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Pasaré entonces a dilucidar cada uno de estos elementos uno por uno, según la información que al respecto he podido indagar y profundizar, para en base a los mismos, poder fundamentar clara y contundentemente, mi hipótesis personal respecto a la inexistente relación entre el origen del apellido PERA y su supuesta utilización por parte de judíos de origen sefardí, askenazí o de familias de judíos conversos de Europa.
a. Fuentes de creación de los apellidos utilizados por la comunidad Sefardí.
El primer tema a dilucidar aquí, es que la gran tradición onomástica hebrea (y que se ha mostrado predominantemente en la nación sefardí) ha sido la de ubicar el nombre propio del padre del sujeto como apellido del mismo, es decir, el uso más primitivo de los llamados apellidos patronímicos. Los apellidos patronímicos son una de las fuentes más antiguas de apellidos, tanto para Europa como principalmente para las naciones de procedencia histórica arábigo-semítica. Siendo así, se ha comprobado a través de la investigación onomástica tanto en España como en diversos países de Europa, que históricamente esta fuente de creación de apellidos (la patronímica) al ser de tan antigua usanza en la cultura judía, la misma influenció luego sobre las demás culturas europeas para la creación (a partir de nombres propios en la lengua autóctona e histórica de cada pueblo) de patronímicos, y en ese sentido se explica el florecimiento de la fuente patronímica de los apellidos, como una de las mayores formas de construcción lingüística de apellidos en el mundo europeo.
Tal es así, que al llegar los judíos al territorio geográfico europeo, y al diseminarse por el mismo, influenciaron en las formas de identificación de los sujetos (no debemos pasar por alto que históricamente las culturas que tuvieron y desarrollaron un mayor estadio cultural, con todo lo que esto implica, pero para el caso presente específicamente el lingüístico, fueron aquellas que se desarrollaron en el Medio Oriente, como los Sumerios, Babilonios, Asirios, Seléucidas, Egipcios, etc. todas las que influenciaron históricamente al pueblo que finalmente se conocería como judío) de las naciones allí presentes, a las que llevaron no solo nuevas formas de expresión artística, religiosa o científica, sino además nuevas expresiones en su lengua nativa, procedente de la ancestral mixtura forjada en la península arábiga. Históricamente, se habla de un influjo Visigodo en la formación de los apellidos patronímicos de la proto-España, allá por finales del siglo V d.C., cuando dicho pueblo conquistó la península ibérica, donde por cierto ya existían asentamientos judíos sefardíes así como romanos -quienes dominaron y repoblaron la zona bajo sus costumbres desde el siglo I d.C.-, por lo que de dicha investigación se puede concluir que probablemente los Visigodos hallan creado apellidos patronímicos con nombres propios de su lengua a semejanza de los patronímicos utilizados por los sefardíes y los romanos (estos últimos quienes también vieron influenciada la creación de su Tria Nomine, por los pueblos arábigos-semíticos que antes de la era cristiana ya habían conquistado). Era común entonces, que para el año 1563 en que finalizó el Concilio de Trento -asamblea religiosa en la que la Iglesia Católica por actuación del Cardenal español Francisco Jiménez de Cisneros aportó la idea de la obligatoriedad de inscribir a los recién nacidos bajo la fe cristiana católica en un registro bautismal con nombre propio y apellido único hereditario-, muchas familias del rito religioso católico-apostólico-romano tuviesen apellidos con base en la fuente patronímica, que mas tarde plasmarían en sus registros bautismales.
Por ello, se sabe que desde el siglo XI d.C., proliferaron en buena parte del territorio europeo, y específicamente en los dominios hispanos, los apellidos patronímicos con origen en nombres propios visigodos o de influencia anterior romana, tales como Rodríguez (derivado de Rodrigo, que a su vez se origina en el nombre propio godo Hrodric que significa "caudillo famoso"); Fernández (derivado de Fernando, originado en el nombre propio godo Firthunands que significa "el audaz que mantiene la paz"); González (derivado de Gonzalo, que se origina en el nombre propio godo Gundhinallf que significa "preparado para luchar"); o Enríquez (derivado de Enrique, que se origina en el nombre propio godo Heinrich que significa "el señor de la casa"), entre otros. Como se aprecia, estos patronímicos se construyeron a partir de nombres en lengua goda unidos al sufijo -ez, para algunos de origen latino y para otros de origen euskera. En todo caso, lo que se aprecia es que tal como los sefardíes y los árabes de Hispania utilizaban los patronímicos con los prefijos: Aben-, Bar-, Ben- o Ibn- para indicar "hijo de" (ejemplos son los apellidos Aben Ezra, Bar Zohar, Ben Yusef, Ibn Malka, Benchimol, Bar Nathan, Abenader, Ibn Shaprut), los hispanos de orígenes romanos o visigodos asentados en dicha zona geográfica crearon sus apellidos patronímicos utilizando una terminación lingüística que los distinguiera, a la misma usanza que los sefardíes y los árabes musulmanes que dominarían su tierra, y esta fue lógicamente el -ez.
Otra de las mayores fuentes de apellidos sefardíes, son los llamados apellidos toponímicos mayores, en sencillo, los apellidos tomados del nombre de la ciudad, pueblo, puntos cardinales o país al que pertenece el sujeto. Esta fue una gran fuente para la construcción de apellidos empleada por los sefardíes, y puesto que estos habitaban desde tiempos antiguos Hispania, tomaron los nombres de sus ciudades o pueblos para identificarse. Por ello, es común hallar apellidos sefardíes tales como: Toledo, Toledano, Alfasí (de la ciudad marroquí de Fez), Mizrahi (aquel que proviene del Este), Levanti (aquel que proviene del Este o Levante), Ávila, Córdoba, Franco, Capuano (de Capua), Israel, Alemán, Gallego, Girona, Alicante, Barcelona, Medina (Ciudad), Romano, Sevilla, Sevillano, Soriano (de Soria), Huesca, Jaen, España, Español, Ruso, Valladolid, Catalán, etc.
Aparte de estas dos fuentes mayores de creación de apellidos sefardíes, están otras fuentes menores tomadas de nombres propios, llamados Homonímicos, tales como: Alonso, Daniel, Zacarias, Guadalupe, Baltasar, David, Benito, Bermudo, Thomas, Hernando, Domingo, Abraham, Simón, Ximeno, Francesc, Yñigo, Costanza, Francisco, Tobías, Agusti, Suero, Abel, Franco, Álvaro, Susana; del nombre de oficios tales como: Kantor (Cantor), Cohen (Sacerdote), Candelero, Salador, Cordelero, Vaquero, Ballestero, Tejedor, Balsero, Maestro o Herrador; o derivados de palabras en su propia lengua ancestral como: Dayán, Serfaty, Levy, Sabach, Shetrit, Barcilay, Caim, Ezra, Baruch, Hamid, Ha-levi, Jacob, Mordecai, Shalom (paz).
-http://www.tarbutsefarad.com/index.php?option=com_content&task=blogcategory&id=23&Itemid=57
- http://www.avotsefarad.net/busqueda.html
- http://www.sefarad.as/apell/apea.htm
- http://www.geocities.com/comjudiahonduras/origen.htm
- http://sefarad.rediris.es/
De este primer punto, puedo concluir que las mayores fuentes de apellidos sefardíes son la patronímica, toponímica, homonímica, la basada en oficios o trabajos y la basada en términos provenientes de la lengua ancestral hebrea, ya sea en puridad o con algunos cambios mínimos, como se puede apreciar en las diversas fuentes que he citado en el párrafo precedente.
b. La relación apellido con supuesto origen en el nombre de una fruta y los sefardíes.
Mucho se ha hablado respecto a la supuesta relación que existe de modo directo entre los apellidos con nomenclatura de fruta y un origen judío, concretamente sefardí; no obstante, no existe la más mínima real ligazón entre ambos conceptos de modo concluyente, ya que apellidos con nomenclatura de frutas los podemos encontrar en varias lenguas del mundo (inglés, español, portugués, alemán, francés, holandés y principalmente italiano, países históricamente cristianos), y su origen etimológico en casi total porcentaje nada tiene que ver con el pueblo hebreo, sea este de raíz askenazí o sefardí. El punto trascendental es, que apellidos cuyo origen etimológico es supuestamente el nombre de una fruta, no necesariamente se encuentran ligados a una historia de una familia judía, ya que por el contrario, la mayor cantidad de estos apellidos son portados por familias de distintos credos religiosos, y especialmente diferentes orígenes étnicos; que si hay sefardíes que los portan sí (aunque debo destacar que aquel no es el caso específico del apellido PERA), tal como una gran cantidad de sefardíes portan apellidos de neta fuente lingüística portuguesa (Pinto/pollo), española (González), italiano (Arditto), inglés (Silverman), alemán (Liebermann), francés (Pascal) o incluso árabe (Alcazar), ello debido a la mixtura que se dio en la península hispánica por casi ocho siglos, y a su diseminación luego de que fueron expulsados de iberia, y es tan simple, tal como que por dicho mismo tema (portar apellidos en lenguas ajenas a su nación) aquellas familias no dejan de tener un origen étnico judío-sefardí.
La fuente en cuanto al nombre de frutos para los apellidos sefardíes es en ese sentido, casi inexistente. Solo se encuentran unos cuantos ejemplos entre ellos y son los apellidos: Mora, Pereira, Higueras, Cereso y Piña. Respecto al apellido Mora, puedo decir que su origen se bifurca en el tiempo, ya que el mismo puede deber su origen ya sea al fruto del árbol del moral: la mora, o a un origen árabe-morisco, en tanto que fuere tomado de dicho pueblo por los sefardíes tras la invasión árabe a la península hispana en el año 711 de nuestra era; en este último caso configuraría algo así como un "gentilicio" en femenino para indicar la proveniencia de una persona, así los árabes musulmanes en territorio ibérico eran llamados por los españoles y sefardíes "moros", por lo que tal como existe el apellido Moro, también existe el apellido Mora que refiere en este caso a la mujer musulmana que vive en España. Esto último se puede corroborar al revisar la distribución actual de este apellido, que se ubica predominantemente en las provincias del centro y sur español, zonas que fueron dominadas por los moriscos y donde convivieron con los sefardíes.
(Ref. http://apellido.enfemenino.com/w/apellidos/apellido-mora.html)
Sobre el apellido Higueras, éste es un tanto más evidente en tanto al objeto en base al cual se dio su creación, ya que claramente no existe otra palabra en castellano a la cual atribuirle una posible función procreadora en este caso específico. Es así, que el apellido Higueras necesariamente tiene su origen en el árbol que produce el fruto del higo, la conocida como higuera. Respecto al apellido Cereso, el mismo mantiene un origen igual de claro que el apellido anterior, ya que debe su creación necesariamente al árbol del cerezo, del cual sale la cereza. Y finalmente, sobre el apellido Piña, puedo especificar que a su vez se le otorgan dos orígenes diversos aunque de cierto modo lingüístico relacionados entre sí; uno que habla de una derivación directa del nombre del fruto del árbol de la piña, y otro que habla de un posible muy antiguo origen derivado del término latino Pinus, más bien derivado del árbol del pino.
Aparte de los cinco apellidos utilizados por los sefardíes con relación al nombre de frutas brindados por mí como ejemplos, no se encuentra otra referencia a apellidos utilizados por judíos sefardíes derivados del nombre de árboles de frutos o frutas en sí, debiendo destacar que pese a que estos apellidos como bien he mencionado han sido utilizados por sefardíes, también los podemos encontrar en uso entre personas de religión cristiana (no conversos), los llamados "cristianos viejos", por lo que nuevamente debo efectuar la salvedad que no son apellidos netamente de origen y uso sefardí, sino compartido con españoles o portugueses de antigua raigambre, y que en absoluto tienen relación con el pueblo hebreo asentado en España.
c. Apellidos con supuesto origen en el nombre de una fruta en otras lenguas.
Es así que, también se encuentran diversos "apellidos de frutas", o cuyo onomástica aparenta deberse a una fruta en especial, en otros idiomas como ya he mencionado en párrafos precedentes, no siendo esta fuente menor de apellidos netamente de creación en lengua castellana. En inglés se encuentran los apellidos: Apple (manzana), Blueberry (arándano), Fig (higo), Lemon (Limón), Mulberry (mora), Orange (naranja), Peach (melocotón), Plum (ciruelo) y por supuesto Pear (PERA). En portugués los apellidos: Maçãs (manzanas), Cereja (cereza), Pêssego (melocotón), Romã (granada), Morango (fresa), Framboesa (frambuesa) y Pêra (PERA). En francés los apellidos: Cerise (cereza), Prune (ciruela), Framboise (frambuesa), Fraise (fresa), Figue (higo), Pomme (manzana), Mûre (mora), Raisin (uva), Banane (plátano), y asimimo Poire (PERA). En español los apellidos: Manzanero, Naranjo, Mora, Ciruelo, Cereza, Limón, Piña, Higueras y PERA, Peral, Pereda, Perales, del Peral. En alemán los apellidos: Apfel (manzana) o Apfelbaum (árbol de manzanas), Pflaume (ciruela), Erdbeere (fresa), Himbeere (frambuesa), Kirsche (cereza) o Kirshbaum (árbol de cerezas) y Birne (PERA) o Birnbaum (árbol de peras). Y sobre todo en italiano apellidos tales como: Arancia (naranja), Banana/Banano (plátano), Uva, Mela (manzana), Coco, Fico (higo), Limone (limón), Fragola (fresa), Pigna (piña), Ciliegio (cereza), Pruna (ciruela), Papaia (papaya), Mora, Pesca (melocotón) y el ya mencionado PERA.
Por lo que, como conclusión de este punto, tenemos que el uso del nombre de frutas o los árboles que las originan no es específico y único de la lengua española y en particular, de los sefardíes, sino que tal como muchas otras lenguas, estas han tomado prestado el nombre de algunas frutas para la creación de apellidos en torno a ellas en todas las culturas europeas más importantes, y en sus lenguajes, siendo por ello que la onomástica de dichos países no solo en cuanto a apellidos también se ve bastante influenciada por el nombre de algunas frutas sin por ello tener el más mínimo resquicio de ser un apellido judío per se.
d. La fiesta hebrea sefardí del Tu Bishvat.
Como he mencionado en la "entrada" anterior, los sefardíes vieron ejecutada su expulsión del Reino de España, el 03 de Agosto de 1492, el mismo día en que Cristoforo Colombo (Cristobal Colón) enrumbó hacia el Océano Atlántico en búsqueda de las costas de Cipango (Japón), hallando el que luego se conocería como Nuevo Mundo, América; ello debido al Edicto de Expulsión de los reyes españoles a todos los judíos o descendientes de judíos que habitaban dentro del territorio de su reino. Siendo así, dichos sefardíes españoles emigraron en esa fecha con distintos destinos, pero el grueso se dirigió a Portugal puesto que era un reino vecino, que ya contaba con una comunidad sefardí importante y que de cierto modo era "complaciente" con los judíos. El porcentaje restante de judíos sefardíes españoles emigró a territorios de los Balcanes (Macedonia, Serbia y Bosnia), a Europa central: Bulgaria, Rumania, a la tierra prometida: Palestina, unos tantos a Italia, otros a tierras lejanas donde pensaban estaban a mayor resguardo: América, otros a tierras distantes como: Marruecos, Libia, Egipto, Grecia (principalmente a Tesalónica) y sobre todo en gran cantidad a diversas ciudades del Imperio Otomano, y entre ellas a la antigua capital del Imperio Romano de Oriente, la ciudad de Constantinopla, que desde 1453 se mantenía bajo domino otomano. Tras la expulsión de los sefardíes de los territorios portugueses en 1497, el gran conjunto del pueblo sefardí (tanto españoles como portugueses) emigraron a Francia, Holanda, Alemania, Polonia; así como nuevamente a Italia, América, Grecia, Marruecos y a la actual Turquía, donde se les acogió debido a sus conocidas artes para amasar rápidamente fortunas, y creyendo que con ello mejoraría el nivel económico y social de aquellos reinos.
Es de esta manera, que en España y Portugal, para inicios del siglo XVI se puede decir que casi la totalidad de judíos sefardíes fueron expulsados de la península ibérica, y aquellos que se quedaron, fueron obligados a convertirse al cristianismo incluso debiendo cambiar sus prácticas religiosas así como sus nombres y apellidos por unos "cristianos", cosa que algunos cumplieron cabalmente, y otros no (a estos últimos se les llamó marranos o judaizantes).
La conclusión de este punto, es que los apellidos sefardíes ya se encontraban creados y siendo utilizados por los mismos para el siglo XVI, por lo que al partir o emigrar a las nuevas tierras ante su expulsión de Hispania, los sefardíes no necesitaron crearse nuevos apellidos dado que su condición de judíos fue evidente y como tales los recibieron en los países donde ingresaron y se establecieron, por lo que la creación y uso de apellidos como el particular, PERA, no era necesaria bajo ningún punto, ya que no tenían nada que encubrir conociendo bien sus anfitriones cual era su credo. Asimismo, respecto a aquellos que se quedaron en tierras hispanas, ellos si debieron cambiar sus apellidos por unos de claro origen cristiano, y que incluso denotaba ex profesamente su anterior origen judío, su conversión como "cristianos nuevos", pasando a utilizar diversos apellidos tales como: Cruz, de la Cruz, Santafé, Santa Cruz, Santana, Cruces, Santamaría, Sanjuan, Iglesia, etc., apellidos que claramente denotaban su antiguo y real origen, por lo que es más que poco dable (casi un sin sentido) la posibilidad de adoptar o permitir por parte del párroco cristiano bautizante, la imposición de un apellido como PERA al hebreo converso, que no denota un origen sefardí y que por lo mismo era "inservible" para dichos propósitos, desde aquella época necesitados y por ello mismo, implantados por la Inquisición española.
g. El apellido PERA y su relación con el apellido Perera, Peral, Perales, Pereda, Peralta y los apellidos sefardíes Pereira y Perahia.
El apellido PERA como ya he explicado a lo largo de las "entradas" a este blog, se le atribuyen varios orígenes. Unos hablan de un origen antiguo en los picapedreros que construían las calzadas romanas, llamados los Pietraioli, quienes ante la posterior persecución sufrida por parte de las autoridades romanas, se dispersaron por todo el Imperio, trocando su apellido y sincretizándolo en el término PERA para no ser objeto de represalias, pasando a usar como apellido un derivado del vocablo Pietra=piedra. Ello también se maneja como opción múltiple en la toponímia española y portuguesa, que para algunos pueblos maneja el mismo origen, en un pueblo asentado sobre un terreno rocoso, pedregoso, sobre la piedra y un derivado de ello sería PERA, ejemplos son los pueblos de CapdePERA, La PERA, Armação de PÊRA, Vila La PÊRA, PÊRA do Moco, PÊRA Velha entre otros. Algunos -catalanes- también hablan de un posible origen del apellido en el término feminino del nombre catalán Pere/Pero traducción del nombre latino Petrus, y castellano Pedro que significa igualmente piedra. Para dicha concepción, el apellido PERA sería una traducción en lengua catalana para el término Piedra. Cabe destacarse a su vez, que en la antigua ciudad de Constantinopla, existió un distrito construido a las afueras de la misma, sobra las colinas que cruzan el Cuerno de Oro, donde se instaló la colonia genovesa afincada en esa zona, dicha colonia se llamó PERA, y estaba gobernada y administrada en todos los ámbitos (judiciales y económico-sociales) netamente por funcionarios enviados por la propia Serenísima República de Génova.
(Mayor información al respecto se puede leer en: http://www.jtosti.com/noms/p3.htm)
En contraposición, estos mismos autores indican que los apellidos: Perera, Peral, Perales, Pereda entre algunos otros, hacen una alusión más precisa y directa a un origen único hallado en el árbol del peral, y en ello radica su diferenciación con el apellido en estudio: PERA, que es de origen toponímico. Así también, existen dos apellidos de este rubro: Pereira y Perahia, cuyo origen sefardí por el contrario es altamente conocido y publicitado, y que algunas personas atribuyen en el solo parecido ortográfico con dichos apellidos, un origen sefardí para el apellido PERA. El apellido Pereira, significa árbol de peras o árbol del fruto del peral, si bien es un apellido de origen español gallego, debido a la cercanía geográfica con Portugal, se ha diseminado asimismo en dicho país. Actualmente se le puede encontrar difundido en el norte y sur de España, habiendo sido un apellido utilizado (aunque no en demasía) por judíos sefardíes, como se puede corroborar en las listas ofrecidas en los enlaces de los párrafos precedentes, en ese sentido el origen de este apellido es pues evidente, y de esta manera se distancia de la fuente de creación del apellido PERA.
Respecto al apellido Perahia, este es sin duda uno de los apellidos sefardíes mas enigmáticos, ello pues su construcción gramatical no da mayores luces respecto a una posible hipótesis de formación al menos en la lengua castellana ni en otras lenguas ibéricas. No obstante ello, he hallado una posible explicación para la creación de este apellido, una fuente que como podremos ver solo comparte con la fuente del apellido PERA, en tanto a que ambas se deberían a una posible toponimia. Una primera hipótesis habla del nombre de un escritor del Talmud llamado Yehoshua Ben Perahia (Josué de Perahia), a quien se podría deber la posterior diseminación de este apellido. No obstante, encuentro más posible una segunda hipótesis, que refiere a que en griego ha existido la palabra Περαία, traducida al latín como Peræa; la cual significa "el lugar cruzando un pasaje", usualmente cruzando un mar o una ciudad, aunque se pueda referir a una multiplicidad de sitios geográficos y que traducido al castellano se escribe Peraia, término muy similar al apellido Perahia. Podemos encontrar referencias a esta toponimia en la Villa Peraía perteneciente a la actual Prefectura de Pella en Grecia (se debe notar que el acento en la letra í genera en la pronunciación una fonética muy similar a la del apellido Perahia, donde la letra h actúa fonéticamente como una letra j, típico cambio fonético del idioma hablado por los sefardíes : el ladino). Asimismo se encuentra también en Grecia, pero esta vez en la Prefectura de Tesalónica, la Villa de Peraia, como bien se sabe al ser expulsados los sefardíes de España y Portugal, emigró un extenso número de los mismos a Tesalónica en 1497, estableciendo una colonia que se asimilaría a otra de judíos llegados siglos antes, y con la que compartiría pronto, ello podría explicar el posterior uso del apellido Perahia por parte de sefardíes. En todo caso, esta es una hipótesis mía respecto al posible origen de este apellido y de este modo, su diferenciación evidente con el apellido PERA, para este caso pues solo se trata de una casualidad ortográfica que se explica en que ambas toponímias vienen del idioma griego, de la palabra Pera/Peraia con significado en castellano "cruzando ..." (puede ser un campo, un río, una colina, cualquier obstáculo geográfico). Entonces atribuir un origen sefardí a un apellido solo por un parecido ortográfico es algo completamente errado, ya que dentro de la amplísima lista de apellidos cuyo prefijo es Pera-, existen: Peracki (polaco), Peracovich (eslavo), Peradottir (islandés), Peracchi (italiano), Peradze (armenio), Peragoy (vasco), Perahouse (inglés), Perakakis (griego), Perakovic (croata), Peralsky (polaco), Peralta (español), Perarnau (catalán), Peragowitz (polaco), etc. y no por ese simple hecho le vamos a tribuir seriamente tal o cual origen al apellido en castizo PERA.
Como he mencionado, al expulsar a los sefardíes de España y Portugal muchos emigraron al Imperio Otomano, el destino favorito fue la ciudad de Constantinopla, su capital y antigua "reina de las ciudades". Los sefardíes que se establecieron allí fueron en número significativo, mas se debe destacar que en ningún documento consta que se hayan instalado en el distrito de PERA. Como he mencionado muchas veces a lo largo de este blog, el distrito de PERA en Constantinopla fue uno otorgado a los mercaderes genoveses en el año 1273 por parte de Miguel XVIII Paleólogo (1225-1282) por medio del Tratado de Ninfeo, con calidad de colonia y como distrito independiente por lo que los genoveses implantaron sobre el mismo sus leyes y su administración tanto económica, como social y judicial, enviaron toda clase de funcionarios que ayudaron a la creación de una colonia autosuficiente y autónoma del Imperio Bizantino y que funcionó así por casi dos siglos, desde la que los genoveses además controlaban a las otras colonias genovesas de la zona como la de Kaffa, Trebisonda, Quíos, Jaffa, Alejandría, etc. Como también he mencionado en la "entrada" anterior, la República de Génova nunca aceptó ni permitió el asentamiento de judíos fueran de origen sefardí o askenazí en los territorios de su República, ni en ninguna de sus colonias de ultramar, por ello, existen múltiples referencias respecto a que los genoveses no recibían con buen ánimo a los viajeros de procedencia hebrea, obligándolos a retirarse de sus dominios con premura. Ello se ratifica en que el 02 de Abril de 1550 la República de Génova expulsó oficialmente por decreto a todos los judíos afincados en sus territorios (expulsión que luego se reiteró de modo definitivo y enfático en 1567), por lo que la totalidad de los judíos sefardíes y askenazíes afincados en dichas tierras se vieron obligados a emigrar a distintos lugares aledaños a los dominios genoveses. Resulta entonces inverosímil absolutamente, que los genoveses asentados en la importantísima colonia de PERA en Constantinopla, permitieran el ingreso a su colonia de individuos sefardíes, ya que: 1. siempre les negaron por todos los medios el establecimiento en tierras de su dominio; 2. obviamente mas negado les estaría aún a los sefardíes asentarse en una colonia de tanta trascendencia e importancia como lo fue PERA para todo el comercio genovés del límite entre Europa y Asia (oriente y occidente) y 3. siendo la orden de expulsión de los hebreos de tierra genovesa una directiva y decreto específico y directo, por lo que los funcionarios genoveses de PERA difícilmente se negarían a rechazar dicha disposición de su gobierno central. Al caer Constantinopla, la República de Génova envío dos cónsules quienes se encargaron de negociar con el Sultán Mehmed II la nueva situación política de las colonias genovesas ahora en tierras del Imperio Otomano, y principalmente de la colonia de PERA. Así, lograron diversas prerrogativas a cambio de pagar un alto tributo, entre las que estuvo el poder permanecer en dicha colonia por el espacio de tiempo que les tomase enajenar sus bienes para retornar a territorio genovés. Y tal fue la manera en la que ello sucedió, con el pasar de los años los genoveses regresaron a su tierra y dicho distrito de PERA pasó bajo el total dominio turco-otomano, en ninguna fuente de información se habla de que aquel territorio haya pasado a manos judías sefardíes.