, es una calle elegante con una longitud aproximada de tres kilómetros, y cuenta con exclusivas boticas, tiendas de música, librerías, galerías de arte, cines, teatros, cafés, pubs, clubes nocturnos, chocolaterías y restaurantes. Esta avenida se encuentra rodeada por una única y muy particular arquitectura otomana que data del Siglo XIX, comenzando en el barrio medieval genovés, alrededor de la Torre de Gálata, y finaliza en la plaza Taksim. Durante el periodo otomano, esta misma avenida era llamada Cadde-i Kebir (en castellano, gran avenida), y era un sitio muy popular de reunión para los intelectuales otomanos, por lo que también se convirtió en un centro para los extranjeros europeos y los levantinos franceses e italianos quienes como europeos se referían a la misma como Grande Rue de PERA, fue con la declaración de la República el día 29 de Octubre de 1923, que el nombre de la avenida fue cambiado -como ya he referido líneas arriba- a İstiklal para conmemorar el triunfo de la guerra de independencia turca. La gran presencia de una cantidad considerable de población de orígen europeo –comúnmente constituida por aquellos a quienes los turcos llamaban "levantinos"- la hizo la parte mas occidental de Estambul, especialmente si se la compara con la vieja ciudad al otro lado del Cuerno de Oro, por lo mismo era la única zona en la que se permitía la llegada de la moderna tecnología, moda y artes. Pronto, aquella parte de Estambul fue la primera zona turca en tener líneas telefónicas, tranvías, un gobierno municipal y trenes, así como el “metro subterráneo” inaugurado en 1875 como el segundo metro del mundo (después del de Lóndres) el mismo que transportaba gente de PERA, hacia el puerto de Gálata y al cercano distrito banquero y de negocios de Karaköy, donde estaba ubicada la Bankalar Caddesi (en castellano, calle de los bancos) centro financiero del Imperio Otomano. La cultura del teatro, cine, patisserie y café aún permanece fuerte en la zona de la ex ciudad de PERA. Las comunidades extranjeras también construyeron sus propios colegios, a muchos de los cuales fueron enviados la élite de las futuras generaciones de turcos y que aún sobreviven como los mejores colegios de Estambul (es de destacar que actualmente existe el colegio llamado “PERA Güzel Sanatlar Lisesi"; en castellano, "Liceo PERA Güzel Sanatlar"). La rápida modernización la cual tuvo lugar en Europa y que dejó a la Turquía 0tomana en la antiguedad, fue simbolizada por las diferencias evidentes entre los estilos de vida de los habitantes de la ex ciudad de PERA, y el tipo de vida llevada por los habitantes de los barrios históricamente turcos como Eminönü y Fatih, que se ubican cruzando el Cuerno de Oro en la parte vieja de la ciudad. Cuando los sultanes otomanos finalmente iniciaron un programa de modernización con el Edicto de Tanzimat (en castellano, reorganización) en 1839, comenzaron la construcción de numerosos edificios en la ex PERA que mezclaban el estilo tradicional otomano, con el nuevo europeo. Mas con el tiempo, la ex ciudad de PERA vio declinar el nivel de vida de sus habitantes, siendo que muchas comunidades extranjeras dejaron la ciudad, y comunidades locales de etnias minoritarias como griegos, judíos, levantinos y armenios formaron la mayor cantidad de residentes en la ex PERA. La creciente violencia política entre los grupos derechistas e izquierdistas que generó problemas para Turquía en los finales de la década de 1970, afectó severamente el estilo de vida del distrito y aceleró su caída con la huida de los ciudadanos de clase media a nuevas áreas suburbanas como Levent y Yeşilköy. Para los finales de la década de 1980, muchas de las grandiosas cuadras de departamentos de estilo neoclásico y art nouveau que fueron una vez residencia para la última élite otomana, se convirtió en casa de inmigrantes pobres de la rural Anatolia. Así, en unas pocas décadas, la ex ciudad de PERA que aún mantenía una reputación con una atmósfera sofisticada y cosmopolita hasta las décadas de 1940 y 50, para la década de 1980 el área se había degenerado económica y socialmente. Mas la República turca inició en la década de 1990, un conciente programa de renovación urbana que llevó a jóvenes profesionales a dicha área y revitalizó el comercio de la zona. Debido a ancestral tradición de residentes foráneos, aún se aprecia una atmósfera cosmopolita en el corazón de la ex PERA, hoy llamada Beyoglu, donde gente de los confines del mundo, pertenecientes a las mas variadas etnias, religiones y trasfondos raciales, viven en barrios como Cihangir y Gümüşsuyu. Muchos de los consulados de repúblicas europeas (que después se convirtieron en embajadas en 1923 cuando Ankara se convirtió en la capital turca) están aún en esta área, como la embajada británica, alemana, rusa, holandesa y sueca, que se ubican en los más impresionantes edificios que todavía se aprecian en dicha zona, lo que rememora incesantemente, la naturaleza extranjera que siempre mantuvo aquel territorio, la antigua PERA.
En la presente "entrada", tal como en las anteriores, he intentado acercar al lector con la participación de la colonia genovesa de PERA, actual Beyoğlu, en la toma final de Constantinopla por las huestes turco otomanas. Para algunos dicha participación debe ser motivo de vergüenza para los genoveses, debido a que se arguyen muchas suspicacias sobre el grado de conocimiento y "ayuda" que los mismos, en la persona del Podestá Giovanni Angelo Lomellino, supuestamente le dieron al Sultán Mehmed II, "ayuda" sin la cual el sultán quizás no hubiera podido tomar la capital de oriente, aunque siendo honesto, pienso que sin dicha "ayuda" la ciudad de Constantinopla igual hubiera sido tomada por los turcos, sólo que les habría tomado mas tiempo, finalmente ese era el tema, el tiempo. Asimismo, los historiadores occidentales hacen hincapié en la nula actuación que las demás naciones de la Europa occidental habían mostrado; la República de Venecia, pese a que había sido socio comercial de Bizancio por varios siglos y pese a haber perdido una embarcación de su flota ante el fuego de los cañones turcos, ni se inmutaban ante el pedido de ayuda de Contantino XI, puesto que se encontraban mas interesados en continuar haciendo negocios altamente rentables en los diversos nuevos puertos otomanos, por lo que no deseaba verse involucrados en una guerra onerosa, de fin incierto y contra los que se avizoraban como sus posibles futuros socios comerciales. A su vez, su histórica competidora, la República de Génova, contaba como ya he mencionado, con una colonia propia en PERA asi como con importantes factorías en Crimea, por lo que asumió dicha misma postura que su eterna rival. Francia e Inglaterra estaban exhaustas tras las extensas batallas de la "Guerra de los cien años" (1337-1453), por lo que no querían así como no tenían las fuerzas de recuperación necesarias para actuar en un nuevo frente de combate. Hungría (que había luchado con el apoyo de Francia contra los otomanos en la conocida como Batalla de Nicópolis -el 25 de Setiembre de 1396-) había probado el tesón y poderío turco en la lucha perdiendo la ciudad de Nicópolis tras el asedio, luego Polonia (apoyada por Hungría) tendría igual suerte tras ser derrotada por los turcos en la Batalla de Varna, el 10 de Noviembre de 1444, España se encontraba en los últimos años de la ansiada Reconquista (720-1492), los Principados de Alemania de encontraban en luchas internas, mientras que las restantes monarquías europeas a consecuencia de la fuerte división religiosa entre ortodoxos y romano-católicos, egoístamente se mantenían al margen del conflicto por decisión propia, todo lo cual dejaba al Imperio Bizantino completamente sólo en la lucha por mantener su autonomía.
Ha sido mi deseo, el haber podido sembrar en la mente del lector una mejor y mas completa idea sobre la áctuación de la colonia genovesa de PERA en la toma de Constantinopla, y en la caída final del Imperio Romano. Ahora, que se cumplen 555 años de la caída del Imperio Bizantino, y de la colonia de PERA, en manos turco-otomanas, es la historia y somos los lectores, los que juzgamos la actuación de cada uno de los implicados en dicho suceso histórico.
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