jueves, 20 de agosto de 2009

Sobre una hipótesis de un origen cripto-judío del apellido PERA - Parte II: Se comprueba la falsedad de esta suposición

(Imagen Nº 1 tomada de: http://www.turismoporespana.com.ar/wp-content/uploads/2008/10/rollo-museo-sefardi.jpg)

Luego de haber repasado algunos aspectos importantes de la historia del pueblo judío de origen sefardí, y principalmente, de su cultura, tradiciones y migraciones a lo largo de los siglos como pueblo, es que puedo pasar a ofrecer al lector, aquellos elementos que en lo personal me hacen concluir que el apellido PERA en nada tiene mayor relación respecto a esta comunidad, salvo alguno que otro elemento que en suma, es también compartido por otras naciones y que es por lo tanto común no solo a los pueblos de origen semítico o arábigo, sino común a una buena cantidad de otras naciones europeas, africanas, asiáticas o americanas, debido al influjo del devenir histórico de la cultura de la humanidad. Varios son los elementos que algunas personas toman en referencia a la cultura sefardí y que relacionan luego con el apellido PERA, para así crear en mi opinión, un lazo erróneo de relación entre esta nación y este apellido, basándose en información que puede encontrarse incompleta o ser del todo poco ajustada a la verdad histórica.

Pasaré entonces a dilucidar cada uno de estos elementos uno por uno, según la información que al respecto he podido indagar y profundizar, para en base a los mismos, poder fundamentar clara y contundentemente, mi hipótesis personal respecto a la inexistente relación entre el origen del apellido PERA y su supuesta utilización por parte de judíos de origen sefardí, askenazí o de familias de judíos conversos de Europa.

a. Fuentes de creación de los apellidos utilizados por la comunidad Sefardí.

El primer tema a dilucidar aquí, es que la gran tradición onomástica hebrea (y que se ha mostrado predominantemente en la nación sefardí) ha sido la de ubicar el nombre propio del padre del sujeto como apellido del mismo, es decir, el uso más primitivo de los llamados apellidos patronímicos. Los apellidos patronímicos son una de las fuentes más antiguas de apellidos, tanto para Europa como principalmente para las naciones de procedencia histórica arábigo-semítica. Siendo así, se ha comprobado a través de la investigación onomástica tanto en España como en diversos países de Europa, que históricamente esta fuente de creación de apellidos (la patronímica) al ser de tan antigua usanza en la cultura judía, la misma influenció luego sobre las demás culturas europeas para la creación (a partir de nombres propios en la lengua autóctona e histórica de cada pueblo) de patronímicos, y en ese sentido se explica el florecimiento de la fuente patronímica de los apellidos, como una de las mayores formas de construcción lingüística de apellidos en el mundo europeo.

Tal es así, que al llegar los judíos al territorio geográfico europeo, y al diseminarse por el mismo, influenciaron en las formas de identificación de los sujetos (no debemos pasar por alto que históricamente las culturas que tuvieron y desarrollaron un mayor estadio cultural, con todo lo que esto implica, pero para el caso presente específicamente el lingüístico, fueron aquellas que se desarrollaron en el Medio Oriente, como los Sumerios, Babilonios, Asirios, Seléucidas, Egipcios, etc. todas las que influenciaron históricamente al pueblo que finalmente se conocería como judío) de las naciones allí presentes, a las que llevaron no solo nuevas formas de expresión artística, religiosa o científica, sino además nuevas expresiones en su lengua nativa, procedente de la ancestral mixtura forjada en la península arábiga. Históricamente, se habla de un influjo Visigodo en la formación de los apellidos patronímicos de la proto-España, allá por finales del siglo V d.C., cuando dicho pueblo conquistó la península ibérica, donde por cierto ya existían asentamientos judíos sefardíes así como romanos -quienes dominaron y repoblaron la zona bajo sus costumbres desde el siglo I d.C.-, por lo que de dicha investigación se puede concluir que probablemente los Visigodos hallan creado apellidos patronímicos con nombres propios de su lengua a semejanza de los patronímicos utilizados por los sefardíes y los romanos (estos últimos quienes también vieron influenciada la creación de su Tria Nomine, por los pueblos arábigos-semíticos que antes de la era cristiana ya habían conquistado). Era común entonces, que para el año 1563 en que finalizó el Concilio de Trento -asamblea religiosa en la que la Iglesia Católica por actuación del Cardenal español Francisco Jiménez de Cisneros aportó la idea de la obligatoriedad de inscribir a los recién nacidos bajo la fe cristiana católica en un registro bautismal con nombre propio y apellido único hereditario-, muchas familias del rito religioso católico-apostólico-romano tuviesen apellidos con base en la fuente patronímica, que mas tarde plasmarían en sus registros bautismales.

Por ello, se sabe que desde el siglo XI d.C., proliferaron en buena parte del territorio europeo, y específicamente en los dominios hispanos, los apellidos patronímicos con origen en nombres propios visigodos o de influencia anterior romana, tales como Rodríguez (derivado de Rodrigo, que a su vez se origina en el nombre propio godo Hrodric que significa "caudillo famoso"); Fernández (derivado de Fernando, originado en el nombre propio godo Firthunands que significa "el audaz que mantiene la paz"); González (derivado de Gonzalo, que se origina en el nombre propio godo Gundhinallf que significa "preparado para luchar"); o Enríquez (derivado de Enrique, que se origina en el nombre propio godo Heinrich que significa "el señor de la casa"), entre otros. Como se aprecia, estos patronímicos se construyeron a partir de nombres en lengua goda unidos al sufijo -ez, para algunos de origen latino y para otros de origen euskera. En todo caso, lo que se aprecia es que tal como los sefardíes y los árabes de Hispania utilizaban los patronímicos con los prefijos: Aben-, Bar-, Ben- o Ibn- para indicar "hijo de" (ejemplos son los apellidos Aben Ezra, Bar Zohar, Ben Yusef, Ibn Malka, Benchimol, Bar Nathan, Abenader, Ibn Shaprut), los hispanos de orígenes romanos o visigodos asentados en dicha zona geográfica crearon sus apellidos patronímicos utilizando una terminación lingüística que los distinguiera, a la misma usanza que los sefardíes y los árabes musulmanes que dominarían su tierra, y esta fue lógicamente el -ez.

Otra de las mayores fuentes de apellidos sefardíes, son los llamados apellidos toponímicos mayores, en sencillo, los apellidos tomados del nombre de la ciudad, pueblo, puntos cardinales o país al que pertenece el sujeto. Esta fue una gran fuente para la construcción de apellidos empleada por los sefardíes, y puesto que estos habitaban desde tiempos antiguos Hispania, tomaron los nombres de sus ciudades o pueblos para identificarse. Por ello, es común hallar apellidos sefardíes tales como: Toledo, Toledano, Alfasí (de la ciudad marroquí de Fez), Mizrahi (aquel que proviene del Este), Levanti (aquel que proviene del Este o Levante), Ávila, Córdoba, Franco, Capuano (de Capua), Israel, Alemán, Gallego, Girona, Alicante, Barcelona, Medina (Ciudad), Romano, Sevilla, Sevillano, Soriano (de Soria), Huesca, Jaen, España, Español, Ruso, Valladolid, Catalán, etc.

Aparte de estas dos fuentes mayores de creación de apellidos sefardíes, están otras fuentes menores tomadas de nombres propios, llamados Homonímicos, tales como: Alonso, Daniel, Zacarias, Guadalupe, Baltasar, David, Benito, Bermudo, Thomas, Hernando, Domingo, Abraham, Simón, Ximeno, Francesc, Yñigo, Costanza, Francisco, Tobías, Agusti, Suero, Abel, Franco, Álvaro, Susana; del nombre de oficios tales como: Kantor (Cantor), Cohen (Sacerdote), Candelero, Salador, Cordelero, Vaquero, Ballestero, Tejedor, Balsero, Maestro o Herrador; o derivados de palabras en su propia lengua ancestral como: Dayán, Serfaty, Levy, Sabach, Shetrit, Barcilay, Caim, Ezra, Baruch, Hamid, Ha-levi, Jacob, Mordecai, Shalom (paz).

Para mayor información respecto a los apellidos sefardíes, pueden revisar las siguientes páginas web que he encontrado con bases de datos bastante completas y principalmente, creíbles:
-http://www.tarbutsefarad.com/index.php?option=com_content&task=blogcategory&id=23&Itemid=57
- http://www.avotsefarad.net/busqueda.html
- http://www.sefarad.as/apell/apea.htm
- http://www.geocities.com/comjudiahonduras/origen.htm
- http://sefarad.rediris.es/

De este primer punto, puedo concluir que las mayores fuentes de apellidos sefardíes son la patronímica, toponímica, homonímica, la basada en oficios o trabajos y la basada en términos provenientes de la lengua ancestral hebrea, ya sea en puridad o con algunos cambios mínimos, como se puede apreciar en las diversas fuentes que he citado en el párrafo precedente.

b. La relación apellido con supuesto origen en el nombre de una fruta y los sefardíes.

Mucho se ha hablado respecto a la supuesta relación que existe de modo directo entre los apellidos con nomenclatura de fruta y un origen judío, concretamente sefardí; no obstante, no existe la más mínima real ligazón entre ambos conceptos de modo concluyente, ya que apellidos con nomenclatura de frutas los podemos encontrar en varias lenguas del mundo (inglés, español, portugués, alemán, francés, holandés y principalmente italiano, países históricamente cristianos), y su origen etimológico en casi total porcentaje nada tiene que ver con el pueblo hebreo, sea este de raíz askenazí o sefardí. El punto trascendental es, que apellidos cuyo origen etimológico es supuestamente el nombre de una fruta, no necesariamente se encuentran ligados a una historia de una familia judía, ya que por el contrario, la mayor cantidad de estos apellidos son portados por familias de distintos credos religiosos, y especialmente diferentes orígenes étnicos; que si hay sefardíes que los portan sí (aunque debo destacar que aquel no es el caso específico del apellido PERA), tal como una gran cantidad de sefardíes portan apellidos de neta fuente lingüística portuguesa (Pinto/pollo), española (González), italiano (Arditto), inglés (Silverman), alemán (Liebermann), francés (Pascal) o incluso árabe (Alcazar), ello debido a la mixtura que se dio en la península hispánica por casi ocho siglos, y a su diseminación luego de que fueron expulsados de iberia, y es tan simple, tal como que por dicho mismo tema (portar apellidos en lenguas ajenas a su nación) aquellas familias no dejan de tener un origen étnico judío-sefardí.

La fuente en cuanto al nombre de frutos para los apellidos sefardíes es en ese sentido, casi inexistente. Solo se encuentran unos cuantos ejemplos entre ellos y son los apellidos: Mora, Pereira, Higueras, Cereso y Piña. Respecto al apellido Mora, puedo decir que su origen se bifurca en el tiempo, ya que el mismo puede deber su origen ya sea al fruto del árbol del moral: la mora, o a un origen árabe-morisco, en tanto que fuere tomado de dicho pueblo por los sefardíes tras la invasión árabe a la península hispana en el año 711 de nuestra era; en este último caso configuraría algo así como un "gentilicio" en femenino para indicar la proveniencia de una persona, así los árabes musulmanes en territorio ibérico eran llamados por los españoles y sefardíes "moros", por lo que tal como existe el apellido Moro, también existe el apellido Mora que refiere en este caso a la mujer musulmana que vive en España. Esto último se puede corroborar al revisar la distribución actual de este apellido, que se ubica predominantemente en las provincias del centro y sur español, zonas que fueron dominadas por los moriscos y donde convivieron con los sefardíes.
(Ref. http://apellido.enfemenino.com/w/apellidos/apellido-mora.html)

Sobre el apellido Higueras, éste es un tanto más evidente en tanto al objeto en base al cual se dio su creación, ya que claramente no existe otra palabra en castellano a la cual atribuirle una posible función procreadora en este caso específico. Es así, que el apellido Higueras necesariamente tiene su origen en el árbol que produce el fruto del higo, la conocida como higuera. Respecto al apellido Cereso, el mismo mantiene un origen igual de claro que el apellido anterior, ya que debe su creación necesariamente al árbol del cerezo, del cual sale la cereza. Y finalmente, sobre el apellido Piña, puedo especificar que a su vez se le otorgan dos orígenes diversos aunque de cierto modo lingüístico relacionados entre sí; uno que habla de una derivación directa del nombre del fruto del árbol de la piña, y otro que habla de un posible muy antiguo origen derivado del término latino Pinus, más bien derivado del árbol del pino.

Aparte de los cinco apellidos utilizados por los sefardíes con relación al nombre de frutas brindados por mí como ejemplos, no se encuentra otra referencia a apellidos utilizados por judíos sefardíes derivados del nombre de árboles de frutos o frutas en sí, debiendo destacar que pese a que estos apellidos como bien he mencionado han sido utilizados por sefardíes, también los podemos encontrar en uso entre personas de religión cristiana (no conversos), los llamados "cristianos viejos", por lo que nuevamente debo efectuar la salvedad que no son apellidos netamente de origen y uso sefardí, sino compartido con españoles o portugueses de antigua raigambre, y que en absoluto tienen relación con el pueblo hebreo asentado en España.

c. Apellidos con supuesto origen en el nombre de una fruta en otras lenguas.

Es así que, también se encuentran diversos "apellidos de frutas", o cuyo onomástica aparenta deberse a una fruta en especial, en otros idiomas como ya he mencionado en párrafos precedentes, no siendo esta fuente menor de apellidos netamente de creación en lengua castellana. En inglés se encuentran los apellidos: Apple (manzana), Blueberry (arándano), Fig (higo), Lemon (Limón), Mulberry (mora), Orange (naranja), Peach (melocotón), Plum (ciruelo) y por supuesto Pear (PERA). En portugués los apellidos: Maçãs (manzanas), Cereja (cereza), Pêssego (melocotón), Romã (granada), Morango (fresa), Framboesa (frambuesa) y Pêra (PERA). En francés los apellidos: Cerise (cereza), Prune (ciruela), Framboise (frambuesa), Fraise (fresa), Figue (higo), Pomme (manzana), Mûre (mora), Raisin (uva), Banane (plátano), y asimimo Poire (PERA). En español los apellidos: Manzanero, Naranjo, Mora, Ciruelo, Cereza, Limón, Piña, Higueras y PERA, Peral, Pereda, Perales, del Peral. En alemán los apellidos: Apfel (manzana) o Apfelbaum (árbol de manzanas), Pflaume (ciruela), Erdbeere (fresa), Himbeere (frambuesa), Kirsche (cereza) o Kirshbaum (árbol de cerezas) y Birne (PERA) o Birnbaum (árbol de peras). Y sobre todo en italiano apellidos tales como: Arancia (naranja), Banana/Banano (plátano), Uva, Mela (manzana), Coco, Fico (higo), Limone (limón), Fragola (fresa), Pigna (piña), Ciliegio (cereza), Pruna (ciruela), Papaia (papaya), Mora, Pesca (melocotón) y el ya mencionado PERA.

Por lo que, como conclusión de este punto, tenemos que el uso del nombre de frutas o los árboles que las originan no es específico y único de la lengua española y en particular, de los sefardíes, sino que tal como muchas otras lenguas, estas han tomado prestado el nombre de algunas frutas para la creación de apellidos en torno a ellas en todas las culturas europeas más importantes, y en sus lenguajes, siendo por ello que la onomástica de dichos países no solo en cuanto a apellidos también se ve bastante influenciada por el nombre de algunas frutas sin por ello tener el más mínimo resquicio de ser un apellido judío per se.

d. La fiesta hebrea sefardí del Tu Bishvat.

El Tu Bishvat es una fiesta menor del calendario hebreo (su nombre viene del día de celebración de la misma, que es el décimo quinto día del Shevat), que ha sido celebrada por dicho pueblo desde hace muchos siglos. La tradición manda que se celebre esta tradicional fiesta el décimo quinto día del Shevat, pues que en ese día empieza a florecer la vegentación y entre ella florecen los almendros, lo que se celebraba con la plantación de árboles y de ahí que se le conozca a esta fiesta menos hebrea como la fiesta de la naturaleza. Es por ello que para su festejo la comunidad hebrea come en especial diversos frutos y frutas secas, para conmemorar un dñia de respeto a la naturaleza como manda la Torah. Se argumenta por algunos que en base a esta fiesta se podría pensar en una relación del apellido PERA (entendido como evocación de la fruta) respecto al pueblo hebreo que celebra un día en especial para rendir fiesta a la naturaleza y a los frutos que ella da al hombre, mas de ello solo se puede concluir que se trata de una fiesta comunitaria como muchas otras mas, en la que es elegido un tema en específico y que al mismo se le da el valor central; está la fiesta del Yom Kipur donde el tema es el ayuno, la abstinencia, la oración y no por eso vamos a creer que los judñios crearon apellidos con base en estos elementos por el respeto a esta fiesta.

e. Las frutas en la cocina sefardí.

Es muy conocida la gran tradición en la utilización de diversas frutas en la cocina sefardí, como uno de los ingredientes principales en los deliciosos potajes de la misma. Es sabido que entre otras frutas la PERA también es utilizada para crear diversos postres sobre todo de dulce, mas así también son utilizadas otras frutas como las uvas, los plátanos, las manzanas, los duraznos, las moras, etc., es decir, no existe un uso predominante en la cocina sefardí de la PERA, por lo que creer que en por el solo uso de una fruta en una cocina de una comunidad, región o población, eso ya crea una ligazón entre la fruta y la onomástica de aquellas. Es sencillo entender que la PERA podría ser una de las frutas predilectas (aunque en honor a la verdad no lo es) en la cocina judía sefardí, y que por solo aquel hecho ello no genera que la PERA sea un elemento non plus ultra para la creación de un apellido que la evoque. Por todo esto, me parece un poco "tirado de los pelos" pretender o creer que por el solo uso de una fruta en la cocina comunitaria de un pueblo, tal como se usan otros cientos de productos, no solo frutas, y que son mucho mas "tradicionales", ya aquel producto le va a dar nombre a un apellido como una fuente de creación, es posible porque los apellidos se crean también de aquel modo, pero es un tanto poco probable.

f. Rutas de emigración del pueblo sefardí tras la expulsión de España y Portugal.

Como he mencionado en la "entrada" anterior, los sefardíes vieron ejecutada su expulsión del Reino de España, el 03 de Agosto de 1492, el mismo día en que Cristoforo Colombo (Cristobal Colón) enrumbó hacia el Océano Atlántico en búsqueda de las costas de Cipango (Japón), hallando el que luego se conocería como Nuevo Mundo, América; ello debido al Edicto de Expulsión de los reyes españoles a todos los judíos o descendientes de judíos que habitaban dentro del territorio de su reino. Siendo así, dichos sefardíes españoles emigraron en esa fecha con distintos destinos, pero el grueso se dirigió a Portugal puesto que era un reino vecino, que ya contaba con una comunidad sefardí importante y que de cierto modo era "complaciente" con los judíos. El porcentaje restante de judíos sefardíes españoles emigró a territorios de los Balcanes (Macedonia, Serbia y Bosnia), a Europa central: Bulgaria, Rumania, a la tierra prometida: Palestina, unos tantos a Italia, otros a tierras lejanas donde pensaban estaban a mayor resguardo: América, otros a tierras distantes como: Marruecos, Libia, Egipto, Grecia (principalmente a Tesalónica) y sobre todo en gran cantidad a diversas ciudades del Imperio Otomano, y entre ellas a la antigua capital del Imperio Romano de Oriente, la ciudad de Constantinopla, que desde 1453 se mantenía bajo domino otomano. Tras la expulsión de los sefardíes de los territorios portugueses en 1497, el gran conjunto del pueblo sefardí (tanto españoles como portugueses) emigraron a Francia, Holanda, Alemania, Polonia; así como nuevamente a Italia, América, Grecia, Marruecos y a la actual Turquía, donde se les acogió debido a sus conocidas artes para amasar rápidamente fortunas, y creyendo que con ello mejoraría el nivel económico y social de aquellos reinos.

Es de esta manera, que en España y Portugal, para inicios del siglo XVI se puede decir que casi la totalidad de judíos sefardíes fueron expulsados de la península ibérica, y aquellos que se quedaron, fueron obligados a convertirse al cristianismo incluso debiendo cambiar sus prácticas religiosas así como sus nombres y apellidos por unos "cristianos", cosa que algunos cumplieron cabalmente, y otros no (a estos últimos se les llamó marranos o judaizantes).

La conclusión de este punto, es que los apellidos sefardíes ya se encontraban creados y siendo utilizados por los mismos para el siglo XVI, por lo que al partir o emigrar a las nuevas tierras ante su expulsión de Hispania, los sefardíes no necesitaron crearse nuevos apellidos dado que su condición de judíos fue evidente y como tales los recibieron en los países donde ingresaron y se establecieron, por lo que la creación y uso de apellidos como el particular, PERA, no era necesaria bajo ningún punto, ya que no tenían nada que encubrir conociendo bien sus anfitriones cual era su credo. Asimismo, respecto a aquellos que se quedaron en tierras hispanas, ellos si debieron cambiar sus apellidos por unos de claro origen cristiano, y que incluso denotaba ex profesamente su anterior origen judío, su conversión como "cristianos nuevos", pasando a utilizar diversos apellidos tales como: Cruz, de la Cruz, Santafé, Santa Cruz, Santana, Cruces, Santamaría, Sanjuan, Iglesia, etc., apellidos que claramente denotaban su antiguo y real origen, por lo que es más que poco dable (casi un sin sentido) la posibilidad de adoptar o permitir por parte del párroco cristiano bautizante, la imposición de un apellido como PERA al hebreo converso, que no denota un origen sefardí y que por lo mismo era "inservible" para dichos propósitos, desde aquella época necesitados y por ello mismo, implantados por la Inquisición española.

g. El apellido PERA y su relación con el apellido Perera, Peral, Perales, Pereda, Peralta y los apellidos sefardíes Pereira y Perahia.

El apellido PERA como ya he explicado a lo largo de las "entradas" a este blog, se le atribuyen varios orígenes. Unos hablan de un origen antiguo en los picapedreros que construían las calzadas romanas, llamados los Pietraioli, quienes ante la posterior persecución sufrida por parte de las autoridades romanas, se dispersaron por todo el Imperio, trocando su apellido y sincretizándolo en el término PERA para no ser objeto de represalias, pasando a usar como apellido un derivado del vocablo Pietra=piedra. Ello también se maneja como opción múltiple en la toponímia española y portuguesa, que para algunos pueblos maneja el mismo origen, en un pueblo asentado sobre un terreno rocoso, pedregoso, sobre la piedra y un derivado de ello sería PERA, ejemplos son los pueblos de CapdePERA, La PERA, Armação de PÊRA, Vila La PÊRA, PÊRA do Moco, PÊRA Velha entre otros. Algunos -catalanes- también hablan de un posible origen del apellido en el término feminino del nombre catalán Pere/Pero traducción del nombre latino Petrus, y castellano Pedro que significa igualmente piedra. Para dicha concepción, el apellido PERA sería una traducción en lengua catalana para el término Piedra. Cabe destacarse a su vez, que en la antigua ciudad de Constantinopla, existió un distrito construido a las afueras de la misma, sobra las colinas que cruzan el Cuerno de Oro, donde se instaló la colonia genovesa afincada en esa zona, dicha colonia se llamó PERA, y estaba gobernada y administrada en todos los ámbitos (judiciales y económico-sociales) netamente por funcionarios enviados por la propia Serenísima República de Génova.

Teniendo en cuenta esto, podemos apreciar que para la mayoría de investigadores renombrados en cuanto a la investigación del origen de diversos apellidos tales como los italianos Giovanni Alessio, Angelo Bongioanni, Gutierre Tibon, el francés Jean Tosti, o el estadounidense Joseph Guerin Fucilla, indican contundentemente que el apellido PERA es un apellido toponímico, es decir, tomado del nombre de un lugar, y si bien es cierto que aquel es el origen que en su mayoría le atribuyen estos renombrados investigadores lingüísticos, cabe un resquicio menor para atribuirle un origen secundario, que vendría ser atribuido al fruto del árbol del peral, ya sea porque una familia vivía cerca a un cultivo de perales, o porque ellos mismos cultivaban esta fruta o porque comerciaban con la misma, y en ningún caso identifican a este apellido como uno de origen sefardí o siquiera judío.
(Mayor información al respecto se puede leer en: http://www.jtosti.com/noms/p3.htm)

En contraposición, estos mismos autores indican que los apellidos: Perera, Peral, Perales, Pereda entre algunos otros, hacen una alusión más precisa y directa a un origen único hallado en el árbol del peral, y en ello radica su diferenciación con el apellido en estudio: PERA, que es de origen toponímico. Así también, existen dos apellidos de este rubro: Pereira y Perahia, cuyo origen sefardí por el contrario es altamente conocido y publicitado, y que algunas personas atribuyen en el solo parecido ortográfico con dichos apellidos, un origen sefardí para el apellido PERA. El apellido Pereira, significa árbol de peras o árbol del fruto del peral, si bien es un apellido de origen español gallego, debido a la cercanía geográfica con Portugal, se ha diseminado asimismo en dicho país. Actualmente se le puede encontrar difundido en el norte y sur de España, habiendo sido un apellido utilizado (aunque no en demasía) por judíos sefardíes, como se puede corroborar en las listas ofrecidas en los enlaces de los párrafos precedentes, en ese sentido el origen de este apellido es pues evidente, y de esta manera se distancia de la fuente de creación del apellido PERA.

Respecto al apellido Perahia, este es sin duda uno de los apellidos sefardíes mas enigmáticos, ello pues su construcción gramatical no da mayores luces respecto a una posible hipótesis de formación al menos en la lengua castellana ni en otras lenguas ibéricas. No obstante ello, he hallado una posible explicación para la creación de este apellido, una fuente que como podremos ver solo comparte con la fuente del apellido PERA, en tanto a que ambas se deberían a una posible toponimia. Una primera hipótesis habla del nombre de un escritor del Talmud llamado Yehoshua Ben Perahia (Josué de Perahia), a quien se podría deber la posterior diseminación de este apellido. No obstante, encuentro más posible una segunda hipótesis, que refiere a que en griego ha existido la palabra Περαία, traducida al latín como Peræa; la cual significa "el lugar cruzando un pasaje", usualmente cruzando un mar o una ciudad, aunque se pueda referir a una multiplicidad de sitios geográficos y que traducido al castellano se escribe Peraia, término muy similar al apellido Perahia. Podemos encontrar referencias a esta toponimia en la Villa Peraía perteneciente a la actual Prefectura de Pella en Grecia (se debe notar que el acento en la letra í genera en la pronunciación una fonética muy similar a la del apellido Perahia, donde la letra h actúa fonéticamente como una letra j, típico cambio fonético del idioma hablado por los sefardíes : el ladino). Asimismo se encuentra también en Grecia, pero esta vez en la Prefectura de Tesalónica, la Villa de Peraia, como bien se sabe al ser expulsados los sefardíes de España y Portugal, emigró un extenso número de los mismos a Tesalónica en 1497, estableciendo una colonia que se asimilaría a otra de judíos llegados siglos antes, y con la que compartiría pronto, ello podría explicar el posterior uso del apellido Perahia por parte de sefardíes. En todo caso, esta es una hipótesis mía respecto al posible origen de este apellido y de este modo, su diferenciación evidente con el apellido PERA, para este caso pues solo se trata de una casualidad ortográfica que se explica en que ambas toponímias vienen del idioma griego, de la palabra Pera/Peraia con significado en castellano "cruzando ..." (puede ser un campo, un río, una colina, cualquier obstáculo geográfico). Entonces atribuir un origen sefardí a un apellido solo por un parecido ortográfico es algo completamente errado, ya que dentro de la amplísima lista de apellidos cuyo prefijo es Pera-, existen: Peracki (polaco), Peracovich (eslavo), Peradottir (islandés), Peracchi (italiano), Peradze (armenio), Peragoy (vasco), Perahouse (inglés), Perakakis (griego), Perakovic (croata), Peralsky (polaco), Peralta (español), Perarnau (catalán), Peragowitz (polaco), etc. y no por ese simple hecho le vamos a tribuir seriamente tal o cual origen al apellido en castizo PERA.

En consecuencia, tenemos como conclusión a este punto que es errado atribuir un origen sefardí al apellido PERA por el solo hecho de un parecido ortográfico con los apellidos Pereira o Perahia, pues las raíces de donde se originaron estos, se ha comprobado son disímiles.

h. Relación del distrito de PERA en Constantinopla con los sefardíes expulsados de Hispania.

Como he mencionado, al expulsar a los sefardíes de España y Portugal muchos emigraron al Imperio Otomano, el destino favorito fue la ciudad de Constantinopla, su capital y antigua "reina de las ciudades". Los sefardíes que se establecieron allí fueron en número significativo, mas se debe destacar que en ningún documento consta que se hayan instalado en el distrito de PERA. Como he mencionado muchas veces a lo largo de este blog, el distrito de PERA en Constantinopla fue uno otorgado a los mercaderes genoveses en el año 1273 por parte de Miguel XVIII Paleólogo (1225-1282) por medio del Tratado de Ninfeo, con calidad de colonia y como distrito independiente por lo que los genoveses implantaron sobre el mismo sus leyes y su administración tanto económica, como social y judicial, enviaron toda clase de funcionarios que ayudaron a la creación de una colonia autosuficiente y autónoma del Imperio Bizantino y que funcionó así por casi dos siglos, desde la que los genoveses además controlaban a las otras colonias genovesas de la zona como la de Kaffa, Trebisonda, Quíos, Jaffa, Alejandría, etc. Como también he mencionado en la "entrada" anterior, la República de Génova nunca aceptó ni permitió el asentamiento de judíos fueran de origen sefardí o askenazí en los territorios de su República, ni en ninguna de sus colonias de ultramar, por ello, existen múltiples referencias respecto a que los genoveses no recibían con buen ánimo a los viajeros de procedencia hebrea, obligándolos a retirarse de sus dominios con premura. Ello se ratifica en que el 02 de Abril de 1550 la República de Génova expulsó oficialmente por decreto a todos los judíos afincados en sus territorios (expulsión que luego se reiteró de modo definitivo y enfático en 1567), por lo que la totalidad de los judíos sefardíes y askenazíes afincados en dichas tierras se vieron obligados a emigrar a distintos lugares aledaños a los dominios genoveses. Resulta entonces inverosímil absolutamente, que los genoveses asentados en la importantísima colonia de PERA en Constantinopla, permitieran el ingreso a su colonia de individuos sefardíes, ya que: 1. siempre les negaron por todos los medios el establecimiento en tierras de su dominio; 2. obviamente mas negado les estaría aún a los sefardíes asentarse en una colonia de tanta trascendencia e importancia como lo fue PERA para todo el comercio genovés del límite entre Europa y Asia (oriente y occidente) y 3. siendo la orden de expulsión de los hebreos de tierra genovesa una directiva y decreto específico y directo, por lo que los funcionarios genoveses de PERA difícilmente se negarían a rechazar dicha disposición de su gobierno central. Al caer Constantinopla, la República de Génova envío dos cónsules quienes se encargaron de negociar con el Sultán Mehmed II la nueva situación política de las colonias genovesas ahora en tierras del Imperio Otomano, y principalmente de la colonia de PERA. Así, lograron diversas prerrogativas a cambio de pagar un alto tributo, entre las que estuvo el poder permanecer en dicha colonia por el espacio de tiempo que les tomase enajenar sus bienes para retornar a territorio genovés. Y tal fue la manera en la que ello sucedió, con el pasar de los años los genoveses regresaron a su tierra y dicho distrito de PERA pasó bajo el total dominio turco-otomano, en ninguna fuente de información se habla de que aquel territorio haya pasado a manos judías sefardíes.

Teniendo en cuenta esto se puede concluir de este punto que, los genoveses nunca vieron con buenos ojos el establecimiento de judíos sefardíes o askenazíes en sus tierras, expulsándolos de las mismas cada vez que pudieron y oficializándolo por decretos en el siglo XVI, tal que resultaría en alto grado erróneo creer que se les permitió ingresar a la colonia genovesa de PERA, por lo que pensar en una posible relación entre el apellido PERA originado en dicha colonia xeneize como fuente de un supuesto apellido PERA para su uso por familias de la comunidad sefardí, es altamente, por no decir totalmente, improbable.
i. El supuesto origen judío de los apellidos en la actualidad.

Para terminar esta enumeración de elementos, debo precisar algo, y es que luego del intenso estudio que en particular he realizado sobre numerosos apellidos a propósito de un libro sobre el origen etimológico e histórico de los mismos que vengo realizando, he podido notar una moderna preocupación por intentar hallar rastros de un origen judío sea askenazí o sefardí (aunque predominantemente este último) entre personas de apellidos hispanos. No se cuál sea el Leit Motiv de esta actitud o conducta, el pretender forzar las cosas para dirigir las investigaciones netamente a "sembrar" o atribuir un origen judío sefardí en la familia a través del apellido. No sé a ciencia cierta si se debe a algo orquestado por las propias personas que sin tener ningún indicio de este tipo pretenden por todos los medios engañar y atribuirse un origen de este tipo, o si dicha intención es más bien orquestada desde esferas sociales israelíes que pretenden hacer creer a buena parte de los que investigan los orígenes de sus apellidos, que los mismos son hebreos. Lo cierto, es que el pueblo sefardí utilizó en gran porcentaje los mismos apellidos de procedencia lingüística hispana (española o portuguesa) que los demás habitantes de la península ibérica también utilizaron, tal como los askenazitas utilizan apellidos de origen etimológico alemán, inglés, francés o eslavo; por lo que quizás la única respuesta ante ello que se me ocurre es que debido al auge de la economía y sociedad hebrea desde mediados del siglo XX con la formación del Estado de Israel, y los beneficios que para los judíos ello ha acarreado política, social y económicamente, es que tantas personas que no tienen dicho origen, hacen todo lo posible por atribuírselo, creyendo que con ello van a poder obtener ciertos beneficios.

No dudo que algunas personas si efectúen tal búsqueda con una verdadera conciencia de indagar en el real origen familiar teniendo a los sefardíes como una hipótesis, pero creo que estos son los menos, y que muchos solo buscan entramar las cosas, enmarañarlas para así poder decirse descendientes de la comunidad sefardí con algún interés soterrado ya sea de cierto prestigio o mejora económica. Lo cierto es que si todos los que se dicen descendientes de sefardíes lo fuesen, ello daría como resultado que más de la mitad de la población actual española, portuguesa y latinoamericana fuese descendiente de judíos, y ello es imposible ya que se estaría olvidando que los sefardíes efectivamente fueron una comunidad numerosa en Hispania, ello es cierto, pero siempre fueron una minoría respecto a la demás poblaciones afincadas ahí y cuyos orígenes eran diversos pero que compartían una misma religión: la cristiana; fueron una comunidad numerosa, pero frente al resto de comunidades (cristiana y musulmana) fue una minoría.

Conclusión.

Finalmente entonces, puedo concluir que del estudio de todos estos elementos y de su investigación profunda, el apellido PERA no es en mi concepto uno de origen o si quiera utilización por parte de individuos pertenecientes a la comunidad sefardita y menos aún, a la comunidad askenazita, el argumento de que evocando el nombre de una fruta ya se le deba atribuir un origen judío sefardí a dicho apellido, es en mi concepto una percepción y conjetura altamente desinformada, poco ajustada a la verdad y ello quizás se deba a la falta de fundamento en una correcta investigación lingüística, seria y contundente, que de luces verdaderas sobre el origen los apellidos aquí tratados. Que existen apellidos con nombre de frutas entre los sefardíes, existen, pero tal como he comprobado también lo existen en todas las demás lenguas habladas en Europa continental en sus diversas traducciones, por lo que ello implica que es un apellido de creación frecuente en dichas lenguas y no es propio siquiera de la cultura española, portuguesa y menos aún, sefardí, es simplemente una fuente mas de apellidos en todas las naciones europeas. Asimismo se ha comprobado que las fuentes mayores de creación de apellidos sefardíes ha sido la patronímica, la toponímica y la homonímica o basada en las funciones de oficio o profesión de los sujetos, siendo la fuente en nombre de frutos o árboles de frutos, una fuente evidentemente minúscula en porcentaje. En conjunto, el porcentaje de familias de origen hebreo-sefardí con apellidos que hacen referencia lingüística a frutas o árboles de frutas, es ostensiblemente menor que las otras fuentes de apellidos, como la patronímica, la toponímica, la homonímica (nombres propios), o los apellidos derivados de oficios o profesiones. Por lo que podemos observar que el nombre de frutas NO ha sido prácticamente una fuente utilizada para la creación de apellidos entre los miembros de la comunidad serfadí, tan solo cinco apellidos del total de los mas de 2000 apellidos que utilizan los miembros de esta comunidad, y mas teniendo en consideración que además son apellidos de origen lingüístico no hebreo y que son compartidos con familias de origen comprobado cristiano-católico, no hacen sino ratificar en cuanto a este elemento en particular mi posición respecto a que el apellido PERA difícilmente provenga o tenga un origen hebreo sefardí, por el solo hecho de derivar en suposición -ya que como he comprobado en anteriores "entradas" existe toponimia de varios lugares de España y Portugal con el nombre PERA- del nombre de una fruta.

A su vez, el apellido PERA comparte una raíz ortográfica con otros apellidos en distintas lenguas, y con algunos utilizados por los sefardíes, pero como se evidenció ello no implica que exista una relación necesaria entre ambos apellidos, la puede haber, pero ello no es un imperativo, tal que PERA se puede deber a una toponimia española, portuguesa o turca, y Peral simplemente al árbol del fruto de la PERA, tienen iguales significancias pero distintos orígenes. Los sefardíes fueron expulsados de Hispania y viajaron a distintos países en los que formaron colonias importantes en cuanto a su actividad económica y cultural, no obstante volvieron pronto a ser expulsados y así se mantuvo ello por varios años, en particular en cuanto a las colonias italianas estas que eran venecianas y genovesas no permitieron el asentamiento de colonos sefardíes en sus tierras. Por último, debo argumentar que como he dicho, actualmente existe una euforia por atribuir un origen sefardí a apellidos de neta raigambre hispana, los motivos me parecen netamente de obtención de cierta distinción por un mejor status socio-económico, ya que los apellidos hispanos son altamente repetidos en las repúblicas madre y sus ex-colonias, quizás se deba a un afán de diferenciamiento, lo cierto es que muy pocos de aquellos con apellidos hispanos que dicen ser descendientes de sefardíes lo son realmente, me arriesgaría a decir que el porcentaje es en ese caso mínimo, ya que como toda comunidad judía, los sefardíes también han sido como comunidad bastante cerrada, por lo que la mezcla con individuos que no profesan su religión ha sido muy escasa, y peor aún hace 500 años o más.

Por todo ello, he de concluir esta "entrada" dando mi opinión luego de investigar a profundidad varios aspectos de la hipótesis de un posible origen cripto-judío del apellido PERA, y puedo concluir que no existen fundamentos ni base sólida en la que nos podamos apoyar para sustentar dicho supuesto origen, no hay información que diga lo contrario ni existen elementos históricos ni lingüísticos que nos lleven a argumentar que el apellido PERA haya sido utilizado por familias de la comunidad judía sefardí, por lo que un origen hebreo de las familias que actualmente portan dicho apellido es en mi opinión sino absoluta, al menos altamente improbable. Pese a ello, no puedo decir que ello es algo concluyente, por lo que si usted estimado lector, conoce alguna información o tiene alguna fuente en la cual se pueda apoyar para argumentar lo contrario, le pido me la haga llegar para corroborarla, y quizás con ello deba cambiar drásticamente mi percepción y opinión al respecto.

sábado, 25 de julio de 2009

Sobre una hipótesis de un origen cripto-judío del apellido PERA - Parte I: algo de la historia sefardí

(Mapa base tomado de http://www.upcomillas.es/personal/jmmoreno/cursos/Esser/Geografia/geografia.htm)

En esta "entrada", intentaré seguir los ratros de una hipótesis de procedencia histórica del apellido PERA, la cual llegó a mí a través de un intercambio de información respecto al apellido, el mismo que realicé con la Sra. Carmen PERA, ciudadana española natural de Sevilla, Andalucía-España.

Hace poco mas de un año, pude mantener comunicación vía e-mail con la persona mencionada en el párrafo precedente. En concreto, hablamos respecto a las hipótesis de los posibles orígenes históricos-etimológicos-lingüísticos que ambos manejabamos sobre el apellido PERA, que tanto ella como yo hemos investigado. Dentro de las múltiples referencias que en aquella ocasión me efectuó la Sra. Carmen, una de ellas atrajo mi atención particularmente, puesto que nunca había barajado dicha hipótesis como una posibilidad de procedencia posible de mi apellido, ya que jamás he encontrado ningún indicio que me llevara a pensar en ello, tanto porque de modo comprobado y basándome en documentación oficial, mi familia, por la rama PERA, tengo la certeza que desde hace al menos tres siglos, ha profesado la fe cristiana, y en específico el credo católico-apostólico-romano; como también porque al menos por la información que tengo de otras familias de apellido PERA con las que he mantenido contacto, y he intercambiado información (que no han sido pocas), todas pertenecen al mismo credo religioso que la mía, el 100% sobre 100%. Por ello, ante la hipótesis de una posibilidad de origen sobre un origen sefardí y consiguientemente cripto-judío del apellido, me sentí entusiasmado por develar los misterios que esta nueva vertiente de investigación me planteaban, y de dicha indagación, profunda tanto como el acceso a bibliotecas y diversas fuentes bibliográficas me han permitido, he podido llegar a la siguiente conclusión.

Para empezar, en esta primera "entrada" sobre este tema debo definir algunos conceptos básicos para poder comprender a cabalidad la presente hipótesis. ¿Quiénes son sefardíes?, ¿qué es un cripto-judío?, ¿cuál es la historia del pueblo sefardí? Sefardíes son aquellos judíos que emigraron, según leyendas, a la península ibérica entre diez y cinco siglo antes de Cristo. Una primera versión indica que dichos judíos llegaron a las costas peninsulares españolas en barcos del mítico y último de los únicos tres reyes de las doce tribus de Israel, el Rey Salomón en el Siglo X a.C., quien incentivó el viaje de algunos comerciantes israelitas en conjunto con naves de origen fenicio, las que por motivos de comercio mantuvieron contacto directo con puertos y primitivos asentamientos localizados en las costas ahora españolas y portuguesas. La presencia de comerciantes fenicios en aquellos territorios es indiscutible, puesto que incluso fueron ellos quienes fundaron la antigua ciudad y puerto de Gadez o Gádir, actualmente Cádiz-España, mas como he referido, la presencia de viajeros proto-judíos en estas primeras épocas aún es solo una hipótesis. No obstante, según esta leyenda sería de esta manera que arribaron los primeros israelitas al territorio hispano, y con el paso de los siglos posteriores, ellos conformarían la base del pueblo judío que habitó tanto en España como en Portugal; estos judíos peninsulares fueron denominados sefardíes, haciendo alusión a que en la actual Iberia se encontraba la mítica ciudad bíblica Sefarad, denominándoseles así en diferencia a los judíos que habitaban en reinos del centro y oriente de Europa (principalmente Rusia, Polonia, Alemania, Ucrania y Francia) zona llamada por los judíos como Askenaz, por lo que los judíos de dichos territorios fueron llamados ashkenazim (askenazíes). Así a los judíos de la península ibérica se les llamó sefardíes y a los de el centro y oriente de Europa askenazíes, siendo esta diferenciación no solo en cuanto a su lugar de procedencia, sino especialmente en cuanto al tipo de ritos y costumbres que practicaban religiosamente, así como en cuanto a su lengua.
Una segunda versión de esa misma llegada es algo distinta, mas de cierto modo convalida la primera. Esta segunda teoría refiere que el primer asentamiento judío en Hispania, se dio tras la destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor II, el mas célebre gobernante babilónico, quien según cuenta la historia fuera quien invadiría y destruiría la "ciudad santa" entre los años 586-587 a.C. dado que los ciudadanos del Reino de Judá se rebelaron contra dicho monarca, este decidió reprenderlos contra su actitud, por lo que gran parte de la población judía fue deportada a Babilonia, mas algunos lograron escapar a tiempo, y encontrar cobijo como "refugiados" en la tierra penínsular europea que siglos antes ya había sido ocupada por otros compatriotas llegados con los fenicios. Como he indicado, todo esto queda como leyendas, pues no existe ningún documento o investigación que hayan podido comprobar la veracidad de las mismas. Frente a estas dos versiones, la gran mayoría de historiadores se inclinan por pensar que la real migración judía a Hispania se dio cerca del año 70 d.C. cuando cundió la diáspora judía por tierras del Mar Mediterráneo, tras la destrucción de Jerusalén por el Emperador Romano Tito Flavio Sabino Vespasiano, y tras el inicio de la guerra del Reino de Judea contra el Imperio Romano, por lo que es de preveer que los primeros judíos hayan arribado a tierras peninsulares hispánicas en el Siglo I d.C. En consecuencia, sefardíes son todos aquellos judíos que hasta hace poco mas de cinco siglos, vivieron en el territorio del Reino de España y el Reino de Portugal; y digo poco mas de cinco siglos puesto que las comunidades judías fueron expulsadas en su totalidad de ambos reinos en los años 1492 y 1497, respectivamente. En acto similar al que ya se había dado en el año 1290 cuando Inglaterra expulsó a los judíos asentados en los dominios de su reino, hasta que estos retornaron en 1525 y de modo legal desde mediados del Siglo XVII según se ha estimado; o a la expulsión dada por el Reino de Francia, tras varios intentos, en el año de 1391.

Ahora bien, tenemos que desde el Siglo I a.C. los asentamientos judíos en la península ibérica progresaron, crecieron, se desarrollaron y como es fácil de preveer, las comunidades sefardíes cada vez tuvieron un mayor número de miembros que con el paso de los siglos se fueron asimilando progresivamente a las demás culturas con las que compartían dicho ámbito territorial, y con las que sin llegar a perder su esencia tradicional, y con un mestizaje leve, tuvieron contacto e intercambio de cultura. Tales es así que para épocas de la Edad Media y hasta los años de su expulsión, muchos judíos mantuvieron y ostentaron altos cargos ejecutivos, administrativos, comerciales y hasta gubernamentales, trabajando para los diversos monarcas de los reinos peninsulares, y con la unificación de los mismos tanto en el Reino portugués como español, pasaron a ofrecer y prestar sus servicios ampliamente conocidos en cuanto a proliferar el comercio e intercambio en ambas monarquías. Pese a ello, dicha situación era la de algunos judíos, la gran mayoría de los sefardíes se ganaban la vida desarrollando labores de algún oficio como panadero, carnicero, tejedor, tintorero, sastre, peletero, zapatero, peluquero, perfumista, orfebre, artesano vidriero, herrero, carpintero, talabartero, etc. por lo que se aprecia que el grueso de la masa sefardí si bien no ostentaban riquezas, era gente que se ganaba la vida con su trabajo diario. No obstante, pronto las artes judías para hacer dinero comenazaron a ser bien reconocidas y utilizadas por numerosos monarcas de Europa, quienes contrataban a sefardíes para llevar a cabo la acuñación de monedas, la contaduría y la administración del tesoro real, así como éstos les hacían préstamos con intereses tanto a reyes como a funcionarios reales, a miembros del clero cristiano e iglesias, a municipios y a individuos particulares. Con el mayor influjo y "cristianización" de los reinos europeos y principalmente de aquellos que en siglos anteriores habían sido parte del Imperio Romano, como ya es conocido, los monarcas de España decidieron expulsar a la comunidad judía de sus dominios territoriales, con lo que se les dio un plazo para salir de dicho reino. Posteriormente, el Reino de Portugal, que por un tiempo dio cobijo a muchos de esos sefardíes expulsados de España, también decretó la expulsión de los mismos. Así, en un lapso de cinco años, la totalidad de miembros de las comunidades sefardíes fueron expulsados por decretos reales de toda la península ibérica.

Por ello, en ambos reinos ante la inminente expulsión por su credo y nacionalidad, los sefardíes fueron "invitados" o compelidos a renunciar a su fe y convertirse así al cristianismo bautizándose (y si ello no era de su agrado, a evacuar el territorio español), y con ello comprometiéndose a reconocer a Jesucristo como el mesías, para poder permanecer en el territorio hispano. Un buen porcentaje de sefardíes accedieron de este modo al bautizo, y al cambio de religión a condición de que se les permitiera permanecer en sus hogares; muchos se convirtieron entonces de manera honesta y verdadera al cristianismo, y dejaron por completo atrás sus prácticas religiosas judaicas, y por lo tanto, también al bautizarse se vieron en la necesidad y obligación de cambiar sus nombres y apellidos judíos (casi siempre estos apellidos eran de origen patronímico como Benchimol, Benathan, Ibn Ezra, Ibn Gabirol, Ibn Nagrella, Abenabram, Abendavid) a nombres y apellidos cristianos, adoptando para tal efecto, los apellidos españoles de sus padrinos cristianos, otros que hacían referencia a su nueva creencia en la fe cristiana (como De la Cruz, Cruces, Santos, etc), o finalmente y los mas comunes, aquellos que se influenciaron por la toponímia de las ciudades, aldeas o pueblos en los que habitaban, así no era difícil hallar judíos sefardíes conversos con apellidos como Aragón, Toledo, Toledano, Sevilla, Castellano, Navarro, Évora, Lisboa, Valenciano, Segoviano, etc. Incluso, de la mixtura de las culturas judía y cristiana, se crearon apellidos únicos, que demuestran claramente dicha mezcla tales como Abengonzalez (formado de la conjunción clásica judía Aben- que significa "hijo de" y el patronímico español con sufijo -ez neto español, como lo es González formado con el nombre Gonzalo); Abenmanuel (formado de Aben- y Manuel, típico nombre español); Abensanchez (formado de Aben- y Sánchez, típico patronímico español formado por el nombre propio Sancho). Ejemplos de dichas conversiones al cristianismo para permanecer en Hispania son las de personajes famosos como Salomón Ha Levi (quien al convertirse pasó a llamarse Pablo de Santa María) rabino mayor de Castilla; el hijo del mismo quien pasó a llamarse Alfonso de Cartagena; el converso fray Alonso de Espina; o el converso alcalde del Alcázar de Segovia, Andrés Cabrera. A estos judíos sefardíes, que accedieron a abrazar la religión cristiana, se les empezó a llamar "nuevos cristianos" o "conversos" para diferenciarlos de los denominados "viejos cristianos" en referencia a aquellos que profesaban la religión cristiana desde hacía bastante tiempo atrás.

Pero así como algunos de estos "nuevos cristianos" o "conversos" lo fueron por convicción y honestamente, otros muchos también lo hicieron solo por obligación y viendo aquella conversión como una única o mas fácil salida ante la inminente expulsión, manteniendo sus costumbres y ritos religiosos judaicos en secreto. Con la instauración, de la Santa Inquisición en España en 1478 y en Portugal en 1536, las meras sospechas de los "viejos cristianos" respecto a la honestidad de las conversiones judías al cristianismo fueron llevadas a la práctica, ya que se inició una etapa en la que primero se dio paso a la búsqueda de conversos judaizantes a los cuales se les sometía a interrogatorios y si eran hallados culpables, se les condenaba a diversos castigos. Años después dichas investigaciones draconianas fueron dirigidas además no solo contra conversos sino también frente a viejos cristianos que generaban sospechas de realizar brujería o prácticas científicas reñidas con la tradición y mandatos cristianos, creándose toda una época oscura para la Iglesia Cristiana. Tenemos así, que los sefardíes de aquella turbulenta época tuvieron tres salidas ante la expulsión: a. Salir del territorio hispano con destino a otro país mas tolerante; b. Convertirse en cristianos de manera real y sincera; o c. Convertirse a cristianos pero sin descartar su fe real continuando con sus prácticas religiosas en secreto. A estos últimos, sefardíes que pese a ser conversos al cristianismo mantenían de manera oculta sus usos y prácticas religiosas, se les pasó a denominar cripto-judíos o herejes judaizantes, y de modo coloquial por el pueblo como simplemente "marranos".

Es así, que a lo largo de la historia podemos ir trazando una línea de emigración geográfica de los judíos sefardíes desde que fueron expulsados de la península ibérica, aunque dicha línea de emigración territorial solo podemos tomarla como referencial, teniendo en cuenta el destino que siguieron algunos grupos sefardíes fue variado, ya que los mismos no tuvieron un único destino para el total de su comunidad, sino que se diseminaron por buena parte de Europa, África, Asia y hasta inclusive a los territorios recién descubiertos de América por parte de el Imperio Español y portugués. Dicha línea de emigración nos lleva por los siguientes países y cronología:
- 1290 > Judíos sefardíes son expulsados de Inglaterra y emigran en su gran mayoría a Francia.
- 1391 > Judíos sefardíes son expulsados de Francia y emigran en mayoría a España y Portugal.
- 1492 > Judíos sefardíes son expulsados de España y emigran en gran cantidad a Portugal, a los Balcanes (Macedonia, Serbia y Bosnia), Bulgaria, Rumania, Palestina, Italia, América, Egipto, Grecia (principalmente a Tesalónica) y sobre todo en gran cantidad a diversas ciudades del Imperio Otomano, y entre ellas a la antigua capital del Imperio Romano de Oriente, Constantinopla, que había sido finalmente tomada tras un largo asedio por las huestes otomanas en el año 1453. También emigran al norte del actual territorio marroquí y a Libia.
- 1497 > Judíos sefardíes son expulsados de Portugal y emigran a Francia, Holanda, Alemania, Polonia; así como nuevamente a Italia, América, Grecia, Marruecos y a la actual Turquía.
- 1525 > Algunos judíos sefardíes y askenazitas emigran a Inglaterra.
- Siglo XIX y XX > Judíos sefardíes emigran a Estados Unidos de América.
- 1947 > Judíos sefardíes emigran al entonces recién creado por resolución de la ONU estado de Israel.

En cuanto a estos países, puedo referir que finalmente en Francia aceptaron legalmente la inmigración judía tanto sefardí como askenazí en 1550, por lo que la antigua expulsión fue dejada de lado y se pasó a una protección real que incluso llevó a que en el Siglo XVIII por decreto real se les permitiera ejercer de manera pública y libre el culto de su religión, por lo que los 40 mil judíos allí asentados, la gran mayoría de los cuales eran cripto-judíos sefardíes, pudieron a partir de esa fecha declarar su fe sin esconderse, ello claramente se dio por una idea de la realeza francesa y era la de incrementar el dinero de sus arcas en vista de la carrera imperial que dicha monarquía quería iniciar y consolidar en territorios africanos y de ultramar (en Oceanía y el Caribe), asi como por las guerras que mantenía constantemente con sus vecinos limítrofes.

En cuanto a Holanda y Alemania los centros sefarditas fueron las ciudades de Ámsterdam y Hamburgo, ambos puertos que les dieron cobijo en periodos intercalados de paz y confrontación a estos "nuevos cristianos" cuyas prácticas aún se revelaban a toda luz como cripto-judías. No obstante, por muchos siglos estas comunidades se mantuvieron como una de las mas seguras ante una nueva posible expulsión por parte de ambos países de acogida.

En cuanto a Italia, dicho país se caracterizo por no haber tenido una gran cantidad de judíos entre su población, ello quizá como fiel reflejo de haber sido por siglos el país eje y capital del Imperio Romano, primero fiel a una multi creencia religiosa y luego cristiano a ultranza. Sin embargo, tras la expulsión de los sefarditas españoles y portugueses, se vio un intenso crecimiento de la comunidad judía en este país, y principalmente en Roma y Ferrara. Para el año 1524, se conoce de la existencia en Roma de una sinagoga llamada "de los catalanes" y otra "de los castellano-aragoneses", las cuales como es evidente habían sido construidas por judíos expulsos de Hispania. Pese a esta relativa calma, con el pontificado de Pablo IV la Inquisición italiana abre un gran proceso de investigación contra cripto-judíos de Ancona. En el Siglo XVI comienzan a llegar grupos de judíos levantinos provenientes del Imperio Otomano de los cuales un elevado porcentaje era de origen ibérico, a los que pronto se les unieron otros de origen portugués. Debido a la gran apertura que mostraba la población italiana respecto a la convivencia con los judíos, la gran mayoría decidió desarrollar su accionar religioso de modo abierto y público, por lo que una importante masa de estos refugiados optó por asumir declaradamente su identidad judía. En Italia, a estos judíos llegados de Portugal se les designaba con el nombre de "ponentinos", para diferenciarlos de los "levantinos" que llegaron del oriente. Muchos pequeños reinos italianos vieron con buenos ojos la expulsión de los judíos ibéricos, dadas las conocidas artes de estos para amasar fortuna, por lo que los monarcas de Ancona, Ferrara, Florencia, Pisa y Livorno les abrieron las puertas de sus reinos y los incentivaron a instalar sus lucrativos negocios y comercios en dichos territorios, bajo el total auspicio y protección real. Y desde Ancona pudieron libremente intensificar el comercio con otras ciudades que los protegían como Ragusa, Vallona, Tesalónica y Constantinopla. Fueron aceptados además en Venecia, donde les eran atractivos sus beneficios como comerciantes por lo que además les cedieron un lugar para vivir en comunidad llamado Ghetto Nuovo, donde sólo vivían judíos sefarditas y algunos askenazitas. Venecia se convirtió indudablemente en el centro más importante de la diáspora sefardí occidental, desde finales del siglo XVI. Caso diametralmente distinto fue el de sus eternos rivales, los genoveses. La República de Génova nunca aceptó ni permitió el asentamiento de judíos fueran sefardíes o askenazíes en los territorios de su República, ni en sus amplios dominios de ultramar, por ello, los genoveses no recibían con buen ánimo a los viajeros de dicha procedencia y los invitaban a retirarse de su territorio hacia otras partes de Italia u otros países, tal es así que el 02 de Abril de 1550 la República de Génova expulsó oficialmente por decreto a todos los judíos afincados en sus territorios (expulsión que se reiteraría de modo definitivo en 1567), por lo que la totalidad de los judíos sefardíes y askenazíes afincados en dichas tierras se vieron obligados a emigrar a distintos lugares aledaños a los dominios genoveses.

En cuanto a Constantinopla, y en general a los territorios del Imperio Otomano, estos se volvieron por mucho tiempo una tierra que los acogió de buen agrado. Incluso se dice que el propio Sultán Bayaceto II recibía en el puerto de Constantinopla a aquellos sefardíes que arribaban desde España o Portugal y quienes eran transportados en naves enviadas expresamente para ello por el propio sultán. De esa manera, tanto los sefardíes expulsados en 1492 como los conversos que fueron incorporándose paulatinamente al imperio durante los Siglos XVI y XVII, poseían un nivel cultural y conocimientos técnicos y científicos bastante útiles para un imperio en crecimiento como el otomano, que se encontraba en pleno esplendor y en competencia directa con países cristianos occidentales. Se les permitió como en Italia, agruparse en comunidades alrededor de una sinagoga que por lo usual llevaba el nombre del lugar de procedencia de sus asistentes tales como de Aragón, de Castilla, de Mallorca, de Portugal, etc. El ladino asimismo, se impuso como la lengua predominante dado su alto nivel cultural, quedando el hebreo solo para los ritos religiosos. En el Siglo XVII se aprecia ya la hegemonía sefardí en la mayor parte de las ciudades de Turquía y los Balcanes, tanto grandes como pequeñas. El judaísmo en el Imperio Otomano se configuró según las formas de vida sefardíes, y su predominancia básicamente siguió tanto el esplendor como el declive del propio imperio hasta que tras la II Guerra Mundial, prácticamente la gran mayoría de los judíos sefardíes emigraron hacia América del Norte o Francia.

La presente ha sido una breve reseña respecto a la historia del pueblo judío sefardí, la cual es necesaria tener presente para poder entender cabalmente la futura entrada que versará directamente sobre la hipótesis de un origen histórico sefardí del apellido PERA. Como siempre cualquier comenatrio o sugerencia son bienvenidos.

lunes, 29 de junio de 2009

El primer PERA en arribar al Nuevo Mundo: América

(Mapa de la ruta de viaje de la expedición de Don Francisco de Montejo para la conquista de la península de Yucatán - México, en el año 1526)

Quizás muchos de nosotros, los que tenemos como apellido PERA, hemos pensado en algún momento que por la peculiaridad de nuestro apellido, así como por el desconocimiento y la escasa probabilidad respecto a que otras personas en nuestros países de origen porten el mismo, es poco menos que un imposible hallar otras personas, que sin ser familiares nuestros, tuviesen dicho mismo apellido. Yo mismo, durante buena parte de mi juventud, pensaba que ello sucedía con mi familia, aquí en el Perú; mas un día reparé que ello no era cierto, pues mi padre me comentó que había tenido el gusto de conocer a una familia de apellido PERA que vivía como nosotros en la ciudad de Lima, y que de modo comprobado no eran parientes nuestros. Grande fue su sorpresa, me refirió en aquella oportunidad, cuando ingresó a una farmacia en un distrito aledaño a nuestra casa, y se enteró que el propietario de la misma tenía nuestro mismo apellido. Mi padre, muy intrigado y hasta cierto punto consternado (pues él también creía que en Lima los únicos PERA eran los de nuestra familia), preguntó por dicho personaje, y hasta pudo entablar contacto con él, enterándose de que se trataba de un ciudadano de origen español, más concretamente catalán -como la gran mayoría de españoles de apellido PERA-, asentado en estas tierras desde hacía unas escasas décadas. Así, mi padre y luego yo, supimos de la existencia de esta otra familia PERA, en la misma ciudad en la que vivimos.

Algunos años después, sería yo quién tuviese de primera mano conocimiento sobre estos otros PERA, también emigrantes a este país y asentados en esta misma ciudad. Un día tuve la sorpresa, en extremo infrecuente, de oír que antes de mi nombre en la lista que pasaba el profesor en un curso de la Universidad en la que estudié, se nombraba a una chica con mi mismo apellido paterno (huelga decir que salvo ese y algunos otros cursos más que llevé con aquella misma chica, nunca jamás he escuchado en lista alguna que llamen a otro antes que a mí con mi apellido; por tal, hasta aquel momento siempre había sido yo el único PERA que oía nombrar en toda lista que no implicara a un familiar). Y fue así, primero la nombraron a ella y a continuación me nombraron a mí, reconociendo en su rostro la misma extrañeza que en el mío cuando la nombraron a ella. Ambos nos observamos, algo disimuladamente, bastante consternados (aunque quizás más ella que yo), y no fue sino hasta unas clases después, que nos decidimos a hablarnos sobre aquel curiosísimo hecho. En aquella ocasión le comenté que, como suponía yo, ella debía ser la hija de aquel señor de apellido igual al mío proveniente de España; así como le confirmé que yo era el hijo de aquel otro señor proveniente de Italia, del que su padre alguna vez le comentó también vivía en Lima y tenía su mismo peculiar apellido sin ser parientes. Así fue como por segunda vez, nos encontramos en Lima-Perú, dos familias de idéntico apellido pero con diversos orígenes, y que junto al mismo además compartíamos esa particular idea de creer que por la extrema singularidad de nuestro apellido, éramos los únicos que lo portábamos, no solo en la ciudad, sino en el país entero.

Leyendo algunos comentarios vertidos por diversas personas de apellido PERA, brindados los mismos en páginas del Facebook creadas para hacer que los PERA del mundo se conozcan e intercambien experiencias e ideas sobre el apellido, he tenido conocimiento de esta sensación generalizada entre las personas con dicho apellido; y me refiero aquí, al creer que por la particularidad extrema del apellido PERA, somos pertenecientes a la única familia que lo porta en nuestros países de origen, idea que muchas veces está totalmente errada.
(http://www.facebook.com/home.php?#/group.php?gid=36083353187&ref=mf
http://www.facebook.com/home.php?#/group.php?gid=39149484462)

Es así como muchos de nosotros hemos vivido errados, pensando que nuestra familia de apellido PERA, es la única en nuestra ciudad natal e incluso a veces hasta dentro del país de proveniencia. Como comento, casi siempre esta conjetura es errada, porque por supuesto en los dos países donde existe la mayor cantidad de familias con el apellido PERA, España e Italia, es de conocimiento público y masivo que existen otras familias con dicho idéntico apellido, y frente a las cuales no tienen ningún lazo de parentesco. Incluso yendo más allá del propio país, hasta hace poco yo mismo creía que en la República de Chile no existían familias de apellido PERA, mas hace aproximadamente un mes, tuve conocimiento de una familia de origen español-catalán que emigró a dicha tierra a inicios de la década de 1950, y que ya cuenta con al menos dos generaciones nacidas en el territorio de aquella república sudamericana; cosa semejante me pasó con Ecuador y Cuba, donde para ser honesto hasta hace poco conjeturaba que era bastante improbable que existiesen personas que portasen mi mismo apellido, PERA, idea que hoy sé está errada. Es así que me parece que dicho tema sucede netamente con aquellas familias que descendemos de emigrantes, principalmente al continente americano. Y he allí otra falsa creencia. Tal como hemos muchas veces pecado en creer que la propia, es la única familia con el apellido PERA en el país de destino de nuestro ascendiente; también muchos hemos pecado en creer que probablemente fuese nuestro antepasado (padre, abuelo, bisabuelo o tatarabuelo que emigró desde España o Italia -como es mi caso-), la primera persona de apellido PERA que emigró a América, sea Norte - Centro o Sudamérica. Sepan aquellos que llevan por apellido PERA y que tenían esta idea en mente, que la misma es absolutamente errada, y ahora les explicaré el por qué.

Hasta hace algunos meses, creía yo que mi familia posiblemente había sido una de las primeras familias de apellido PERA en emigrar cuando menos a América del Sur. No obstante, profundizando en una pequeña investigación respecto a los primeros emigrantes españoles a América luego de que ésta fuese descubierta por el genovés Cristoforo Colombo, y fuese nombrada como parte del territorio colonial del Reino de España, las “indias españolas”, tuve conocimiento del primer individuo de apellido PERA que llegó al Nuevo Mundo. Se trató del expedicionario español Don Cristóbal PERA, quien arribaría al Nuevo Mundo tan solo 35 años después del descubrimiento de América por parte de Colombo; ello según consta en el "Catálogo de Pasajeros a Indias durante los siglos XVI, XVII y XVIII", Tomo I, Pág. 129 de autoría de Don Cristóbal Bermúdez Plata (ex Director del Archivo General de Indias), publicación editada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas "Instituto Gonzalo Fernández de Oviedo" de la ciudad de Sevilla, Andalucía - España, en el año de 1940. Dicha información se puede visitar en el siguiente link:
http://www.sologenealogia.com/Pasajeros/listadogeneral/1509-1534/apellidos/1509-1534-apellidos-158.htm

Pero, ¿quién fue Cristóbal PERA? Según se indica en el documento antes señalado, Don Cristóbal PERA fue un expedicionario español nacido en Ciudad Real, una pequeña localidad de actuales setenta y dos mil y tantos habitantes (por lo que imaginamos que para el año de nacimiento de este personaje, probablemente a finales de 1400, la población de dicha ciudad debe haber sido no mayor de los diez mil habitantes), asentada a doscientos kilómetros de Madrid, y perteneciente al entonces (Siglo XV) Reino de Castilla. Sus padres fueron Don Juan de Quirós y Doña Francisca de Treviño, y he aquí de disipar una duda saltante a primera vista, la discrepancia existente entre el apellido del expedicionario y de su padre. Ello tiene una explicación bastante simple, y es que pese a que por obligación religiosa cristiana - católica tras el Concilio de Trento (1545-63) se decretó la implementación obligatoria y legal canónica de bautizar a los nacidos en el seno de familias católicas, otorgándole para ello un nombre de pila y un apellido al recién nacido o bautizante, en ningún caso se reguló legalmente con obligatoriedad alguna respecto a qué apellido debía llevar el individuo que se estuviere bautizando. En ese sentido, como no existía regulación legal a ese respecto, al momento de bautizarlo, los padres o padrinos o cualquier pariente del menor podía elegir el apellido que este portaría en adelante; así como si aquel que se bautizaba era ya mayor de edad o con discernimiento, podía escoger el apellido que deseaba de entre los de sus familiares, o incluso adoptando el apellido de su padrino o madrina. En aquellos años, al no existir regulaciones legales específicas, el sistema de herencia legal de apellidos pues era realmente en extremo caótico, por el hecho de que básicamente se le podía imponer cualquier apellido al bautizante, así como la propia persona podía decidir en cualquier momento de su existencia, dejar de utilizar determinado apellido y usar otro por mera conveniencia personal, o tal vez para lograr una mejor identificación, o quizás simplemente, por apego a un determinado familiar. Un ejemplo de ello, fue el escritor y cronista hispano-peruano Inca Garcilaso de la Vega, quien nació y fue bautizado bajo el nombre de Gómez Suárez de Figueroa a pesar de ser hijo -aunque ilegítimo- de Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas. No obstante, dicho nombre y apellidos ilustres (Suárez de Figueroa), fueron los que le otorgó el mayor de sus tíos paternos al bautizarlo, quien pertenecía a la rancia casta de la Casa Nobiliaria de Feria, tiempo después, en el exilio auto-impuesto en España (donde fuere acompañado por otro de sus tíos paternos llamado Alonso de Vargas), el cronista dejaría el nombre de Gómez Suárez de Figueroa (el cual se dice que le fue impuesto en honor de su abuelo), y empezaría a utilizar por siempre el de Inca Garcilaso de la Vega, nombre en el que reuniría toda la tradición cultural hispánica de su padre, con la tradición noble incaica de su madre, y el cual tendría plena validez legal, pudiendo el cronista heredar aquellas tierras que su padre le dejaría en Paucartambo, así como una cantidad otorgada por su tío Alonso de Vargas -quien como se puede apreciar, utilizaba como primer apellido el apellido que el padre del Inca Garcilaso utilizaba como segundo, siendo hermanos-, pese a haber cambiado de nombre.

Como he demostrado, al no existir normales legales respecto a la adopción de apellidos, era muy frecuente encontrar familias por ejemplo con diez hijos, donde tres utilizaban un patronímico (armado con el nombre de su padre como Álvarez, el hijo de Álvaro), dos utilizaban el apellido de la madre (Montes), otros dos utilizaban el apellido de su abuelo materno (Rodríguez), otro utilizaba el apellido de su padrino (López), otra el apellido de su madrina (Ávila) y finalmente el último decidiese utilizar el apellido de un tío paterno (Peralta); todos estos eran hermanos de padre y madre, y pese a ello portaban tanto válida como legalmente aceptada, una multiplicidad de apellidos, sin que ello mellara en ningún aspecto el tema familiar; era por tanto, perfectamente posible este tipo de casos, con hermanos que utilizaban apellidos totalmente distintos entre sí, así como el cambio de los propios apellidos "sobre la marcha" en la vida del sujeto, tal como en el caso del Inca Garcilaso de la Vega. Ello se dio tanto antes del citado Concilio de Trento, como después, hasta que finalmente dicho asunto fuese regulado dentro del proceso codificatorio iniciado por Napoleón Bonaparte emprendido desde el Siglo XIX, y que se aplicaría paulatinamente en todas las naciones occidentales a partir de dicho siglo. Es por ello, que pese a existir una obligación religiosa católica de portar un apellido, jamás se legisló sino hasta entrado el Siglo XIX, sobre reglas en cuanto a la adopción de apellidos o herencia de los mismos que fueran definitorias.

Habiendo sido necesaria esta explicación, puedo decir que no es de extrañar en ningún sentido que Don Cristóbal PERA utilizase el término PERA como apellido en diferencia del apellido portado por su padre, Quirós, o por su madre, de Treviño. Siguiendo esta breve explicación, podemos observar que Cristóbal PERA debió haber nacido a fines del Siglo XV, para tener una edad suficiente que le permitiera trabajar y viajar (quizás en sus treinta y tantos años al Nuevo Mundo), y que le haya sido impuesto o incluso él mismo haya decidido en su madurez, utilizar no el apellido de sus padres como es evidente, sino quizás el apellido materno de alguno de ellos, o el apellido de alguno de sus abuelos, tíos o hasta padrinos, pues como he referido, la única necesidad en aquellos años era portar un apellido, para lograr la más concreta y fácil identificación del sujeto en una comunidad, y la variación en tanto ello, era perfectamente permisible al no existir ley que lo regulase. Asimismo, Cristóbal PERA nació mucho tiempo antes que se realizara el Concilio de Trento, por lo que lo más probable es que haya sido objeto de una práctica común de los antiguos sacerdotes de la época, quienes pese a no tener la obligación canónica de hacerlo, era frecuente que desde el Siglo XII en adelante, los párrocos llevaran un registro muy básico pero fiable de los bautizados en sus parroquias, digamos que como un elemento no obligatorio pero muy útil de registro de sus fieles. Al ser Don Cristóbal PERA natural de Ciudad Real, es probable que haya sido bautizado en la Iglesia de Santiago -de dicha ciudad- la misma que data del Siglo XIII (y es la más antigua de la zona), o en la Iglesia de San Pedro que data del Siglo XV. Como he referido, al no existir normativa al respecto (ni religiosa ni civil), prácticamente el apellido del bautizante quedaba por entero en manos de la decisión y libre albedrío de quien lo llevara a actuar dicho sacramento ante el párroco. Por todo ello, no es de extrañar ni causa algún conflicto, en que el expedicionario Cristóbal PERA, usara un apellido distinto al de sus padres.

Respecto a la historia en sí de su arribo a América, debemos hacer un breve estudio de las circunstancias en las que se desenvolvieron aquellos hechos. En el año 1514, el potentado militar Francisco de Montejo se embarcó con destino a las indias españolas. En 1518, gracias a su fortuna personal, fue aceptado como socio y Capitán de uno de los barcos que ayudarían al famoso Francisco Hernández de Córdoba en la expedición que tendría como objetivo internarse en las tierras agrestes de Yucatán - México, y derrotar así a los mayas. Al mando de dicha expedición, se encontraba el sobrino de Hernández, Juan de Grijalva, amigo de Montejo y quien lo aceptaría como Capitán de uno de los cuatro navíos con los que realizarían dicha expedición, en la cual descubrirían la isla de Cozumel, así como las costas de la península de Yucatán. En 1519, Francisco de Montejo acompañaría al más célebre de los conquistadores españoles de Norteamérica, Hernán Cortés, en la conquista de México. A decir de quienes lo conocieron, de Montejo fue un hombre valiente que se distinguió por su gran sentido de la diplomacia, virtud que le valió para ser nombrado posteriormente por el propio Cortés, como mensajero suyo para que informara a la Corte Real de España de los resultados de su expedición en tierras norteamericanas.

Años más tarde, e incentivado por sus pasadas aventuras, Francisco de Montejo siendo ya un acaudalado y renombrado militar, consiguió que el propio Rey Carlos I lo autorizaría a emprender la conquista de la península de Yucatán, otorgándole los títulos de Adelantado, Gobernador y Capitán General de dicho territorio, para lo cual de Montejo ya había conformado un pequeño ejército en gran parte pagado y pertrechado por él mismo. Dicha autorización de expedición y conquista en nombre del Rey de España, fue finalmente emitida por el Monarca ibérico en fecha 08 de Diciembre de 1526, por lo que ya contando con el permiso legal, de Montejo se aprestó inmediatamente a zarpar con destino a la conquista de la aventura.

Pese a que la pequeña armada y los pertrechos de la misma habían sido pagados casi en su totalidad por el propio de Montejo, al ser una expedición que solo tenía legalidad con la autorización expresa del Rey, y asumiéndola en su pleno nombre, el Monarca español tenía la prerrogativa de informarse respecto a las condiciones logísticas de dicha escuadra. Es así que en aquel mismo momento, el Rey Carlos I de España designó a Don Cristóbal PERA en el cargo de Alarde frente a la tropa de Francisco de Montejo y su expedición de exploración y conquista de Yucatán. Dicho trabajo iniciaría para Cristóbal PERA en el Puerto de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz - España, desde donde partió la expedición de Montejo hacia la conquista final de Yucatán y Cozumel.

El cargo de Alarde era aquel por el cual quien lo ostentaba, se encontraba encargado de pasar revista de la cantidad de armas, alimentos, armaduras, caballos, etc. así como de enterarse de primera mano si los propietarios de los mismos se encontraban dispuestos a entrar en campaña de guerra bajo la espada del Rey y a su servicio. Básicamente, este era un cargo desempeñado por orden expresa del propio Rey, y por una persona allegada al mismo -dada la confianza depositaba en su labor-, ya que debía sostener un trato directo y en su nombre con personas tanto de la realeza tales como Duques, Condes o Vizcondes, como con burgueses, Caballeros, Escuderos y hasta vasallos. Su labor era lo que actualmente podría catalogarse como una logística general de guerra, puesto que debía encargarse de revisar tanto las necesidades de los que estuvieren luchando guerras (de expansión o colonialismo) en nombre del Rey de España, así como debía también manejar las cifras relacionadas a la cantidad de armamento, alimentos, caballos, barcos, etc. que se hacían necesarias en el desenvolvimiento de tales empresas; y en ese sentido, incluso fungía en cierto modo como un embajador directo del Rey, respecto a los individuos con las calidades antes señaladas, para saber a ciencia cierta con quienes podía contar el Rey para llevar a cabo la expansión de su territorio, fuese por medio de expediciones y colonización, o en el caso de que fuese por medio de una guerra.

En dicho caso en específico, tras ser nombrado Cristóbal PERA como Alarde de la expedición de Francisco de Montejo, debería hacerse del conocimiento no únicamente de la situación en cuanto a la cantidad y la calidad de las armas y soldados con los que contaba dicho expedicionario, sino además de la lealtad y conquista que en nombre del Rey de España de Montejo estaba dispuesto a efectuar en las tierras del Nuevo Mundo. Cristóbal PERA tenía entonces la especial tarea no solo de rendir cuentas ante Carlos I de España por las necesidades del ejército constituido por de Montejo, sino igualmente por la corroborada lealtad del mismo frente al Rey; y así lo hizo. PERA pasó revista a la escuadra conformada por de Montejo, y muy diplomáticamente se cercioró de su lealtad al monarca español. Tras efectuar dicha primera revisión y levantar un acta, Cristóbal PERA enrumbó con el tropel de Montejo para cumplir con su función ya en tierras americanas. Arribó a las costas de Yucatán y Cozumel el 29 de Junio del año 1527, un día como hoy hace 482 años, constituyéndose así como la primera persona de apellido PERA en emigrar al Nuevo Mundo de manera documentada, y como he referido, a solo 35 años del descubrimiento de aquella nueva tierra. Por lástima, no conozco ninguna otra referencia de Cristóbal PERA, por lo que no se sabe si tras el fracaso de aquella primera expedición realizada entre los años de 1527-28 regresó a España, o si continuó en Yucatán para el año de la segunda expedición conquistadora llevada a cabo por de Montejo entre los años 1531-35, segunda expedición que también fracasaría, hasta que finalmente Yucatán fuese conquistada en el año 1546, a veinte años de dada la primera expedición. El destino de este personaje, Don Cristóbal PERA, es por lo mismo incierto.

Esta fue en suma, la historia del primer PERA que emigró a América, del cual se tenga referencia exacta, documentada y específica, a pesar de que no sepamos nada mas del destino del mismo, de si retornó a España, o si permaneció en América hasta su muerte. Como podemos ver, la aparición de este individuo, nos demuestra clara y contundentemente, a todos aquellos que suponíamos que nuestros antepasados quizás habían sido los primeros de apellido PERA en emigrar a esta parte del mundo, que estabamos muy equivocados, puesto que pocos años después del descubrimiento de esta nueva tierra, un personaje de apellido PERA hundió sus pies en tierras americanas, siendo el primer sujeto de apellido PERA en respirar el aire puro y ver las espejadas aguas de este hermoso continente.

Actualmente algunos sobrinos míos viven en dicha misma zona Yucatán - México, y como le referí a ellos, pese a que me han dicho que son los únicos de apellido PERA que han vivido en dicho país, les debo corregir y decirles que un día, hace 482 años, un individuo español nacido en tierras del Reino de Castilla y llamado Cristóbal PERA, arribó a Cozumel, y tiempo después posó sus pies sobre la cálida arena atlántica de Yucatán, para luego iniciar la expedición y conquista de dicha tierra, y ser el primer PERA en visitar América del que se tenga conocimiento certero, allá por el año de 1527.

 

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